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Queríamos autenticidad y la tuvimos

 

(Otra entrada extensa… pero igual de interesante…)

Nos habían dicho y habíamos leído sobre lo difícil que es viajar por tu cuenta en Mongolia (salvo los lugares más cercanos a Ulan Bator, como el Parque Terelj). Básicamente, porque no están preparados los caminos. Además, los pocos buses que hay son lentos y muchos no te acercan a todos los lugares ni otro tipo de infraestructura. Por eso, todos recomiendan contratar alguna de las miles de excursiones que te venden en los hostels o agencias. Pero nosotros nos negábamos. Por un lado, porque para nuestro presupuesto son carísimas y, por otro, porque no conocés realmente cómo vive la gente en el interior del país sino que está todo “preparado”.
En la visita a uno de los templos de la capital mongola, nuestra amiga francesa Noella conoció a un señor que nos ofreció llevarnos hacia el noreste del país durante cinco días por mucha menos plata. Sabíamos que iba a ser algo sin mucha organización y que nos arriesgábamos, pero era la manera de poder conocer lo que queríamos y cómo queríamos. Ahora que estamos de vuelta podemos decir que nos salió bien y mal. La parte buena (y más interesante), es la que sigue, la mala se las contamos en la próxima (nada grave, no se asusten), el ying y el yang.

Una vez que salís de la ruta principal y te metés en los terrenos áridos, de tierra y arena, sólo una persona que conoce bien el lugar puede andar por ellos. Menos mal que nuestro guía improvisado había nacido en esa región y conocía todas las huellas de camino habidas y por haber. Era increíble cómo se desviaba de la huella principal, se metía en el pasto, buscaba otra huella… y la encontraba!

Nuestra primera parada importante (porque paramos muchas veces en el camino) fue el pueblito de Omnodelger. Llegamos el día en que se festejaba el Naadam. Naadam significa “festividad”. El Naadam más importante se celebra en julio y es una fiesta nacional a la que asisten miles de personas de todo el país y otros países. Es el momento en que Mongolia recibe más turistas. Pero además, cada localidad o región tienen su Naadam y nosotros llegamos justo el día en que se desarrollaba en este pueblito.

El festival consiste en danzas típicas, luchas, tiro con arco y carreras de caballo. Los competidores visten ropas tradicionales y muchos espectadores llevan los gorros típicos de Mongolia. Nos llamaron la atención las botas de los luchadores, llenas de detalles, y los movimientos que realizaban antes de la “lucha” hasta que un juez tomaba sus sombreros y los sostenía como en bandeja hasta el final de la competencia.
Al ganador, el juez le colocaba su sombrero y al perdedor se lo entregaba en la mano. Luego, el que ganaba se dirigía a un palco y recibía pedacitos de lo que parecía queso, que luego repartía entre algunos de los presentes.

Les dejamos algunas fotos. Pueden ver más en la galería de Mongolia que ya está lista.

Después del espectáculo llegamos por primera vez a un ger, la casa de muchos de los mongoles. Los gers los encontramos solitarios en el medio de la nada o en las afueras de los pueblitos junto a casitas de madera. Su estructura es de madera, cubierta por pieles de animales y una tela gruesa y blanca. Todos los muebles se ubican sobre las “paredes” y en el centro suele haber un horno de hierro con una chimenea, que se prolonga hacia el exterior, y que utilizan tanto para calefaccionar el lugar como para cocinar. En algunos casos tienen un mini cuarto de madera al lado del ger que sólo usan para cocinar. Como baño se utiliza el resto del planeta.

Entre los muebles se encuentran las camas (que suelen compartir una o dos personas de la familia), algún “modular” (suelen ser anaranjados) con los típicos dibujos mongoles bien coloridos, una heladera y un televisor (en algunos casos).
En varios gers cuelgan pedazos de carne (llenos de moscas) de los tirantes de madera, que le brindan un olor característico al ambiente. Algunos gers son más precarios que otros, ya que por ejemplo no tienen piso ni muebles, sólo un par de sábanas o a lo sumo una cama (eso sí, suele haber mucha carne colgada…).

Nuestro primer almuerzo y encuentro con la comida mongola fue en un ger en el pueblo donde se desarrolló el festival. Apenas llegamos nos ofrecieron el típico té mongol, que consiste en té con leche, pero salado. La leche que usan es la que viene sin escalas desde la vaca a su mesa y le confiere al té un gusto especial, que si lo sumamos a la sal, queda bastante poco tolerable para nuestro paladar. Así que lo probé yo y le hice un gesto a Dino para que ni lo pruebe. Nos habían dicho que es una ofensa no aceptar lo que te ofrecen en un ger de comer o beber, pero creo que hoy en día ellos ya entienden que uno no está acostumbrado a sus comidas. Después del té, comimos unos fideos con carne y caldo. La carne es la base de toda comida en Mongolia., claro, si hay miles de animales por todas partes y casi nada de siembra.

De camino al pueblito de Binder (lugar de nacimiento de nuestro “guía”), donde pasaríamos la segunda noche, nos detuvimos en el ger de uno de sus amigos que vivía sólo, en el medio de nada, pero muy bien acompañado por sus cientos de ovejas, cabras y caballos.
Menos mal que no era el lugar dónde íbamos a dormir porque la verdad era de los peores gers que habíamos visto (típico ger de soltero).

Como se acercaba la hora de cenar, el amigo del guía apareció en su caballo con un codero. Nuestro “guía” la bajó, la puso sobre una lona, le hizo un tajo en la barriga, le metió la mano y, no sabemos qué hizo en el interior del pobre animal, pero lo mató. Aparentemente es un sistema que impide que el animal sufra, pero realmente nunca lo sabremos….

Luego, procedió a separar la piel, cortar los pedazos de carne y tirarle a los perros todos los órganos del animal que no son aptos para el consumo humano (por ahora, porque se comen todo).

Mientras tanto, un personaje que se había unido a nosotros, llamado Chuulunbaatar, prendía el fuego y ponía unas piedras a calentar. Resulta que las piedras eran para cocinar la carne. Una vez que estaban bien calientes, pusieron la carne en un recipiente sobre el fuego y le agregaron las piedras calientes y algo de agua. Después de unos minutos la cena estaba lista!! Yo no comí mucho, ya que no tenía un olor muy agradable, pero Dino le dio como si estuviera comiendo un asado en Vallejos (la casa de mis viejos). Menos mal que habíamos llevado algunos paquetes de rumbas y maná rellenas de limón que encontramos en un supermercado en Ulan Bator!!

Mientras esperábamos que se cocine la carne nos entretuvimos con una ronda de vodka (que nosotros sólo nos mojamos los labios) y un dígalo con mímica muy divertido, ya que ninguno de nuestros acompañantes hablaba inglés y menos español o francés. Y nosotros no hablábamos mongol. Pueden ver algo en el video al final del post.

Nuestra segunda noche la pasamos en la casa de la familia de nuestro “guía”, que se encontraba en las afueras del pueblito Binder. No eran gers, sino varias casitas de madera. En una se cocinaba y se comía, otra era el baño con el típico agujero en la tierra y 2 tablitas para poner los pies (mejor no mirar para abajo), en la otra dormía la madre y en la otra la hermana con su marido e hijos, todos en una misma cama. Nos recibieron nuevamente con té, unas galletas caseras muy ricas y una crema con frutos que se dejaba comer…

Además de la carne, la dieta de los mongoles incluye todos los productos, principalmente la leche, que puedan obtener de los animales que tienen. Con la leche elaboran desde quesos hasta cremas y vodka. Sí, el vodka mongol es leche de yegua fermentada y, para nuestro gusto, no es nada rico, pero acá se lo toman como agua.
Las mujeres suelen pasar la mayor cantidad de horas al día preparando las comidas con las materias primas que obtienen de los animales. Mientras la mayoría de los hombres se encargan de los ganados.
Para dormir nos dejaron la cama a nosotros y toda la familia durmió en el piso. Aunque al principio nos negábamos, no nos dieron bola y nos hicieron dormir en la cama a nosotros.

Al otro día, camino a Dadal, paramos en uno de los ríos para asearnos. Así es como se bañan, cuando se bañan, las personas que viven en el medio de la nada. Cada vez que parábamos en un río (ya sea para cruzarlo en unas balsas o para tomar agua) nuestro guía nos hacía recoger tres piedras en uno de los ríos para luego arrojarlas en el próximo. Mientras estábamos en el río, pasaban cientos de animales a nuestro alrededor: vacas, caballos, ovejas, cabras y hasta dos camellos… todos tienen el mismo derecho a usar las aguas del río!

Con respecto al agua potable, los pueblos tienen una especie de cisterna que les provee agua. Por eso es común ver a las mujeres y a los chicos con carros y bidones en busca del preciado recurso. En otros casos, la sacan de pozos subterráneos que bombean con la fuerza de las motos (ver video al final de este post).
Hablando de motos, las hay por montones, ya que junto con los caballos, es el medio de transporte que más utilizan. Dino tuvo la posibilidad de manejar una, la que nos trajo un bidón de combustible cuando nos quedamos parados en el medio de la nada.

Luego del río, visitamos la casa de Chuulunbaatar, que no es un ger, pero es una casita de madera cuyo interior es muy similar al ger. Nos presentó a su mujer, su hija y su nieto. Cuando le ofrecimos caramelos al nene, los agarró con una sola mano, a lo que el padre se le acercó y le señaló que debía hacerlo con las dos juntas, en forma de cuenco. Así es como reciben todo lo que les das, con las manos en esa posición.

También visitamos un ger de una pareja muy amigable y simpática que, para no variar, nos recibió con té mongol y pan. Es un pan especial porque tiene una mezcla entre dulce y salado. Nos fuimos de estas casas con varios regalos, ya que es costumbre darte algo luego de la visita. Así, nos llevamos piel de liebre, costillar de oveja, crema de leche, dulce, pan, etcétera.

En Dadal dormimos en el ger de una familia que también nos dejaron sus camas y ellos durmieron en el piso. En esta casa conocimos a uno de esos personajes difícil de olvidar. Sabía 10 palabras en inglés y no paró de repetirlas durante todo el tiempo que estuvo con nosotros.

Toda esta zona es la región donde se supone que nació Gengis Kan (acá se pronuncia Chinggis), por eso, hay varias estatuas o recordatorios. Una de ellas es el lugar que aparece en la siguiente foto para recordar el área dónde Gengis Khan mantuvo muchísimas batallas. Además, allí es dónde lo nombraron emperador de los mongoles en 1206.

El último día consistió en la vuelta adelantada y no hubo tan buena onda con la gente con la que estábamos, porque nos quisieron hacer “el cuento del tío” y comenzaron a no cumplir con lo que habían prometido, por eso, decidimos volvernos un día antes, pero no fue tan fácil… (continuará…)

Pueden ver más fotos en la galería de Mongolia, que ya está lista en la solapa «Fotos» (sabemos que les debemos la de Rusia). Saludos!

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