El lago Bled y los lugares fotogénicos
Algunos dicen que para tomar una buena fotografía es necesario tener una buena cámara. Otros dicen que no depende de la cámara, sino del fotógrafo. Yo creo que hay un poco de cada postura según la situación, pero que hay algunas excepciones. Las excepciones son los lugares como el lago Bled. Aquellos que por el solo hecho de existir son fotogénicos. Aquellos donde una fotografía no puede salir mal, porque el lugar es tan lindo que cualquier toma parece buena (aunque técnicamente no lo sea).
El lago Bled, de origen glaciar, ubicado al pie de los Alpes Julianos, fue el segundo lugar que visitamos en Eslovenia, después de Ljubljana, su capital. Llegamos a través del sistema de compartir auto, que en Eslovenia funciona realmente muy bien. Eso sí, es necesario que alguien lo consulte en el idioma local porque no tiene las opciones de inglés o español. A nosotros nos ayudó la dueña de la guesthouse donde nos íbamos a alojar.
Nos encontramos con Masha en la estación de trenes de Ljubljana y, después de unos 45 minutos, nos estaba dejando en la puerta de Bajita Guesthouse, donde pasamos las tres noches que nos quedamos en Bled. El lugar es, como todo en el pueblo, hermoso. La cabaña en la que estuvimos era ideal para una familia. Con un jardín enorme, peluches y libros para Tahiel y un hogar a leña que la dueña encendía al atardecer.
Las dos fotos que siguen muestran las vistas desde la habitación.
Los paisajes con lagos de aguas cristalinas, montañas con cumbres nevadas y bosques verdes son de mis preferidos. En general, siento una paz especial cuando estoy en ellos. Creo que todos los paisajes con montañas me transmiten algo así. Una mañana decidimos dar la vuelta al lago. Nos habían dicho que una hora y media alcanzaba para hacerlo, pero no contaban con Tahiel. Siempre que se camina con niños pequeños las nociones de espacio y tiempo cambian completamente.
El paseo fue hermoso. Partimos desde el pueblo de Bled hacia la derecha, donde el camino es asfaltado, hay algunos bares ideales para tomar una cerveza al atardecer (sino viajás con Tahiel) y se encuentran algunas «piscinas». Se conocen con este nombre a dos o tres plataformas dispuestas en el lago desde donde está permitido meterse al agua y se forman pequeñas playas «verdes». Ese día había poca gente porque el calor sofocante estaba abandonando el lugar, pero durante los días de verano suele estar más concurrido a pesar de que el agua está un poco fría. Para ingresar a los mini complejos donde se encuentran estas «piscinas» hay que pagar y el costo varía todos los años. A cambio se ofrece servicio de baño, vestuario, cafetería y wifi.
A medida que avanzábamos, las vistas del lago y de la pequeña isla con la iglesia de Asunción eran cada vez más lindas. No sabíamos dónde pararnos para tomar una fotografía porque siempre lo que seguía parecía más lindo. En el camino nos cruzamos con ciclistas, patinadores y corredores, cada uno en su mundo, entrenando y disfrutando del hermoso paisaje. También vimos varios lugares donde se podía alquilar algún tipo de embarcación para ir remando hasta la isla central y visitar la iglesia. Al parecer, la iglesia también es conocida como la «iglesia de las bodas» porque en ella se celebran muchas ceremonias. La tradición dice que el novio debe subir los cien escalones hasta la puerta de la iglesia con la novia en brazos para asegurarse una larga y feliz vida juntos.
Una vez del otro lado del lago, el camino deja de ser asfaltado. En algunos tramos es de pasto, mientras que en otros se construyó una especie de puente con maderas. Desde todos los rincones, las vistas son hermosas. Les aconsejamos hacer el paseo dos veces. Una a la mañana y otra a la tarde. De esta manera verán cómo la luz solar le imparte diferentes tonalidades a las montañas, a la isla y a las aguas cristalinas.
En el lago también encontraron un lugar para colocar los candados del amor.
Para completar el paisaje de ensueño, en la cima de uno de los acantilados muy cercano al lago hay un castillo medieval. En su interior hay una exposición sobre la historia del castillo, sus habitantes y el pueblo de Bled, pero casi nadie sube hasta allí por la muestra, todos lo hacen por las hermosas vistas que se tienen del lago y la isla.
Para subir se puede llegar en automóvil hasta un estacionamiento o caminar unos 20 minutos por la montaña. Desde el lago (cerca de donde se encuentran las «piscinas») empieza el camino que atraviesa la montaña en zigzag y llega al mismo lugar donde llegan los autos. El camino es tranquilo, tiene escalones y Tahiel los subió todos (y solo)! Eso sí, para bajar pidió brazos.
Eslovenia es uno de los países que más nos gustó de la llamada Ruta por los Balcanes. Y eso que solo conocimos algunos lugares. Dicen que tiene los paisajes naturales más lindos de la zona. Será cuestión de volver y corroborarlo.
Que tengan muy buen viaje y disfruten mucho de su estadía en este hermoso lago.
Información práctica (septiembre 2015)
¿Cómo llegar a Bled desde Ljubljana?
Se puede llegar en tren, pero no llega hasta el pueblo de Bled, sino a otro cercano, lo que implica sumar un taxi hasta el pueblo, por lo que no es la mejor opción.
Se puede llegar en bus. El pasaje cuesta unos 8 euros.
Se puede llegar a dedo o en un compartir auto. La web de compartir auto en Eslovenia es precoz.org. Como les dijimos, no está en inglés, pero pueden pedir ayuda o usar el google para traducir. El costo fue de 3 euros.
Para cruzar a la isla
El alquiler de las embarcaciones para cruzar a la isla cuesta entre 10 y 15 euros la hora.
El bote colectivo, conocido como «plena», que también hace el trayecto de ida y vuelta a la isla cuesta 10 euros.
(tengan en cuenta que los precios suelen varias, aunque muy poco, entre un año y otro).
Para los que no quieran o no puedan dar la vuelta al lago caminando, pueden tomar un tren turístico que los lleva también a algunos miradores.
Para el castillo de Bled
Para más información sobre el Castillo de Bled pueden visitar el sitio web oficial.
La entrada al castillo cuesta 8 euros.
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