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“A veces con un simple gesto…”

Siempre nuestras entradas están atravesadas por vivencias, pero esta vez quiero contar, más bien tratar de contar, sólo una vivencia. Voy a tratar de transmitir, esperando lograrlo, el abanico de emociones por el que nos fuimos deslizando en nuestro viaje desde Agra hasta Khajuraho, que como su nombre lo indica, queda lejos (de acá en adelante KH). Sabido es que nuestro presupuesto nos empuja siempre a viajar barato. Esta vez no sería le excepción.

Al no existir un tren directo entre estas dos ciudades que recién nombré, nos vimos obligados a conformar una ruta mitad tren y mitad bus. La ruta sería en tren desde Agra a Jhansi por unas 5 horas y desde ahí combinar con un bus local a KH por unas 4 horas más llegando a nuestro destino final alrededor de las 18hs.

Todo comenzó con el retraso de nuestro tren que salió 20 minutos tarde y, antes de llegar, se detuvo por otros 20 minutos más. Esto provocó que perdiéramos el último bus directo a KH. Nosotros habíamos leído en la guía que el último bus era a las 14:30 pero que había un servicio más a las 15:30. No estaba claro si desde la misma estación de buses o desde otra. Al bajar del tren eran ya las 14:35 y para variar no pusimos un pie en el piso de la estación que ya teníamos un conductor de Tuc Tuc (motitos taxi) (de acá en adelante CTT) rompiéndonos las pelotas. Todo viajero que haya recorrido algún país con este tipo de servicio, sabe que los CTT son lo más insufrible con lo que debió lidiar más de una vez. Este CTT que venía corriendo a la par del tren para embocarnos ni bien bajáramos, nos pregunta a donde íbamos. Como ya nos tienen hartos, ni les contestamos, pero como son más pesados que mosca de verano nunca se separan hasta obtener la información que desean y ahí tratar de hacer su negocio. Nos siguió y nos escuchó cuando preguntábamos a un empleado de la estación de tren sobre cómo ir a tomar los buses a KH. Por supuesto este CTT escuchó, nos dice que el último era a las 14:30, cosa que era cierta, y que nos teníamos que apurar para ver si lo agarrábamos. Por supuesto él sabía que no llegaríamos a tiempo y nosotros queríamos ver si de casualidad  el de las 15:30 salía del mismo lugar. Insiste, y como estábamos medio jugados y un Tuc Tuc es igual a otro, cerramos un precio y nos subimos para ir a la estación de bus. Nunca hay que creerle nada a un CTT, son lo más mentiroso que existe. Te cambian todo el tiempo la información, te dicen que tu hotel cerró, que se incendió, que ellos conocen otro mejor, etc. La idea es llevarte a donde ellos quieren para cobrar su comisión. A los 19 segundos de habernos subido se suben también otros 2 charlatanes en el asiento de adelante y el Tuc Tuc arranca. Los tipejos trabajan en conjunto y nos comienzan a decir que no había más buses y que deberíamos quedarnos en un hotel en esa ciudad para tomar el primero de la mañana, pero que ellos nos llevaban a la terminal de bus para que comprobemos que no había más buses. Que buena gente che!! “Qué hotel ni 3 carajos, seguí hasta la bus station”.

Al llegar, nos bajamos, les pago y nos dirigimos raudos a buscar un bus para salir de ahí. Los 3 nos seguían por todos lados y le iban diciendo a la gente con la que hablábamos lo que nos tenían que responder, por supuesto en hindi. Me sacaron de quicio y le hice un gesto a uno como que le iba a romper la cara al tiempo que Aldana lo reputiaba a otro para que se nos aleje. La gente miraba pero bus no había. Logro acercarme sólo a un señor que trabajaba en la estación y me dice que podíamos tomar un bus hasta Chattarpur y de ahí combinar hasta KH. En cuanto le acerco mi libretita para que me escriba el nombre de la ciudad intermedia, aparece otra vez uno de estos desgraciados y le habla en hindi. Luego de eso ya no podíamos combinar ningún bus. Le grité de todo y casi lo empujo hasta que el señor se apiadó cuando le dije que hacía 2 minutos podía combinar y luego de que este hijo de puta le hablara ya era imposible. Ahí me escribió el nombre de la ciudad y salí a buscar un bus para Chattarpur. Es muy difícil explicar lo que se siente no saber quien te dice la verdad y quien te miente. La bronca que te generan estos tipos es fuera de lo común. Al llegar a un bus para Chattarpur, primero el muchacho que vende los pasajes me dice que sí, que podía tomar un bus a KH desde Chattarpur y al medio minuto que no, que no era así. Parece mentira pero así es viajar barato en india, hay que tener 3 huevos porque 2 no alcanzan para inflarlos tanto. Uno los putea, los amenaza pero ellos siguen como abejas alrededor de un panal, no hay caso.

Al final decidimos arriesgarnos y tomar el bendito bus y ver en Chattarpur si podíamos combinar o no. Bajo ningún punto de vista estos energúmenos iban a ganar una sola rupia más de nuestro dinero. Eso era un hecho.

Nos subimos al bus con dolor de cabeza y una bronca que volábamos. Nos sentamos al fondo en el asiento largo. Éramos 7 en un lugar para 5 y aún faltaban 4 horas. Mejor “enyogizarce” como Siddartha Kiwi. No hablábamos con nadie para no deslizar nuestros planes.

El colectivo se comenzó a llenar a niveles fuera de lo común, mucho calor, gente fumando, dolor de cabeza, bronca, no habíamos podido comprar comida por culpa de estos tipos (no habíamos comido) y con la incertidumbre de no saber si podríamos llegar por la noche a KH o no. El colectivo arranca y fuimos pasando de la bronca extrema a la incomodidad más absoluta. La gente nos miraba y se reía. Aldana les preguntaba de que se reían…

En eso el que cobra los boletos nos pide 10 rupias por cada mochila a lo que le dijimos que ni en pedo, que ya habíamos pagado 90 cada uno que seguro era mucho más que el precio establecido por este servicio de mierda. El tipo pone cara y sonrisita de que vamos a pagar o pagar y yo le estaba midiendo la distancia de mi puño a su sonrisita. Si no nos abría la bodega al bajar para recuperar nuestras mochilas se iba a armar.

Luego de una hora, el bus para en un pueblo, se bajan algunas personas y suben el doble de la cantidad o más. Era imposible de creer. Mujeres con bebés y nenes chiquitos que por supuesto lloraban por la presión de los demás cuerpos. Los bebés iban de mano en mano para que la gente sentada los agarre y los tenga durante su viaje. 2 de los bebés llegaron a manos de nuestros vecinos de asiento de la izquierda de Aldana y se quedaron dormidos ni bien dejaron de llorar. Se nos partía el alma. Su vida es así siempre y no creo que cambie nunca para ellos. Encima algunas mamás les pegaban a los nenes para que se callen o por que la torpeza de ellos les incomodaba para moverse al menos un centímetro. La frutilla del postre, la pone un señor que quiere subir al bus con un chico en brazos que tenía serios problemas motrices. No sabemos cómo hizo pero subió y avanzó hasta donde pudo, ya fuera de mi vista. El bus arrancó otra vez y con el correr de los minutos, veo entre la gente a este buen hombre con su hijo en brazos aún parado. Nadie le había dado el asiento. Había apoyado al chico en un respaldo. Una absoluta locura. Justo le hace un gesto a una chica joven con una nenita encima sentada en un asiento de 3 una fila delante de la nuestra. Le pide si se puede apretar un poco más para que él pueda al menos apoyar una de sus nalgas, la chica se corre lo que puede pero claramente ya no entraba una cuarta persona y seguíamos viendo el desinterés absoluto del resto de los pasajeros por la situación. El señor se sienta pero como no entraba se tenía que sostener del respaldo y sólo podía tener con un brazo al nene. Se trata de parar y ahí veo que ya sus fuerzas flaqueaban y que el nene se le patinaba, ya no lo podía sostener. Le grito que me lo dé, que yo lo llevo. Al principio no quería pero luego de mi insistencia, asiente y me lo pasa entre la gente. El chico se asusta y comienza a llorar cuando lo apoyo sobre mis piernas y le digo que no se preocupe que papá esta aquí, le agarro su bracito y se lo alcanzo al padre. Ahí comenzó a reír y Aldana a llorar y yo tenía un tremendo nudo en la garganta mezcla de indignación y felicidad. Lo teníamos apoyado sobre mis piernas, su cabeza sobre la palma de mi mano izquierda ya sobre Aldana y sus piernas sobre el pelotudo que tenía a mi derecha. En inglés les gritábamos a la gente que eran malas personas y así pasamos los primeros minutos. Indignados a tal punto, que ya no estábamos incómodos. A veces uno no entiende, desde su mirada, la forma de actuar de las personas, pero aunque cueste, es necesario entender que es su realidad, por más dura que parezca.

Rumy, no sé como se escribe pero así suena, es el nombre del chico. Cada vez que le hablaba a Rumy o le tocaba la panza él se quería reir. En eso le digo que en su vida anterior debió haber sido conductor de Tuc Tuc y estaba pagando por ello en esta vida según las creencias del hinduísmo. Creo que me entendió porque se reía más. Cada vez que le decía su nombre se contorsionaba más y mi brazo ya no podía sostener su cabeza así que opté por no llamarlo más por su nombre.

Un muchacho de camiseta roja que estaba parado, nos dice en inglés cual era la enfermedad de Rumy, dato de lo más irrelevante pues los enfermos eran los demás.

Mientras el “viaje” continuaba, la chica que no le pudo dar más lugar al padre de Rumy comienza a castigar a su bebita por alguna boludez que hizo. Le pagaba en la cara y le sacudía la cabeza. Le grito “Heeeyyy, it’s a baby, are you crazy?? Y se calmó. No podía ser cierto que yo tenía encima a un chico con serios problemas en su cerebro y esta verdadera “desorbitada” le pegaba en la cabeza a un bebé de menos de un año.

El viaje siguió, y yo ya tenía mi brazo izquierdo completamente entumecido cuando llegó el momento de que Rumy y su papá se bajaran junto con mucha más gente. Me dio la mano, me agradeció y le dije en inglés que continúe siendo fuerte pero que también exija que lo respeten. Que cuando suba a un colectivo pida sí o sí un asiento. Le pasé a Rumy, y detrás de él se bajó mucha gente. A los 2 ó 3 minutos escucho que me llaman desde abajo del bus. Era el papá con  Rumy a upa y él con su bracito levantado. Me estaba saludando. Balbuceaba algo y quería sonreír. Ya estaba la mamá a su lado y también reía. Le grité “namasté” que significa hola o chau en hindi. El papá también me saludaba y el colectivo arrancó.

Me senté a recuperar mis sentidos y mis emociones pero otra vez la sacudida de la madre a la hija. Como esta vez había más lugar en el bus, le toqué fuerte el brazo y le grité lo mismo de antes. Se calmó y el viaje siguió en paz. Jugamos un rato con la nena, le dí agua y así por fin llegamos a Chattarpur. El de los boletos me miró y ni atinó a pedirme las 10 rupias por mochila. Él había visto todo lo que pasó. Y supongo que no le dio la cara.

Por supuesto al bajar del bus los CTT se nos abalanzaron diciéndonos que ya no había buses a KH y mientras Aldana se quedó lidiando con ellos me fui a corroborarlo. Pues sí había y salía en 5 minutos. Cuando vuelvo a rescatar a Aldana, la veo hablando con la mamá de la nenita y con un señor. Este hombre era el marido que a pedido de la desquiciada de su mujer liberó a Aldana de los CTT’s y le dijo que sí teníamos buses a KH. Nos pusimos las mochilas para ir hacia el bus y le digo a la mujer que nunca más le pegue. Sonrió con culpa y nos fuimos. Espero que haya entendido. Ya en el bus caímos rendidos y sin poder apenas hablar entre nosotros. Llegamos por fin, nos alojamos, comimos algo y nos fuimos a dormir. Mañana será otro día…

Como siempre dice Aldana… “A veces con un simple gesto…»

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