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Últimos días en Rusia

Después de un mes de estar en Rusia debíamos abandonar el país, porque nuestra registración era sólo por 30 días y no queríamos volver a pagar el trámite…
Antes de eso, debíamos llegar a la frontera. Desde Irkutsk pasamos por Slyudyanka y Ulan Ude, pero se los contamos mejor así:

Hoy, 3 de septiembre a las 19, acabo de terminar de leer el libro “La sombra del viento” que nos regalaron Ana y Taco cuando nos íbamos de Holanda. Por cierto lo recomiendo, está buenísimo. Pero este es el final de lo que quiero contar.
Más o menos 24 hs antes…
Estábamos en el Hostel Baikaler de Irkutsk con todo preparado para salir para Slyudyanka. Nos retrasamos porque yo estaba copiando los videos del show de magia de mi cumple desde una memo prestada a nuestra computadora. Nuestra idea era tomar un bus, que aunque más caro que el tren, salía antes y llegaba más temprano, lo que nos daba más tiempo para acomodarnos y conocer el pueblito. Como no es un lugar muy turístico, le pedimos a la chica del Baikaler que nos recomiende algún sitio para dormir por dos noches. A pesar de que no podía creer que nos íbamos a quedar dos noches ahí, nos dio una dirección. Sabíamos que encontrar ese lugar era difícil hasta con el mapa. Tipo 15 salimos del hotel para la terminal de bus que en realidad es un monumento a la desorganización, pero terminal de bus al fin. Llegamos cómodos como para tomar el mini bus de las 16. Pasaban los minutos y el bendito minibus 541 nunca aparecía. Con nuestro ruso básico, o sea por debajo de cero, intentamos averiguar qué pasaba y, por supuesto, nadie logró ayudarnos. Conclusión: jamás vino la marshrutky de las 16 y ya dudábamos de poder tomar la de las 17. Por lo tanto, decidimos ir a tomar el tren que salía a las 17:35.

– Aldana.
– ¿Qué?
– Este día arrancó cruzado.

Ya en el tren, tuvimos un altercado con una loca que pretendía cerrar todas las ventanillas del tren (cuando realmente hacía mucho calor) y yo no le permití cerrar la mía. Intercambiamos ciertas puteadas en nuestras lenguas natales y no pasó a mayores. Cada tanto se daba vuelta y nos miraba. Con el pasar de las estaciones, la gente se bajaba y sólo íbamos quedando ella y nosotros. Durante nuestros cruces de miradas, nos enteramos por la señora que controla los boletos que el viaje que supuestamente tardaba 3 horas 15 minutos, tarda en realidad como 5 horas, o sea que llegaríamos 22:06.

– Que cagada, ya va a ser noche cerrada.
– Si.
– En fin. Dejemos que las cosas se acomoden por sí solas, como siempre.
– Ok.

El viaje continuó y de repente se escucha por los parlantes un mensaje en ruso que, por supuesto, no entendimos pero que la cara de la gente dejó entrever. El tren se iba a retrasar. Y así fue, estuvo parado mucho tiempo y más de una vez. Llegamos al pueblo más allá de media noche.
No todas las estaciones de tren de la ruta transiberiana son grandes y bonitas, algunas sólo son una plataforma de cemento en medio del bosque. La “loca del altillo” fue quien nos aseguró que la nuestra era la última estación, menos mal, porque no daba bajarse mal en esos lugares.
Al bajar del tren, ya tarde y fresquito, decidimos atravesar los matorrales siguiendo a la manada de locales que seguro sabían salir de ahí. Al fondo se veían luces y al fin llegamos a una avenida, la gente desapareció y otra vez solitos.

– Mmmm, ¿Qué hachemo?
– Mejor busquemos a alguien y mostrémosle el planito.
– Pero el planito se lee como el orto, no se entiende nada.
–  ¿Tons?
-Preguntemos igual.

Paramos a un muchacho, le enchufamos el planito en las manos y la dirección escrita en ruso que nos dieron en el Baikaler.
El tipo ni idea, paró a otro y empezaron a deliberar. Pararon a un auto y el conductor se ofreció a llevarnos. Nos miramos como despidiéndonos de nuestra hermosa vida y decidimos subir. El primero de nuestros ayudantes también subió adelante y mientras viajábamos hacíamos planes de escape en español.
Al final resultaron buena gente (los buenos son mucho más que los malos en este mundo), el del auto nos dejó cerca del lugar y se fue. Nosotros nos quedamos con nuestro «ángel de la guarda» buscando el lugar exacto y cuando lo encontramos y tocamos timbre, ya más de las 1 de la mañana en el medio de quien sabe donde, sale un ruso en cuero y en inglés nos dice…”estamos cerrados, ¿no lo vieron en Internet?”

– Aaaaaaa bueno.
– ¿Y sabés de otro lugar?
–  Si, como a un kilómetro.
– Upa lalá

Escribió las instrucciones en ruso y se las dio a nuestro «ángel de la guarda», que nos acompañó en medio de la noche hasta el lugar.
Tocamos timbre. Nos abrieron, nos despedimos de nuestro amigo de Azerbaijan y nos alojamos sin ver ni dónde estábamos.

– Con la luz del día todo se ve distinto, vámonos a dormir.

Así fue, al otro día estábamos caminando por un pueblito que para mi es lo más cercano a lo que yo imaginaba de la ruta transiberiana. En un mercado callejero, nos encontramos con nuestro «ángel de la guarda», quien estaba a cargo de un puestito te verduras. Lo saludamos con un fuerte apretón de manos.
Al volver a la cabañita que nos acoge al momento de escribir estas líneas, el dueño del lugar nos ofreció pescado a la parrilla que estaban asando para él, un amigo y su mujer.
Luego de comer, me propuse terminar el libro “La sombra del viento” que nos regalaron Ana y Taco cuando nos íbamos de Holanda. Por cierto lo recomiendo, está buenísimo.  Todo está otra vez encarrilado.

Después de Slyudyankatomamos nuestro último tramo del transiberiano. Bajo la lluvia y con mucho frío esperamos al tren que llegó una hora más tarde. El camino fueron cinco horas desde Slvyanca hasta Ulan Ude, en el otro lado del lago Baikal. Las vías del tren van casi pegadas al lago y, si no fuera por la mugre de la ventanilla, la lluvia y el cielo cubierto de nubes, imaginamos un paisaje perfecto.
Pasamos en Ulan Ude sólo una tarde y una noche, ya que al otro día, bien temprano, salía el bus hacia Ulan Bator (en español), la capital de Mongolia. Nos hubiéramos quedado más días en Ulan Ude y la región de los Buryat, pero como les contamos antes la registración sólo dura un mes y se terminaba el tiempo.

El viaje en bus hasta Ulan Bator fue largo y cansador, pero se los contamos en la próxima entrada desde la capital mongola!
Ulan Ude nos pareció una ciudad muy diferente al resto de las ciudades rusas, con algunos edificios modernos y mucha juventud. Además, los rasgos de las personas, la comida y el paisaje de los alrededores de la ciudad son más parecidos a Mongolia y a China, que a Rusia. No tenemos muchas fotos, les dejamos estas dos…

Lo que quedó en el tintero…

En esta sección queremos contarles algunas cosas que vimos, descubrimos o nos llamaron la atención en nuestro mes por Rusia y de paso responder a algunas preguntas que nos hicieron.
Al ser un país tan grande presenta muchas diferencias entre sus distintos sectores, por eso lo que ponemos acá es simplemente nuestra experiencia. No quiere, bajo ningún punto de vista, hacer una generalización a todo el país.

Acá van algunas curiosidades:

– Nos mostraron esta página de Mafalda en ruso que a lo mejor le interesa a alguno: http://mafaldochka.blogspot.com/

– Muchas personas en Rusia no tienen Facebook, porque no funciona bien en todas partes. A cambio, existe una especie de Facebook ruso (VKontake), que lo tienen casi todos.

– ¿Cómo nos arreglamos con el lenguaje? La verdad es que en muchas oportunidades nos salvó nuestro “librito amarillo”. Una especie de diccionario para el viajero en español y ruso, con las principales frases que uno puede llegar a necesitar en distintas situaciones durante un viaje. El problema se presenta cuando te contestan… porque te responden en ruso… Pero con nuestras habilidades (y la ayuda del lenguaje universal de las señas) logramos muchas veces entender las respuestas.

– Además, muchas veces, aunque les muestres la frase que dice “No hablo ruso”, te siguen hablando en ruso durante varios minutos. Nos dijo Denis, un chico del couch, que en muchos casos no conciben que haya otra forma de comunicarse que no sea el ruso, por eso es que insisten con el idioma. Es sólo una teoría.

– Casi siempre, todos los rusos a los que nos acercamos para pedirles algo nos ayudaron. Sobre todo cuando llegábamos a una ciudad y necesitamos llamar por teléfono a nuestro Couch. Buscábamos la frase correspondiente en el librito amarillo y parábamos a alguien por la calle para que haga la llamada por su teléfono celular. La gente nos ayudaba muchísimo. Realizaba la llamada y, en varias ocasiones, le explicaba a nuestro Couch dónde estábamos parados. A uno de ellos le agotamos el crédito porque hubo varias llamadas, ya que nos habíamos bajado mal del metro…

–  Nos sorprendió que las parejas se van a vivir juntos de muy jóvenes. Todos los chicos que conocimos de alrededor de 21 años, si estaban en pareja estaban viviendo juntos.

-Vimos muchas parejas de novias y novios tomándose fotos el día de su casamiento. Los vimos en todas las ciudades que visitamos. Nos llamó la atención que el día que se hacen las fotos están acompañados por varios de los invitados. Los que son los testigos o padrinos llevan una cinta de color que les recorre el torso (al estilo Mis Universo). Además, todos los autos que los acompañan, no sólo el que viajan los novios, están muy decorados con globos de colores, alianzas gigantes, guirnaldas, flores, etcétera.

– El tema del ejército está muy presente en las calles. El servicio militar es obligatorio y muchos jóvenes lo viven con orgullo. En todas las ciudades vimos a muchas personas vestidas con ropa militar, sin serlo. Además, las menciones y los recuerdos a la Segunda Guerra Mundial están presentes en todas partes.

– Con respecto a los autos, hay muchos autos japoneses y se maneja de los dos lados (el volante está tanto a la izquierda como a la derecha). Pero las señales están sólo para los que manejan a la izquierda. En general, manejan bastante mal…

– A pesar de que manejan mal se respeta mucho la senda peatonal. Si querés cruzar la calle, pasás por la senda peatonal y los autos paran.

– En los menúes de los restaurantes (de todos los niveles) suele aparecer, además del precio, los gramos de comida. Por ejemplo, en un panqueque de jamón y queso, te aclaran la cantidad de gramos del la masa, de queso y de jamón que tiene el panqueque.

– Cuando hacen referencia a un sándwich es solamente una rebanada de pan con algo arriba.

– Venden la cerveza en botella de plástico y, en el sur del país, vimos botellas de 5 litros. Veo a unos cuantos haciendo fila para comprarla!

Les debemos la entrada de la comida… esperemos que llegue…

Saludos a todos!!

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