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Todos hablan de corrupción… ¿por qué será?

 

La corrupción, esa palabrita que se escucha repetir y repetir varias veces en la capital colombiana no es patrimonio de Colombia, sino, lamentablemente, es patrimonio de la humanidad. ¿No pensará la Unesco en declarar a la corrupción patrimonio de la humanidad?
En el caso de la ciudad de Bogotá, casi todos los habitantes con los que tuvimos el placer de charlar nos hablaron de la corrupción que rodea a la construcción de la tercera fase del Transmilenio, un sistema de transporte al estilo del metrobús, que recorre parte de la ciudad. Pero el problema no es sólo esta tercera fase que está en construcción, sino además, la forma con que se hicieron las otras fases. Por ejemplo, en uno de los recorridos se utilizó un material nuevo y moderno para “asfaltar” el camino que, supuestamente, iba a durar unos 20 años en muy buen estado. Pero a los tres años comenzaron a deteriorarse y en la actualidad muchos sectores del recorrido están realmente en muy mal estado. ¿Quién habrá firmado para que se use este material? ¿Cuántas coimas habrán quedado en el camino para que se aprobara su utilización? ¡Nos hace recordar tanto a miles de ejemplos en nuestro país y en tantos otros!
¿Será la corrupción intrínseca al ser humano? ¿Por qué casi todos los ciudadanos de las ciudades hablan de que los políticos se roban todo? ¿Habrá algún político ejerciendo un cargo que no sea rico?

Vista de una estación del Transmilenio.

Contamos esto porque nos llamó la atención que todos hablen de lo mismo, pero por suerte, las ciudades suelen tener muchas otras cosas positivas, empezando por su gente.

Bogotá nos recibió con un clima más fresco, cosa que necesitábamos después de tanto calor, y, si bien casi todas nuestras presentaciones de Magia en el Camino – Proyecto Sur se pincharon por el tema de las vacaciones que no tuvimos en cuenta, pudimos hacer varios contactos para otros países y tuvimos una semana llena de magia.

La ciudad de Bogotá tiene las características típicas de cualquier ciudad capital de Latinoamérica: su centro histórico más viejo con algunas partes renovadas para el turismo; su plaza principal con su catedral y casa de gobierno; el congestionamiento del tránsito; las horas pico; los barrios modernos; las zonas para la “rumba”, etcétera. Pero una de las cosas que vimos de diferente con otras ciudades, como Buenos Aires, es que la distribución de las clases sociales en el espacio urbano es un degradé bien marcado, de norte a sur. No suele verse la brecha social materializada en un mismo lugar del paisaje urbano, como ocurre en otras ciudades donde al lado de barrios cerrados de clase alta podemos ver un barrio de casillas muy pobres. En Bogotá están diferenciados los barrios de clase alta, media y baja y, salvo el centro histórico de la ciudad, no se mezclan.

Algunos le dicen la ciudad roja, ya que muchos de sus edificios están decorados con “ladrillo a la vista” (como decimos en Argentina). Nos pareció una ciudad linda, prolija, moderna, llena de grafitis (de los “artísticos” y de los “otros”, cosa que nos encanta) y de policías… demasiados policías.

 

Para nuestros amigos correctores… una manera de promocionarse.

Demasiados policías

Una de las cosas que nos llamó la atención de la ciudad es la cantidad de policías. Pero no sólo eso, sino que casi siempre están en grupos de tres y la gran mayoría es muy, pero muy joven. Eso sí, muy agradables al trato, por lo menos con quienes nosotros hablamos. Podés verlos en todas las esquinas del centro histórico y la zona de la Candelaria, dos de los lugares más visitados por los turistas, pero también están en otras zonas de las ciudad, en las estaciones del Transmilenio, en las avenidas, en los supermercados, en los parques, etcétera. Siempre que vemos tantos policías juntos nos preguntamos cuántas cosas útiles para la sociedad y para los que más lo necesitan podría hacer el gobierno con el dinero que implica mantener a tantos policías en la calle…
Suponemos que la presencia de tantos policías hace que la ciudad se vea un poco más segura ante los ojos de los visitantes, pero al fin y al cabo es siempre lo mismo, “soluciones” para el ahora sin pensar en el mañana. Si los policías están ahí para “luchar contra la delincuencia” sería bueno solucionar los problemas que generan esa delincuencia…

Graffitis y casco histórico

La zona del centro histórico y La Candelaria son los lugares más visitados por los turistas. Nosotros estábamos bastante lejos de esa zona, en la casa de Mónica que nos alojó seis noches, pero fuimos varias veces porque el Teatro de Sueños estaba allí. Teníamos pensado hacer una presentación en ese centro cultural y estábamos muy entusiasmados con hacerla. Pero la falta de publicidad y la lluvia hicieron que tuviéramos que suspender el show. Fue una lástima porque es uno de esos lugares donde da gusto realizar este tipo de actividades. Su dueño, Santiago, es un mimo de unos 60 años, que dirige con mucha pasión todas actividades culturales que allí se realizan.

Con Mónica, esperando para entrar al parque rock.

Algunas fotos de La Candelaria.

Catedral y Plaza Bolívar.

Una de las atracciones del centro histórico es el Museo del Oro. Como los domingos es gratis, aprovechamos para ir un domingo. El museo nos pareció uno de los mejores organizados y señalizados del mundo, aunque el material que se muestra es un poco repetitivo. El museo cuenta con cuatro salas donde se invita a conocer la historia del oro y otros metales en las sociedades prehispánicas del territorio colombiano.

Una semana mágica

A falta del teatro nos surgieron otras presentaciones privadas. Una en Maloka, donde estuvimos más de una hora recorriendo distintos rincones del predio presentando algunos juegos de magia y contando sobre el proyecto educativo; y el otro en un cumpleaños privado de un nene de 6 años que nos consiguió el mago Gitano.

Gitano fue como nuestro ángel de la guarda en Bogotá, ya que desde el primer minuto se puso a nuestra disposición, nos recibió en su casa cuando tuvimos que mudarnos de lo de Mónica, nos invitó a comer muchas veces, nos ofreció su casa, nos consiguió el show privado, nos llevó a ver su espectáculo, entre muchas otras cosas. Además, con Dino pasaron horas y horas hablando de magia, mirando videos y aprendiendo nuevos juegos. Muchas gracias Gitano por todo!!

A través de Gitano conocimos la Fundación Doctora Clown y, si bien nos pudimos combinar para hacer algo con ellos, nos enamoramos mutuamente de nuestros proyectos. Un grupo de payasos llevan la risa como terapia a centros sanitarios de la ciudad y del país. Su directora nos regaló unas remeras y unas narices de payasos. Esas narices las hacen mujeres que son cabeza de hogar y, de esta manera, pueden acceder a un trabajo digno.

En la semana fuimos a la Fundación Cardioinfantil y recorrimos parte del casco antiguo de la ciudad con la Fundación Aguapanelita. Pueden leer sobre estas visitas en el post anterior (aquí).

Además, conocimos a otro famoso mago de Bogotá, Richard, con el que pasamos una velada de magia muy agradable .

Tanta magia en la ciudad no podía terminar de otra manera: la última noche hicimos la presentación del Proyecto educativo para varios magos de la ciudad. Una experiencia distinta, ya que eran adultos, padres y magos! Es bueno que el público de nuestras presentaciones sea siempre diferente! Sólo nos faltaron las fotos…

¿Cómo llegamos a la gran ciudad?

El viaje desde Manizales hasta Bogotá fue largo y cansador, pero ganamos tres nuevos amigos en el camino. Desde Manizales, el papá de Camilo y Julián, dos chicos que habían estado en la presentación de Proyecto Sur, nos llevó hasta la salida de la ciudad. De ahí estuvimos casi dos horas esperado hasta que una camioneta blanca paró, dudó, retrocedió y nos levantó. Eran Ricardo y Juan Manuel quienes nos llevaron hasta Mariquita. En el camino nos invitaron a desayunar y tomamos un aguapanela con queso y un chorizo con arepa.
Y antes de dejarnos nos compraron una fruta para que probemos: mangostino, muy rica!

Pasamos parte del mediodía bajo la sombra de una estación de servicio en Mariquita hasta que decidimos que ya era hora de seguir camino. Pusimos manos a la obra y después de una hora nos levantó Mauricio, que iba derecho para Bogotá!
En el camino nos invitó a comer tamales (estaban muy ricos) y arepa rellena con queso. Todo muy rico!

Muchas gracias a los tres por permitirnos llegar a Bogotá y probar la comida colombiana!

Después de casi 10 días en Bogotá partimos hacia Popayán, en el sur de Colombia. Tenemos ganas de estar de nuevo en la ruta!!
Nos vemos en la próxima entrada! Gracias por seguirnos! Les dejamos un mensaje…

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Comments

  • juan cattaneo
    26 julio 2011

    Y sí… se afana en todas partes Je! J

    reply
  • Marco Montenegro-Venezuel
    13 julio 2011

    Me alegra saber que les va muy bien en Colombia, realmente disfruto mucho de sus relatos y anecdotas… Saludos desde Venezuela 🙂

    reply

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