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Una pregunta para la que no tenemos respuesta (pero en eso estamos)

Desde que nació Tahiel hay una pregunta que nos hacen cada vez más seguido, cada vez con más insistencia: ¿cómo hacen o van a hacer con la educación de Tahiel? No exagero si digo que es la pregunta que más recibimos. Cuando nos preguntaban esto hace unos años decíamos que no era algo que tuviéramos en cuenta en ese momento, que faltaba para pensar en eso y que, llegado el momento, veríamos alguna opción de educación a distancia. También les respondíamos que para nosotros gran parte de la educación pasaba por lo que hacíamos en nuestra casa (por eso la importancia de estar mucho tiempo con él) y que estábamos convencidos de que en los viajes iba a aprender mucho más que en la escuela y que la idea, por el momento, era seguir viajando.
Con estas respuestas, que no siempre dejaban convencido a nuestro interlocutor, esquivábamos un poco las preguntas. Pero las esquivábamos “de la boca para afuera”, porque entre nosotros siempre fue un tema de conversación y, sobre todo para mí, un tema que no puedo sacarme de la cabeza casi en ningún momento. Leo mucho, converso con mis amigas que son mamás, pienso y, sobre todo, lo miro a Tahiel.
Lo miro y veo un nene extremadamente sociable (a veces me parece exagerado su “no filtro”), sin vergüenza a hablar con nadie, muy curioso, que pregunta todo, que puede jugar con personas de todas las edades y las condiciones sociales, que es bueno, sensible y que tiene una sonrisa que me derrite. Sí, ya sé, van a pensar que digo todo esto porque es mi hijo, pero yo lo siento así. Siempre digo que no sé cuál es la causa de su forma de ser, puede que sea algo de su naturaleza o que hayan influenciado los viajes, pero yo lo veo así.
Y no quisiera que cambie.
Esa es una de las razones por las que no quiero que vaya a una escuela tradicional. Y ya les voy a contar por qué.
Todas esas respuestas que dábamos fueron ideales para los primeros dos años de Tahiel: todavía era pequeño, estaba siempre con nosotros y aprendía viajando.

Nota: todo lo que sigue a continuación es para darles un panorama sobre el tema a quienes les interese leerlo. Nada es una crítica a quién hace las cosas de una u otra manera. No es nuestra intención que alguien se sienta ofendido. 

En la foto, Tahiel me pregunta sobre unas piedras que encontramos en la playa. A partir de esa pregunta, conversamos de las rocas, las montañas, los volcanes y hasta la manera que podemos hacer para coleccionar distintas piedras.

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En la Argentina hay dos tipos de instituciones educativas: las públicas y las privadas. Las públicas son estatales, gratuitas y abiertas a toda la comunidad. Las privadas son escuelas pagas. Dentro de las privadas están las escuelas religiosas que son subvencionadas, por lo tanto, las cuotas son mucho más baratas que las demás escuelas privadas. El resto de escuelas privadas suele tener tarifas caras, que aumentan según lo que ofrecen. Por ejemplo, las bilingües o las que siguen alguna pedagogía alternativa, como las Motessori , Waldorf, escuela abierta (que, igual, hay muy pocas) son más caras, sobre todo en las ciudades.
En cuanto a la calidad de educación, todas deben seguir los mismos diseños curriculares, por lo que muchas veces la calidad está dada por los directivos y los docentes. Ellos son los que hacen la diferencia en cómo se dan esos contenidos, pero salvo excepciones (muy pocas), el tipo de educación y el cómo de la enseñanza que se implementa es el tradicional: un docente que expone y explica un contenido y los alumnos que escuchan, copian, leen y, algunos, aprenden. Lo hacen en un mismo lugar, a horas establecidas, con deberes y evaluaciones, por el hecho de tener que aprobar. Aprender muchas veces es sinónimo de repetir y de “saber” algo durante un tiempo. Es lo que Alfred Whitehead llama el “conocimiento inerte”. Yo creo que la mayor parte de lo que aprendí en la escuela e, incluso, en la universidad fue de este tipo de conocimiento, porque realmente no lo sé en la actualidad. Lo supe en su momento, me fue bien en las evaluaciones, fui “buena alumna”, pero si me preguntan ahora, no lo sé. Puedo recordar algo, pero no lo sé, no lo aprendí. Y es por la forma en que me lo enseñaron.

Si bien hay colegios que trabajan por proyectos, por temas transversales, por grupos o que buscan darle la vuelta a la forma de aprender desde una cuestión más vivencial de los problemas, no se alejan mucho de lo tradicional. Sé que hay algunos cambios en algunas instituciones que, sin ser pedagogías diferentes, intentan cambiar algo en la manera de enseñar, sé que desde los libros de texto se hacen muchas propuestas, sé que hay programas donde van capacitadores a las escuelas para, justamente, capacitar a los docentes para que cambien la forma de enseñar, que intenten, por ejemplo, partir de problemáticas cercanas a los chicos. Sé que todo eso existe, pero está muy en pañales o llega a muy pocos lugares, por lo tanto no es algo que abarque a la mayoría de las escuelas en la Argentina, más bien todo lo contrario.
Básicamente, todas estas escuelas no se alejan mucho de lo tradicional porque el foco no está puesto en la individualidad de cada alumno, sino en el grupo. La escuela, en este sentido, homogeniza y “mata la creatividad” (como dice Ken Robinson en una de las charlas TEDx más vistas de la historia, que les compartimos el link más adelante y les recomendamos escuchar). Al fin y al cabo, ese fue uno de los objetivos de su creación. No digo que en ciertos contextos sociales la escuela no sea fundamental, al contrario, pero en otros, como el de Tahiel, creo que no lo es.
Por eso, desde que soy mamá que me preocupa el tema de la educación y de la escuela y, por eso también, empecé a evaluar distintas posibilidades, entre las que están: enviarlo a una escuela con alguna pedagogía alternativa o, directamente, no enviar a Tahiel a la escuela (hacer homeschooling).
Si bien el homeschooling es algo que no está aprobado en la mayoría de los países, cada vez más familias se orientan por este camino. Más adelante les cuento más y les hablo sobre la situación en la Argentina.

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Después de los dos años de Tahiel, ya con base en Buenos Aires, decidimos que Tahiel vaya a un jardín solo tres horas por día y que sea un jardín “diferente”, es decir, un lugar donde tuviera una pedagogía distinta a la educación tradicional. Estos jardines suelen ser caros, pero encontramos uno cerca de casa en donde nos dieron media beca y pudimos solventarlo durante un año. Esas tres horas eran las que usábamos para trabajar los dos al mismo tiempo y Tahiel la pasaba muy bien. Era un lugar muy contenedor (con los peques y con los padres primerizos) y hacían un montón de actividades que incentivaban todas las áreas del conocimiento y de la vida en general. Tahiel allí hizo más cosas que las que hizo después en su otra experiencia escolar. Tenía talleres de expresión corporal, de cocina, de música, de cuentos, de todo…

Sabíamos que el jardín no era un impedimento para los viajes, porque era algo que habíamos conversado con anterioridad con las autoridades y estaban totalmente de acuerdo con esos viajes. Digamos que los viajes iban “en línea” con la filosofía que llevaban.
Era el equilibrio justo. Iba pocas horas, durante la tarde (nada de hacerlo madrugar) y las horas que iba las aprovechaba en actividades piolas y acordes a su edad.
El resto del tiempo estaba con nosotros, como queríamos. Siempre fuimos de la idea de que queríamos estar con él la mayor parte del día para compartir juegos, experiencias y aprendizajes. Poder ser testigos de su crecimiento en el día a día era algo que no estábamos dispuestos a perder. A nosotros no nos gusta que Tahiel esté en una institución 7 u 8 horas por día, pero sabemos que en muchísimas familias es la única opción que tienen. Y no es criticable. Cada uno hace lo que puede.
Por eso, enviarlo solo 3 horas era para nosotros lo “ideal”. Eran unas horas para trabajar y, mientras, él generaba vínculos no obligados con sus compañeros y compañeras (en total eran seis), se enfrentaba a otras realidades y aprendía jugando. Habíamos encontrado un lugar que nos gustaba. El resto del tiempo era para la plaza, para jugar con nosotros, para crear, para vincularse con su familia y para vivir plenamente su niñez. Allí conoció a su mejor amigo, con el que a pesar de estar lejos cuando estamos de viaje, sigue hablando y teniendo presente.
Después de ese año no pudimos pagar ese jardín y lo pasamos a un jardín del Estado. La diferencia fue abismal. Esto no quiere decir que todos los jardines estatales sean malos, pero la diferencia para mí fue como una cachetada. A lo mejor  no tuvo tanta suerte con las docentes o a lo mejor mis expectativas eran muy altas. Tahiel iba contento porque iba a jugar, pero sino iba al jardín para él era lo mismo. No pedía ir al jardín y, cuando volvía, nunca tenía nada para contar. Eso nos llamó la atención, pero pensábamos que podía ser su personalidad de no tener ganas de decirlo. Mi mamá me cuenta que cuando volvía del jardín y me preguntaban qué había hecho yo le decía “nada, yo miro”.
El tema es que acá no hacían casi nada y todo lo que hacían no era nuevo para Tahiel: o lo había hecho antes en el otro jardín o lo había hecho con nosotros en casa. Salvo algunas excepciones de proyectos que sí estaban muy buenos, no había novedades. Con Dino sentíamos que estábamos desaprovechando las virtudes o capacidades de Tahiel y nos poníamos mal porque no queríamos que tuviera un retroceso. Como no podíamos cambiarlo de escuela, como el grupo humano que nos tocó nos gustaba mucho (ese era uno de nuestros mayores temores, no solo de este colegio, sino de cualquiera, el de cómo sería el grupo humano) y como solo eran tres horas e íbamos a viajar bastante durante el año, lo dejamos.
A ese jardín fue dos años, siempre en turno tarde y siempre solo tres horas. Todos los años que lo mandamos lo hicimos sin muchas ganas, solo porque teníamos claras dos cosas:

  •  Durante el año Tahiel viaja bastante y eso le hace tener otra perspectiva de las cosas y otros conocimientos.
  •  Y porque en casa nosotros le damos muchas cosas que, creemos, le faltan en el colegio. Hace poco terminé de leer el libro “Guía para criar chicos curiosos”, de Melina Furman (se los recomiendo), y me quedé con dos ideas generales. Una que me gustó y otra que no:
  •  La que me gustó es darme cuenta de que muchas cosas de las que ella propone para ayudar a nuestros niños a pensar, a sentir ganas de aprender y a ser curiosos nosotros las hacemos en casa desde que Tahiel nació.
  •  La que no me gustó fue comprobar que la escuela en Argentina esta lejísimos (lejísimos) de lograr una educación distinta.

 

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Como estoy escribiendo en otro post (que no sé cuándo lo voy a terminar), hasta los cuatro años creía tener todo (o casi todo) controlado. En ese “todo” entraba el tema de la escuela. De manera inconsciente pateaba para más adelante la respuesta a la pregunta del principio y decía “todavía falta”. Pero el tiempo pasa volando, y más si tenés hijos, y ahora el tema se nos cae encima. ¿Qué hacemos con la educación (escolarización) de Tahiel ahora que en breve empieza, o debería empezar, la escuela primaría?

No sé. No sabemos. Y es un tema que nos tiene muy preocupados y al que no le encontramos la vuelta. Básicamente, porque nada nos convence del todo. Aunque se van abriendo algunos huecos de esperanza.
A continuación les compartimos algunos pensamientos. Los compartimos porque muchos nos preguntan y a lo mejor también les sirve para conocer el panorama.

 

– NO QUEREMOS QUE VAYA A UNA ESCUELA TRADICIONAL

No es que no queremos que vaya a la escuela. Si bien hay muchas cosas de la institucionalización de la escuela que no nos gustan, no estamos totalmente en contra de que vaya a alguna, pero lo que no nos gusta es que vaya a una escuela tradicional. Y por tradicional no me refiero solo a la manera de enseñar, sino también a ciertos valores o formas de relacionarse que se mantienen en el tiempo.

Con solo escuchar algunos de estos videos lo van a entender. La escuela tradicional homogeniza y no tiene en cuenta las capacidades de cada niño. La escuela tradicional genera competencia y obliga a ciertas actividades y relaciones que no todos los chicos quieren o están preparados para tener.

 

 

 

– NOS GUSTARÍA QUE VAYA A UNA ESCUELA ALTERNATIVA
Solo por unas horas mientras estemos en “nuestra ciudad base”. Pero las escuelas de este tipo que conocemos son muy caras (sabemos que hay algunas que no lo son tanto, pero no están en Buenos Aires) y, la verdad, tampoco es que nos convenzan del todo.
Una escuela que valore su potencialidad y capacidades, que no importe si aprende primero una cosa y después la otra, que él pueda ir detrás de su curiosidad e intereses (la mejor manera de aprender de verdad), que se enseñen cuestiones relacionadas con la formación emocional del niño y con herramientas para el mundo que se viene, no con contenidos que estudiaban nuestros abuelos o padres.
Si lo mandamos a una escuela “alternativa” no queremos que forme parte de un “gueto” o una “elite”. Y no lo digo en el mal sentido, como a veces se interpreta, sino en que es un proceso que puede darse lógicamente. Si un chico va a una escuela por la que se paga una cuota muy alta (no importa qué tipo de escuela sea), que se ubica en un barrio donde vive gente de clase económica alta, con determinadas realidades, inevitablemente ese chico se va a relacionar con las personas de su misma clase y contexto. No estoy diciendo que eso es malo, estoy diciendo que a mí no me gusta. Justamente, por eso quiero seguir viajando con Tahiel, para que vea que hay muchas realidades y pueda relacionarse con todas. Obviamente que no todas estas escuelas son así. Estuve conversando con una familia de clase media (media) que envía a su hijo a una escuela Waldorf en Córdoba (no muy cara y donde van chicos de varios contextos) y dicen que fue la mejor decisión que pudieron tomar en su vida. El nene en una escuela tradicional no avanzaba, tenía problemas para relacionarse y para aprender, pero cuando empezó en esta escuela avanzó a pasos agigantados, tiene amigos, proyectos, etcétera. ¿Qué cambió? La forma de enseñar, los tiempos dedicados a cada actividad, el juego, el respeto por sus tiempos.

Hace un tiempo escuche un video de Laura Mascaró que decía algo así como “que muchas veces los papás y las mamás se enamoran de un método (o, mejor dicho de la parte que conocen de ese método), y después se dan cuenta que no coincide cien por ciento con lo que pasa en la escuela. Básicamente, porque que una escuela diga que es Montessori o Reggio o activa o libre no significa que lo sea. Esto es lo que está pasando mucho”.
Y yo coincido con esto.
Por eso, si bien poder llevar a Tahiel a una escuela alternativa, que tenga la libertad de los viajes, sería lo ideal, por ahora no encontramos el lugar. ¡Y lo estamos buscando! Sabemos que en la provincia de Córdoba hay varios emprendimientos de este estilo, pero muchos no están reconocidos y, además, necesitamos estar en un lugar más grande que un «pueblo» porque el trabajo de mago de Dino requiere ciudades más grandes. Será cuestión de ir a investigar, acá o en otro país como España. Si conocen alguno, ¿nos avisan?

Para ver de qué se trata la pedagogía Montessori, que es una de la que a nosotros mas nos gusta, pueden ver estos videos, pero hay muchos más en la red.

 

Y, algunas personas, claro, escriben cosas graciosas sobre esto:

https://paideiaenfamilia.blogspot.com/2016/08/y-esa-montessori-cuantos-hijos-tuvo.html

Nosotros somos partidarios de este método (de la mayoría de sus principios) y desde que Tahiel nació intentamos aplicar este método en nuestra casa y hasta en los viajes.
En casa, además de armarle un cuarto donde tiene todo a su alcance: la biblioteca, la ropa y los juegos (y la cama en el piso), para que pueda entrar y decidir qué hacer y que no dependa de nosotros en eso, le solemos proponer actividades cotidianas también basadas en esta metodología y en la idea de lo que se nombra ahora como crianza respetuosa (con amor, respeto y libertad, teniendo en cuenta los sentimientos de los niños y niñas). Claro que no siempre nos sale, la maternidad y la paternidad es imperfecta y no hay nada ideal ni fácil.

Si quieren saber más sobre estas actividades los invito a visitar www.montessoriencasa.es, con muy buenas ideas.

Y si sus chicos van a la escuela y ustedes quieren complementar lo que estudian ahí, les recomiendo escuchar esta charla de Melina Furman y leer su libro “Guía para criar chicos curiosos”.

 

 

– PENSAMOS EN IMPLEMENTAR EL SERVICIO DE EDUCACIÓN A DISTANCIA QUE TIENE ARGENTINA (Hay dos opciones)

Para eso tendríamos que mudarnos de país, una posibilidad que hace mucho venimos barajando. La idea no es mudarnos para establecernos definitivamente, sino para cambiar el lugar “de base”. Además, hace mucho que tenemos ganas de vivir la experiencia y, como siempre decimos y dice Sabina “no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca, jamás, sucedió”. ¿Qué puede pasar si nos va mal? Volvemos.
Nuestra idea, por ahora, es tener una base en algún lugar, que ahora es Buenos Aires, pero puede cambiar. Y, desde allí, organizar nuestro viajes cortos y largos. Ese lugar de base representa para nosotros una importancia en las relaciones interpersonales, tanto nuestras como de Tahiel. Una de las cosas que más ruido me hace de no tener esa base es la falta de posibilidades para generar lazos estrechos con otros, tanto nosotros como Tahiel, por eso, en su momento escribimos «Encontrar la respuesta en un cartel», sobre las raíces y alas. Las veces que pude conversar con niños (y padres) que están todo el tiempo viajando me dejaron ver que una de las cosas que más sufrían era la falta de amigos. Amigos en el sentido más sincero de la palabra. Sabemos que pueden hacer amigos del camino (Tahiel los colecciona a montones), pero me refiero a otra cosa. A partir de una cierta edad, los niños empiezan a cuestionar esta falta de relaciones duraderas. Y no quiere decir que esas amistades después sean para toda la vida (no tienen por qué serlo), pero inevitablemente este tema surge de ellos con los años. Y, repito, no es una crítica a quién lo hace, es simplemente nuestro sentir basado en nuestra experiencia y en lo que vemos.
La educación a distancia sería como un homeschholing, pero diferente. No mucho, porque sería enseñarle nosotros, a nuestra manera, cumpliendo con los contenidos para cada año. Luego, hay que combinar con la delegación consular más cercana al lugar donde estemos viviendo para que rinda los exámenes. Según lo que leí últimamente son evaluaciones cada dos meses (lo cual no está bueno). El alumno/alumna recibe el certificado de haber aprobado el año lectivo y es lo mismo que si hubiera cursado en la Argentina. Si en el futuro decide incorporarse al sistema educativo puede hacerlo sin problema.
Esto cambia en cada país, ya que no todos tienen esta posibilidad.

La parte “problemática” que le vemos es que también tiene que cursar la escuela en el país de residencia y las dos cosas nos parece mucho, justo a nosotros que ni siquiera queremos ni pensar en una doble escolaridad, porque no nos gusta que esté ocho horas en una institución educativa.

Pero, al estar viajando, imagino que se tomarán otras medidas. O eso quiero creer. Estoy mails van mails vienen con la gente de SEAD (Servicio de Educación a Distancia), pero por ahora solo encuentro negativas con este tema (y no muy buena predisposición para responder).

Pueden leer de qué se trata el Servicio de Educación a Distancia en este enlace.

Otra opción para la educación a distancia es la del Ejército Argentino (SEADEA). Para conocer más de qué se trata pueden leer este enlace. La diferencia con el anterior es que hay que pagar. El costo varía según el nivel escolar. Por ejemplo, en secundaria son unos 12.000 pesos anuales (mil por mes) y en primaria, unos 6.000 anuales. Tengan en cuenta que estos precios cambian. Según lo que pude averiguar, no hay ninguna otra diferencia con el anterior, ya que se basan en los mismos diseños curriculares. Hay una plataforma educativa digital con aulas virtuales y no se requiere presentar ningún certificado de escolarización. Es un programa que nació solo para los hijos de militares, pero que se abrió al resto de la comunidad y hoy en día lo utilizan muchas familias que, por diversos motivos, no escolarizan a sus hijos. El título final que obtienen los alumnos y las alumnas lo da el Ministerio de Educación.
No se asusten, los chicos no van a tener una educación «militar», conocemos familias viajeras que lo están implementando y están muy conformes.

 

– PENSAMOS, TAMBIÉN, EN HACER HOMESCHOOLING
Nos gusta mucho la idea, pero obviamente que tenemos algunos miedos (no por dudar de lo que significa y lo bueno que es, sino más que nada por la implementación) y nos falta lograr algo que llaman la “libertad financiera”. Es fácil: si los dos tenemos que trabajar tanto tiempo como hacemos ahora en muchas cosas pequeñas, no vamos a tener el tiempo para darle clases en casa. En realidad para darle las clases sí, porque sería menos del tiempo que estamos ahora en casa con Tahiel, pero no para preparar los materiales, que al hacerlo seriamente, demanda mucho tiempo de investigación y de estudio previo. Por lo tanto, la familia debe generar ingresos de maneras menos presenciales o demandantes de tiempo. En eso estamos, pero ya sabrán que no es fácil.

El Homeschooling es enseñar en casa. En la Argentina no es legal ni es ilegal. Hay muchas familias que lo hacen. Se pueden rendir los exámenes finales libres  solo  en Ciudad de Buenos Aires para pasar de grado o año. Y en Córdoba, solo a partir de 5to grado.
Otra opción, si se quiere conseguir que los niños tengan el título de «aprobado» es recurrir a las llamadas escuelas sombrillas. Son escuelas que, en general, son de Estados Unidos, donde se puede rendir y obtener un título, para después validarlo en la Argentina.

Miro esta charla (y otras similares) y me emociona la idea.

Me emociono porque siento que tenemos la capacidad y las herramientas para darle a Tahiel otra educación. Los viajes son una puerta increíble a la educación. Solo sé que demandará un gran esfuerzo nuestro propiciar los espacios para ese aprendizaje. No alcanza con solo visitar un museo. Hay que hacer algo en ese museo que llame la atención de los niños y que les haga generar las ganas de aprender algo. Hay que hacer trabajos antes, durante y después de la visita. Seguro que le quedará mucho más claro que si lo lee en un libro, en el momento que no le interesa.

Además, esta charla habla de lo que le pasaba a Dino de chico. Era “el movedizo”, “el inquieto”, “el que no encajaba en la escuela tradicional” (hiperactivo, déficit de atención, etcétera). En las escuelas no saben cómo tratar estos casos porque tienen que atender 25-30 chicos al mismo tiempo y todos son diferentes.

Si todos somos diferentes, ¿por qué nos enseñan a todos de manera igual?

El video plantea que enseñan de la misma manera a 25 personas que tienen diferentes ritmos de aprendizaje, diferentes intereses, desarrollaron ciertas inteligencias emocionales más que otras.
“Si te gusta mucho la química y te va mal en literatura, te mandan a clases particulares de literatura para que no repitas el año en vez de mandarte a clases de química para que refuerces y explores tus gustos”.
Esto no quiere decir que no van a saber leer o que nunca van a leer, pero pueden leer la biografía de un químico o química que admiren. A lo mejor nunca van a leer a Cortázar. ¿Y eso está mal?

En este otro video una mamá da testimonio y plantea la anécdota de la nena que no quería jugar con el campesino. Cuando lo escuché me acordé de lo que siempre vemos, que Tahiel juega con todos y donde más lo hace es en los viajes. Y me es inevitable pensar en el día en que se puso a jugar con dos nenes de una villa miseria en San José de Costa Rica mientras Dino hacía un show de magia solidaria en una ong. Para Tahiel eran dos nenes y con los nenes se juega. Para él no eran dos chicos pobres, que vivían en malas condiciones ni tuvo los prejuicios y miedos que podíamos tener nosotros de que se acerque a lugares “peligrosos”.

Una de las cuestiones que más dudas genera en el homeschooling es el de la socialización, pero las genera por ignorancia (algo que nos pasa a todos), por eso los invito a leer estos artículos para pensar muchas de las ideas que tenemos arraigadas.

https://educoencasa.com/la-verdad-acerca-de-la-socializacion/

https://supraescolar.com/2011/09/21/y-que-hay-de-la-socializacion/

La socialización en la escuela no es natural, en otros casos uno puede regular la relación, en la escuela pareciera que todos tienen que ser amigos de todos.
Tahiel se socializa con todos en los viajes, hace amigos todo el tiempo, se relaciona con niños de varias edades, con adultos, con distintas clases, etcétera.
Cada uno socializa en función de su carácter y sus necesidades. En la escuela algunos niños se relacionan más que otros. Los problemas de adaptación y bullying muchas veces son porque se fuerzan relaciones en la escuela.

 

Les compartimos estos enlaces para los que están interesados en el tema:

Preguntas frecuentes sobre homeschooling en Argentina. 

Rendir libre primaria y secundaria en argentina. 

Marco legal de la educación en casa en Argentina. 

La historia de un niño que ya no hace homeschooling.

Educación alternativa, no es oro todo lo que reluce

 

Dificultades del homeschooling

 

Estamos convencidos de que la educación en casa o en una institución con una pedagogía alternativa donde implementen la enseñanza basada en sus capacidades, tiempos e intereses, sin pruebas ni deberes “para la casa” es la mejor opción.

Todavía no sabemos qué vamos a hacer, porque esa “mejor opción” no aparece. Nos queda este año de búsqueda y de decisión. Por lo pronto, sabemos que todo lo que le enseñamos en nuestro día a día, tanto en casa como en los viajes está bien, es lo que queremos y por eso lo hacemos. Durante los meses que estemos en Buenos Aires irá a su jardín actual y, como se vienen varios viajes (¡esperemos!), intentaremos complementar de la manera que nosotros creemos la correcta, sus cinco años.
No nos queda mucho tiempo para decidir, pero ya tenemos las cartas tiradas sobre la mesa.

No sé si escribí todo esto para convencerme, para seguir cuestionándome, para perderme más y no saber para dónde ir, pero necesitaba escribirlo. Y lo comparto porque me preguntaron sobre este tema más de las veces que soy capaz de registrar.

Que me pregunten me gusta, porque quiere decir que no somos los únicos que pensamos que “algo nos hace ruido”.
¿O algunos solo preguntarán de curiosos?

 

“Los niños y las niñas deben ser educados sobre cómo pensar no acerca de lo que deben pensar”. Margaret Mead.

 

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