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India

  Podríamos decir que abandonamos India 8 días antes de abandonar India. Parece confuso pero no lo es. Los últimos días en India los pasamos en McLeod Ganj, un pueblito que de indio tiene poco y nada. Por un lado se encuentra a 2000 mts sobre en nivel del mar, enclavado en un hermoso paisaje de montañas y, por otro lado, la mayor parte de sus habitantes, son tibetanos exiliados del Tibet invadido por China desde 1949. Entre los exiliados se encuentra el nro 14 y actual Dalai Lama ya que McLeod es hoy la sede del gobierno tibetano en el exilio. Para llegar a McLeod Ganj primero hay que llegar a Dharamsala y de ahí tomarse un bus local hasta este pueblo de montaña. Estos buses unen Dharamsala con todos los pueblos de la zona. En esta parte de India es muy común encontrar lugares para meditar o ejercitar/aprender yoga, siempre hay que averiguar bien para no caer en las manos de un “maestro” trucho.

Todo en este lugar tiene que ver con la causa de los tibetanos por recuperar SU Tibet. Se pueden encontrar desde pintadas en las paredes y presentaciones de grupos musicales relacionados con la causa hasta cartelitos en los negocios que rezan: “Nosotros no vendemos productos hechos en China”. Además, para todo aquel que quiera colaborar con ellos existen varias opciones de voluntariado: en casi todos los bares hay carteleras con anuncios.

En la ciudad de Amritsar se encuentra el templo dorado, el templo más importante para los sijs. ¿Quiénes son los sijs? En pocas palabras, son una de las tantas las religiones que se practican en India y que, según dicen, tiene más de 23 millones de seguidores. La mayoría vive en India, principalmente en el estado conocido como Punjab. Esta religión surgió contra el sistema hindú de castas y pretende unir lo mejor del hinduismo y del islamismo. Una de las cosas que los diferencia es que no se cortan el pelo (algunos tampoco la barba) y usan turbantes de colores para cubrirse la cabellera. Además, algo que me llamó la atención es que dicen que son “buena gente”. Pero yo me pregunto… ¿es necesario pertenecer a una religión para ser buena gente?

  Todo aquel que quiera interiorizarse sobre los rituales del hinduismo, debe visitar Varanasi. La localidad más famosa a orillas del río Ganges es la ciudad india más sucia, colorida e interesante que recorrimos. Es, también, donde más necesario se hace desarrollar el sentido de la paciencia para no mandar a visitar a su madre, hermana y/o tía a los cientos de “cazaclientes” (como los llaman acá) que no paran de molestarte mientras vos, simplemente, querés caminar por los ghats (escaleras que descienden hacia río) y tratar de absorber todas las imágenes que se presentan al mismo tiempo. Algo, muy recomendable para hacer… si te dejan.

Pushkar es una pequeña ciudad, a 11 km de Ajmer, que creció alrededor de un lago sagrado. Es el lugar donde se encuentra el único templo de India dedicado a Brahma, una de las representaciones principales del Brahmán (las otras dos son Visnú y Siva). Para el hinduismo todo lo que existe emana del Brahmán y volverá a él. El Brahamán es el Uno, la realidad última, es informe y eterno. La infinidad de deidades que tiene el hinduismo son sólo manifestaciones de este ente. Vista de una parte del lago sagrado.  

 

En esta época del año todo el norte de india se llena de colores, no sólo por la gran cantidad de festivales que se celebran, sino también por las bodas. Es la época de las bodas y cada boda tiene, en la mayoría de los casos, una duración de tres días. Decimos en la mayoría de los casos porque pueden durar también 7 o 30 días!! Creemos que las de 30 días ya casi no se festejan…

Las invitaciones suelen ser grandes, muy “barrocas” y en ella figura la programación de los festejos. Si hay 100 invitados se imprimen 101 tarjetas, porque una es para el dios de la felicidad. En general, la primera fiesta es la de compromiso donde los novios intercambian anillos y la familia de la novia hace presentes para los novios y la familia del novio. Previamente a la boda se celebra el sangit (música en hindi). Esta celebración es propia de las mujeres, en la que se canta, baila y come. En ella participan las parientes y amigas de la familia de la novia. Suele tocarse el dhol, un intrumento tradicional, y es el momento de la decoración con henna de las manos y brazos. Se supone que cuánto más cercana a la novia es la invitada, más complejo es el dibujo que se le realiza. Mientras las mujeres realizan esta celebración, puede ser que los hombres hagan una fiesta alternativa, pero no como se pueden imaginar en occidente, sino que ponen música a todo volumen y bailan solos al compás de la música de Bolywood.