Viajar a través de los sabores
Pongo la moneda en la máquina. Coloco el vaso en su lugar. Selecciono la opción “vainilla” y espero. El aroma a café con vainilla me envuelve. Me encanta. Cierro los ojos y, automáticamente, me traslado a Sudamérica. El cerebro tiene esas cosas. Tan inexplicable para quienes no estamos en ese campo de estudio o investigación, que nos sorprenden.
Un olor, un aroma, me llevó de viaje… pero ustedes se preguntarán cómo se relaciona un café con aroma a vainilla con nuestro viaje por Sudamérica.
Fácil. Apenas pisamos tierra venezolana nos dimos cuenta de que las máquinas expendedoras de café estaban por todas partes. Nos llamó la atención verlas en kioscos, estaciones de servicio y comercios de todo tipo y categoría. Tomar café en Asia era casi un lujo para nuestro presupuesto, ya que en general (había excepciones) solo se vendía en los bares o lugares preparados para el turista occidental. Por eso, no era algo que tomábamos muy seguido. Pero como buenos degustadores de café (sobre todo del café con leche a la mañana), apenas vimos esas máquinas y, sobre todo, los precios, nos hicimos habitués de las mismas. Porque aunque no las buscábamos, ahí estaban. Es como que nos perseguían. Así que en Sudamérica tomar el café con aroma/sabor a vainilla era un pequeño gusto que nos dábamos bastante seguido. Por eso, el aroma me quedó tan grabado y me recuerda a los caminos sudamericanos, a las horas de espera haciendo dedo, a la arepa con queso y a las charlas interminables con los «taxistas de las rutas», como llamamos a los camioneros.
No habíamos visto estas máquinas en Buenos Aires antes de irnos, pero evidentemente fue un lanzamiento latinoamericano simultáneo porque cuando llegamos también las vimos en varios kioscos y negocios. Hace una semana descubrí que pusieron una de estas maquinitas en la heladería frente a casa. Es un peligro tenerla tan cerca porque puede subir en mi sangre el grado de cafeína con gusta a vainilla. Igual, acá hay un componente que no había en otros países: el precio.
Pero eso no va a impedir que el café con aroma a vainilla me siga invitando a viajar.
¿A ustedes qué aromas los hacen viajar? ¿A qué lugares los llevan?
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La Mochila de Mamá
Me pasó algo parecido pero con los batidos de chocolate y la canela en México DF!!! Jajajaja. La diferencia es que a mí no me gustaba nada de nada 😛
Un abrazo viajeros!!
Marta A.
Aldana
Mmm nunca probamos batido de chocolate con canela, pero ya lo estoy agendando!! jaja
un beso grande!
GUSPLANET
Hola chicos! Vaya que estoy disfrutando de mi cotidiano ‘café crème’, así que sé muy bien de qué hablan. Es cierto que cuando uno tiene ésa rutina incorporada, a veces creemos que en todas partes la podemos continuar y no es tan así, como uds. bien lo comentan. Ésas máquinas de café creo que han mejorado muchísimo, cuando viajo por las rutas suelo parar en alguna estación de servicio y pasar por una máquina es otro ritual viajero…
Me preguntaba también qué aromas me hacen viajar? y como buen ‘montañés’ que vive prestado en una gran ciudad, creo que el aroma del pan casero es lo mio…
Saludos y buen fin de semana, buena vida!
Aldana
Hola Gus!
Qué lindo viajar con el aroma al pan casero!!! Nos prendemos en esa!!
Un abrazo grande desde la fría Buenos Aires!