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Mongolia

Voy a contar qué es lo que salió "mal" de nuestra “mongoexperiencia”. Resulta que cuando fuimos a visitar un templo budista, acá en Ulan Bator (UB), con una chica  francesa con quien entablamos amistad unos días antes en Rusia, conocimos a un mongol que estaba alimentando a las palomas con semillitas que se compran ahí mismo. Mientras Aldana y yo entrábamos al templo para sacar algunas fotos, este muchacho entabló conversación con Noella. Cuando regresamos, vemos que nuestra amiga estaba hablando por teléfono con la hermana del mongol en cuestión. Al finalizar la comunicación, nos cuenta que la hermana, quien habla inglés peor que yo, nos estaba proponiendo hacer un viaje al interior de Mongolia con su hermano. La idea era tentadora pues sería realmente auténtico y mucho más barato que una excursión tradicional con una agencia de turismo. Sabíamos que iba a ser algo desorganizado y que podía llegar a no salir tan bien, pero nos arriesgamos. Quedamos para juntarnos en el templo al otro día con él y la anglo parlante. El mongol, de nombre irreproducible, a quien de acá en adelante llamaremos Tito, por motivos obvios, no hablaba ni entendía palabra de inglés. Cuando digo no hablaba palabra digo "no hablaba palabra". Ni Yes ni No, a lo que preguntamos a la hermana si ella vendría al viaje y respondió que no. Ok, será más divertido entonces. El pacto original (all inclusive) por una suma de dinero prefijada a pagar 50 y 50 comprendía: 5 noches con alojamiento en gers, combustible para 1000 Km en una Toyota Land Cruiser con el consumo previamente calculado y todas las comidas. Saldríamos desde el templo, 2 días después a las 9 de la mañana.

  (Otra entrada extensa... pero igual de interesante...) Nos habían dicho y habíamos leído sobre lo difícil que es viajar por tu cuenta en Mongolia (salvo los lugares más cercanos a Ulan Bator, como el Parque Terelj). Básicamente, porque no están preparados los caminos. Además, los pocos buses que hay son lentos y muchos no te acercan a todos los lugares ni otro tipo de infraestructura. Por eso, todos recomiendan contratar alguna de las miles de excursiones que te venden en los hostels o agencias. Pero nosotros nos negábamos. Por un lado, porque para nuestro presupuesto son carísimas y, por otro, porque no conocés realmente cómo vive la gente en el interior del país sino que está todo “preparado”. En la visita a uno de los templos de la capital mongola, nuestra amiga francesa Noella conoció a un señor que nos ofreció llevarnos hacia el noreste del país durante cinco días por mucha menos plata. Sabíamos que iba a ser algo sin mucha organización y que nos arriesgábamos, pero era la manera de poder conocer lo que queríamos y cómo queríamos. Ahora que estamos de vuelta podemos decir que nos salió bien y mal. La parte buena (y más interesante), es la que sigue, la mala se las contamos en la próxima (nada grave, no se asusten), el ying y el yang.