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50.000 budas y 2 estrellas

Decidimos ir a conocer las cuevas de Yungang por nuestra cuenta, así que nos tomamos el bus 4 (colectivo) hasta la última parada y de ahí el bus 3 (también hasta la última parada), que es la entrada al complejo de las cuevas. Los colectivos de esta ciudad tienen música funcional que nos acompañó todo el trayecto. Cada pasaje nos costó 1 yuan, por lo tanto estábamos muy contentos de no haber pagado la excursión y haber llegado a destino sin problemas.

En el bus 4 nos pusimos a charlar con un grupo de adolescentes chinos que, como no paraban de sacarse fotos, pensamos que posiblemente iban al mismo lugar que nosotros. Y así fue. Así que hicimos el recorrido con ellos y nos reímos bastante.

Nuestros nuevos amigos.

Las cuevas de Yungang fueron declaradas patrimonio de la humanidad por la Unesco. Son un complejo de cuevas que contienen pinturas y alrededor de 50.000 esculturas budistas de diferentes tamaños. Fueron construidas durante los siglos III y VI d.C en la dinastía de los Wei del Norte.
Algunas cuevas tienen esculturas realmente gigantes y, en otras, super chiquitas.

Pero no sólo las esculturas eran una atracción turística en el complejo, ¡nosotros también! Ya nos había pasado la primera vez en China, pero nunca como en este lugar. Muchos pasaban a nuestro lado y no nos sacaban la vista de encima, pero lo más llamativo es que nos pidieron cuatro o cinco veces permiso para sacarse fotos con nosotros. Dino tuvo un especial atractivo sobre los grupos de amigos.

A la noche, como despedida de la ciudad, la familia dueña del lugar donde dormimos nos invitó a cenar con ellos. Claro, no muchos extranjeros van a este tipo de hotelitos familiares y menos durante tres noches! Así que ya formábamos parte de su familia. En la cena primero había 4 platos, que estaban colocados en el centro de la mesa para que todos pudiéramos acceder con los palitos  (ya somos casi especialistas en el arte de los palitos, pero las dos veces que se nos calló algo al piso nos retaron porque intentamos levantarlo). Dos de los platos sabíamos de qué se trataban: calamares y maní salteado. Los otros dos no teníamos ni idea, pero estaban muy ricos (¡qué sabrosa es al comida china!). Para completar la cena la señora preparó unos dumplings que estaban espectaculares!

Además, nos invitaron con cerveza (tibia), la que terminé tomando enseguida. ¿Por qué? Porque cada vez que uno de los comensales quería tomar, levantaba su botella como esperando para brindar, entonces todos teníamos que levantar nuestra botella o vaso, brindar y tomar. Así no hay bebida que dure!

Por supuesto, de música de fondo durante la cena tuvimos unos cuantos eructos y demás sonidos, que forman parte de la rutina cotidiana.
A pesar de que no hablábamos ningún idioma en común, nos reímos y disfrutamos mucho la cena.

Ya estamos en Beijing!! Hasta la próxima entrada! Saludos!

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