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Jodhpur, la ciudad azul

Atravesando las áridas tierras del Rajastán llegamos en bus a la ciudad de Jodhpur, a la que llaman la ciudad azul. Si bien nos costó un tiempo encontrarle el azul a la ciudad… si uno busca lo encuentra…

De camino entre Jaisalmer y Jodhpur pudimos ver la dureza de la vida rural en el estado de Rajastán, similar a la vida rural en muchísimos otros países. Pequeños poblados con casas de adobe y paja; mujeres cargando en sus cabezas pilas y pilas de leña, ladrillos y ropa, y cuencos con agua.  Hombres raquíticos con sus turbantes de colores y su ropa blanca tratando de que las cabras les obedezcan. Niños sacando agua de los pozos. Niñas llevando en sus cabezas palanganas de metal cargadas de bosta, la que luego secan al sol en forma de “tortitas” y la usan, entre otras cosas, como combustible. Este mismo combustible natural se utiliza en otras partes del mundo, como en Latinoamérica.

Los colores de los turbantes y la manera en la que se atan tienen un significado social y religioso. Por ejemplo los turbantes rosas representan a los hindúes (eso es lo que nos contaron).

Primeras impresiones de Jodhpur

La ciudad de Jodhpur es una de las más sucias que vimos, hasta ahora, en India. Como siempre, el bus desde Jaisalmer nos dejó en cualquier lugar de la ciudad (casi nunca respetan las estaciones de buses) y desde ahí nos tomamos un tuc tuc hasta la “torre del reloj”, una especie de plaza con mercado en el casco antiguo de la ciudad.

Al igual que casi siempre, el conductor del tuc tuc insistió en que le digamos el hotel al que íbamos. ¿Para qué? Porque así ellos te llevan y se ganan una comisión, lo que implica que a vos la habitación te sale más cara de lo que cuesta. Por eso siempre los evitamos y buscamos el alojamiento por nuestra cuenta, pero a veces se vuelven tan pesados que es complicado sacártelos de encima.

Uno sabe que están haciendo su negocio, pero si los podés evitar mucho mejor. Una vez en la famosa torre, y sin el conductor del tuc tuc encima, nos dedicamos a buscar un lugar. Casi todas las guesthouse son iguales: escaleras pronunciadas, habitaciones muy básicas y una terraza-restaurante con vistas al fuerte, así que elegimos una de las más baratas.

Plaza de la torre del reloj.

Vista del fuerte de Mehrangarh.

Curso de cocina en Jodhpur

Por consejo de unos amigos españoles que estuvieron alojados en nuestra casa en Buenos Aires, fuimos a visitar a Amil y Rehka y tomamos un curso de cocina india con ella. Fueron más de cuatro horas en las que cocinamos y comimos mucho!! Realmente los sabores son riquísimos. Aprendimos a preparar chapati y naam indio, rice biriyani, raita, pakoras, masala chai, fried dal y otros curries. Prometemos cocinar algo a la vuelta! Ahora sólo algunas fotos…

Alrededor de la plaza del reloj se encuentran miles de tiendas donde venden de todo, pero sobre todo, especias.También están los típicos bazares especializados en distintos productos, desde telas hasta elementos de cocina.

Los vendedores y los clientes suelen sentarse plácidamente para discutir precios y calidades.

Además de especias encontramos el kiosco de Vicky, un chico indio que vende omelette y tortillas de papas. Convengamos que no es la tortilla de papas de “la abuela”, pero por medio dólar estaba riquísima. Almorzamos varias veces en su puestito y nos hizo firmar su libro de visitas.

Sentados arriba de los huevos.

El fuerte de Jodhpur

Camino al fuerte tuvimos una mala experiencia con unos chicos. Por no tomarnos un tuc tuc comenzamos a caminar por las calles del casco antiguo hasta que nos metimos en unos callejones donde había mucha basura, animales y niños jugando. Nada raro. Cuando nos acercamos hacia el final de la calle los nenes comenzaron a pedirnos dinero. Algo, lamentablemente, nada raro tampoco.

Lo diferente esta vez fue que, cuando les dijimos que no, comenzaron a tirarnos de la ropa. Decidimos darnos vuelta y nos tiraron piedras y bolitas con las que estaban jugando. Nos volvimos sobre nuestros pasos con cara de malos y salieron todos corriendo… fue una sensación muy fea porque sentimos que esos chicos no tenían nada de inocencia… al contrario, sentimos agresividad en sus miradas, una especie de resentimiento hacia el “extranjero”.

Obviamente son cosas que copian o aprenden de los adultos, pero realmente es una pena que estas cosas sucedan. Por desgracia, en muchas partes del mundo los chicos son “usados” para conseguir dinero, pero nunca habíamos visto tanta agresividad…
Claro que no todos los chicos en India son iguales y muchos de ellos te regalan una sonrisa, pero lo que nos pasó no es tan extraño…

En uno de los bazares del mercado encontramos varios artesanos que preparaban pulseras con resina. Las hacen a una velocidad increíble. Les dejamos los pasos en algunas fotos.

Nos vemos en la próxima entrada! Saludos a todos!

 


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