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Llegada a China: Erlian y Datong

A las 6.30 a.m, la encargada del vagón nos despertó a los gritos, prendió las luces y comenzó a guardar las sábanas de los que ya estaban despiertos. Faltaba poco para llegar a Zamyn Uud, la última ciudad de Mongolia antes de cruzar la frontera con China y llegar a Erlian y Datong.

En menos de dos minutos teníamos al lado nuestro una cola de mongoles esperando para ir al único baño del vagón, que estaba inmediatamente después de nuestras literas. Así que nos levantamos y esperamos nuestro turno para ir al baño.
Sin darnos cuenta, al final nos habíamos tomado el transmongoliano, pero como no cruzamos la frontera en tren, el pasaje fue realmente mucho más barato.

 

Frontera Mongolia China

Apenas bajamos del tren, las hordas de mongoles y chinos se abalanzaron sobre los jeeps y buses que se encuentran esperando a la salida de la estación. Luego del regateo pertinente nos subimos a un jeep destartalado junto con una chica francesa y un chico alemán sin saber que íbamos a participar en una carrera de la formula 1.

El cruce de frontera fue en sí tranquilo, pero nos llamó la atención la carrera desenfrenada y en la que “vale todo” para llegar primero a la zona de los controles migratorios. Vale todo incluye chocar y que te choquen con tal de ganar el lugar, nunca entendíamos por qué pero fue de lo mas entretenido, claro, no somos los dueños de los jeeps.

Una vez del lado chino, en la ciudad de Erlian, averiguamos que nuestro bus hacia Datong salía al otro día a las 8 de la mañana, así que decidimos pasar la tarde y la noche recorriendo esa ciudad de frontera (que de ciudad de frontera no tiene mucho porque es enorme) y descansando. Estábamos felices de estar en China por segunda vez.

Erlian y Datong

Después de pasar una linda tarde y noche en Erlian, recordando el viaje anterior y comiendo rico y barato, nos fuimos en bus hacia Datong, capital de la provincia de Shanxi. En China, cuando te tomás los buses locales, quien dice 5 dice 7 u 8, así que de las 5 horas que iba a durar el trayecto se hicieron unas 8 por lo que se hizo bastante tarde.

El bus paró en todos los pueblos, ciudades y edificación que apareciera en el camino. Mientras había un recambio permanente de gente, nosotros éramos los únicos que seguíamos de largo. Al final, llegamos a Datong, una de las tantas ciudades industriales de China que contribuye al efecto invernadero, ya que la cantidad de gases que eliminan las industrias es increíble, mejor dicho, es bien creíble, ya que desde la ruta sólo se ven chimeneas con humo blanco.

Sentirse como en casa en China

Un solo día en China y ya vivíamos otra vez la comida china riquísima y super barata, los hotelitos con agua caliente para el té, la gente queriéndote ayudar aunque no hablen ni una palabra de ingles, los baños desastrosos, las avenidas amplias y los carteles con letras chinas enormes.

Los carritos motorizados que llevan de todo, los nenes con los pantalones abiertos en la parte de atrás y el culito “al aire”, las escupidas en cualquier lugar (una fue derecho al pantalón de Dino), el viaje en los buses acompañados de todo tipo de animal muerto o vivo, la voz alta de los chinos que parece que siempre se van a pelear y el fumar en cualquier parte.

Y como corolario… la madre que le hace hacer pis al nene en el pasillo del bus. No sabemos por qué, pero nos sentimos muy bien en China, con lo enquilombados que son y todo.

Ese fideo que vuela terminó en uno de nuestros platos preferidos: fried noodles with vegetables and pork!

Datong y el templo colgante

La ciudad en sí no tiene mayores atractivos, pero es el punto de partida para conocer las cuevas de Yungang y el templo colgante.

Como en todas partes, podés ir en una excursión o podés hacerlo por tu cuenta. En la primera opción siempre es más caro (a veces muchísimo más caro), pero tenés todo resuelto. En la segunda opción, siempre es más barato, pero tenés que arreglártelas vos solo con algunas cosas, sobre todo si no hablás el idioma. ¿Adivinan qué opción elegimos? SÍ, la segunda.

Sabíamos que nos teníamos que tomar el bus 4 desde enfrente de la estación de buses para ir a las cuevas, pero cuando salimos del hotel nos encaró un taxista. Terminamos arreglando para ir a ver el templo colgante de las montañas Hengshan (porque realmente es bastante lejos de la ciudad) por una módica suma que incluía ida, espera y vuelta. Mucho más barato de lo que nos ofrecía la agencia de turismo chino (cits), que nos quiso “robar” con todo lo que le preguntábamos.

Todo salió bien, pero por supuesto antes de volver intentó subir a otras dos personas y también cobrarles.
A las cuevas, vamos otro día en el bus 4.

Les dejamos algunas fotos del templo colgante, construido hace más de 1500 años, que realmente es impresionante.

 


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