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3 cosas que aprendimos sobre viajar con bebés en nuestro primer viaje con Tahiel (#experienciacarmelo)

–¡Qué buena pileta climatizada que tiene el hotel! –me dice Dino apenas llegamos al spa del Four Seasons Carmelo, hotel al que fuimos invitamos para vivir la #experienciacarmelo (de la que les contaremos más en el próximo post).

–Vayamos a merendar algo y después nos preparamos para ir. ¡Va a ser la primera vez de Tahiel en una pileta! ¡Qué lindo! –le respondo emocionada.

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Y eso hicimos. Después de merendar nos fuimos a la habitación y nos preparamos. Le estrenamos a Tahiel los pañales-malla con un dibujo de Nemo, nos pusimos nuestras mallas «de siempre», las ojotas y caminamos al spa del hotel. Estábamos muy entusiasmados con la idea de nadar los tres juntos y con disfrutar de la primera vez de Tahiel en una pileta de natación.

Pero cuando entramos al lugar Tahiel se puso a llorar. Al principio era un llanto leve, como pensando si seguía llorando o no. A los pocos minutos el llanto fue más fuerte. Y no lo podíamos parar. No sabíamos si tenía frío, si tenía calor o si se había asustado porque unos nenes (las únicas personas que estaban en la pileta) se habían tirado al agua “tipo bomba”. Nos quedamos unos minutos, lo abrazamos, Dino se metió en el agua como para mostrarle que no pasaba nada, pero no hubo caso. Quería salir de ahí. Y nos tuvimos que ir. Nos quedamos con las ganas. “Los padres proponen y los bebés disponen” (por lo menos hasta que dejan de ser bebés).

Esta sencilla situación nos indicó que en los viajes con bebés y niños pequeños los planes suelen cambiar.

Fue nuestro primer aprendizaje en esta nueva etapa de viajar en familia.

Por eso, al otro día, decidimos ir temprano a la pileta. Cuando llegamos no había nadie. Nos quedamos un rato con Tahiel en las reposeras mirando el agua. Después nos metimos de a poquito. Y Tahiel se fue aclimatando. Logramos cumplir nuestro deseo del día anterior y disfrutamos de un hermoso momento en el agua tibia. Tan lindo y relajado que Tahiel se quedó dormido en los brazos del papá.

 

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Las actividades que cuando viajábamos solos hacíamos en un día, con un bebé o un niño pequeño las haremos, posiblemente, en dos o tres días. Ellos tienen otros tiempos y es necesario respetarlos.

Cuando duermen la siesta debemos estar en algún lugar donde la puedan dormir. Cuando tienen hambre debemos alimentarlos. Y, de bebés, no los podemos conformar con cualquier cosa. Tahiel apenas tiene dos dientitos, por lo que no podemos darle una galletita para que se entretenga, tenemos que darle su comida. Imaginamos que con los años, Tahiel se va a ir acomodando a otros tiempos, pero por ahora él es el que decide.

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En Mongolia conocimos a Anke, una chica holandesa que ante la pregunta “¿qué hora es?” ella respondía: “es la hora de comer o la hora de pasear o la de dormir. Es la hora de hacer lo que tenés ganas de hacer”. Ella decía que era su manera de disfrutar de sus vacaciones. Hacer algo diferente a lo que hacía durante el resto del año en el que los horarios marcaban sus actividades.

Creemos que Tahiel (que no existía ni en la imaginación cuando la conocimos) respeta la filosofía de Anke al pie de la letra. Él hace lo que tiene ganas de hacer en el momento que sea. Y esto genera que, muchas veces, lo que planificamos salga al revés y que los horarios nunca se cumplan. Siempre pensamos que ya tenemos incorporada la rutina que tiene Tahiel, pero eso nunca ocurre. A veces pensamos que es por lo que nos dijeron en el curso de preparto: “es normal que los bebés cambien su rutina todo el tiempo”. Otras veces, creemos que la cuestión es que Tahiel sigue al pie de la letra la teoría de Anke.

Durante varias semanas dormía una hora y media al mediodía y una hora y media a eso de las seis o siete de la tarde. Ya sabíamos que esos momentos los teníamos “libres”. Nos fuimos a Carmelo pensando que seguiría haciendo lo mismo. Nos equivocamos.
Antes de irnos de viaje Tahiel tomaba una mamadera una hora antes de cenar. Estando en el hotel y con la enorme amabilidad de las chicas del restaurante, se la preparamos los dos días. Pero nunca la tomó en ese horario.

Tahiel venía despertándose varias veces de noche. La primera noche en el hotel durmió por primera vez siete horas seguidas… no lo podíamos creer.
Nunca se dormía al momento de cenar, pero la última noche que nos invitaron a Narbona (una finca, bodega, restaurante, almacén y lodge) se quedó dormido. Un genio.

Estaba muy cómodo en la cuna que nos prepararon en la enorme y linda habitación.

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La noche que nos dejó cenar tranquilos en la bodega Narbona.

 

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Así fue que aprendimos que el tema de los horarios y el tiempo es una de las principales cuestiones a tener en cuenta cuando uno viaja con bebés y niños. Esto pasa en nuestra casa, pero de viaje se potencia.

Este fue nuestro segundo aprendizaje.

***

Me encanta escribir mi cuaderno de viaje. Lo hago desde los 11 años cuando me iba de campamento. Me gusta escribir todos los días porque siento que las emociones están más latentes y puedo contar lo que siento más fielmente. Si pasan dos o tres días de algún momento que quiero inmortalizar en mi cuaderno, siento que no es lo mismo. Durante los viajes trato, dentro de lo posible, de escribir mi cuaderno todos los días. Para viajar a Carmelo me llevé un cuaderno nuevo, que me regalaron hace poco para que lo use, justamente, en algún viaje. Pensé que era una buena idea empezar esta aventura de viajar de a tres con un cuaderno nuevo. Volvió como lo llevé. Solo pude escribir una página mientras esperábamos el barco para volver a Buenos Aires. El hotel tenía un montón de lugares espectaculares para relajarse y leer un buen libro o escribir. Fue imposible hacerlo. Los bebés te demandan atención completa, sobre todo en un viaje porque no hay nadie que los pueda cuidar.

El blog de Magia en el Camino nos dio muchísimas satisfacciones y alegrías, nos hizo conocer gente increíble y nuevos amigos, nos hace emocionar cuando leemos algunos comentarios y mensajes y nos permitió hacer cosas que, posiblemente, sin su existencia no hubiéramos podido hacer. Nos encanta escribir el blog y nos encanta compartir nuestras experiencias y sensaciones con todos los que nos leen. Pero también nos demanda mucho esfuerzo y trabajo. Mantener un blog de viajes (o de cualquier tema) no es fácil. Y una de las cosas que más se requiere para mantener un blog es tiempo. Y una de las cosas que menos se tiene si se viaja con un bebé es tiempo “libre”. Porque no se trata solo de escribir. Además del tiempo de escritura y de corrección, y de la búsqueda de información que pueda serle útil a nuestros lectores, hay otras cosas. Por ejemplo, las fotos. Debemos bajarlas, seleccionarlas, editarlas y subirlas. Además, publicamos en las redes sociales y respondemos mensajes y comentarios. Para todo eso se necesita tiempo. Igual que para escribir el cuaderno de viaje.
Si bien los días que pasamos disfrutando la #experienciacarmelo no teníamos intenciones de publicar en el blog porque lo íbamos a hacer después, nos imaginamos en otro viaje y nos dimos cuenta de que no va a ser lo mismo que antes. En los viajes de a dos nos pasábamos horas y horas y mas horas dedicados al blog… algo tendremos que inventar…

Este fue nuestro tercer aprendizaje.

Algunos de los hermosos lugares para relajarse, descansar, leer y escribir (si un bebé te deja) en el Four Seasons Carmelo.

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En este breve viaje aprendimos que cuando viajás con bebés o niños pequeños:

  • Todo lleva más tiempo del que pensaste.
  • Inevitablemente, los planes cambiarán. (Si ya suelen cambiar cuando viajas sin chicos, con ellos, cambian más).
  • Es muy difícil mantener al día el cuaderno del viaje y el blog (pero lo seguiremos haciendo!).

 

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Muchas gracias a:

– Hotel Four Seasons Carmelo por invitarnos a vivir la #experienciacarmelo.

Cacciola viajes, por llevarnos desde el puerto de Tigre, en Argentina, hasta el de Carmelo, en Uruguay.

Bodega Narbona, por invitarnos a una cena con degustación de quesos en su finca.

 

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