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«En el crecimiento y construcción de una persona las vivencias son las formadoras» (Sofi, Proyecto Miradas)

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(Las negritas son mías. Las itálicas son mis respuestas a Sofi)

Sofi es Sofía Mendez Beck, una rosarina de 35 años que se recibió de maestra jardinera, estudió psicología social, trabajo social y fotografía. Pero lo que máaaaaaas le gusta es estar en una escuela, charlando con chicos y maestros. Y si son escuelas pequeñas de comunidades o barrios, mucho mejor. Sofi comparte su Proyecto Miradas con Yayo, su compañero de vida desde hace 12 años, y ahora con Negra y Coral, sus dos pequeñas hijas.
Cuando la lean van a saber por qué lo que más le gusta es estar en las escuelas y comunidades. Se siente en sus palabras.
Esas mismas palabras que transmiten una mirada diferente sobre la maternidad.
Esas mismas palabras que me llegaron al corazón (¿será que desde que soy mamá hay cosas que me sensibilizan más?).
Esas mismas palabras que nos recuerdan que no está mal hacerse preguntas y que está muy bien vivir nuestros sueños.

Pero no hablo más y los dejo con Sofi.

Proyecto Miradas surgió antes de la maternidad. Contale a los lectores un poco cómo y de qué se trata. Debo decirte que cuando me enteré lo que hacían, me pareció muy original y me encantó: mirar el cielo…

Hacía varios años que empezamos a trabajar sobre las ganas que teníamos de recorrer Latinoamérica. Era una experiencia que nos queríamos dar. Sabíamos que nos iba a servir mucho. Durante dos años le dimos vueltas, pensamos y construimos Proyecto Miradas. Podríamos decir que organizamos un viaje cultural por Latinoamérica a través del cielo. Esto es: llegar a escuelas rurales y públicas, convivir una semana y trabajar todos los días. Primero desarrollando la observación, haciendo experimentos científicos, trabajos artísticos, investigando sobre la cosmovisión de cada comunidad a través del uso de los astros del cielo en la Tierra y registrando lo que los chicos cuentan a partir de mirar el cielo. A este trabajo en conjunto se le agregan siempre actividades con la comunidad: proyectar pelis, mirar con el telescopio, ellos nos enseñan sobre el trabajo en el campo, nos hablan de su forma de organizarse en las tareas del lugar.

En estos días cumplimos 4 años viajando. Ya hemos trabajados en decenas de escuelas de pueblos pequeños, en centros comunitarios, comedores populares, plazas públicas, en la calle, y hasta en la cárcel. Para sustentarnos trabajamos en escuelas privadas, en la calle con la observación por el telescopio a colaboración y venta de cosas. Además, hicimos filmaciones y un documental para sumar ingresos y tuvimos en Centroamérica el apoyo de una entidad astronómica internacional. Esta es la parte que requiere más energía, y no siempre fluye bien. Nos lleva mucho trabajo de producción, de estar en la compu, llamar por teléfono, ir a reuniones. Es la parte que menos nos gusta. Más ahora, que con las dos chicas y las tareas que requiere siempre el vivir viajando, se nos complica.

(Cuando leo esto último es inevitable acordarme de esa parte «no tan linda» que tienen todos los proyectos sociales que se hacen a pulmón, de a pocas personas y sin una ayuda económica constante. Evidentemente es el amor y la pasión por lo que uno hace lo que te mueve a seguir).

 

Tenés dos hijas. Las dos nacieron en el viaje. ¿Decidieron tener hijos o vinieron sin planificación? ¿Dónde y cuándo nacieron? ¿Por qué nacieron en esos países? ¿Qué sentiste cuando te enteraste que estabas embarazada? ¿Te afectó de alguna manera el estar lejos de tu familia?

No habíamos tenido en Rosario el deseo de ser padres. Ya de viaje, con otra vida, más sencilla de alguna forma, nos decidimos a compartir esta experiencia con hijos. Pensamos que era el mejor momento, y que esta forma de andar es un regalo que les podíamos dar para que crezcan en un ambiente diferente, para forjar una actitud más desprejuiciada, más tolerante, respetuosa, solidaria y, sobre todo, más simple.
Además nunca me imaginé en un sanatorio pariendo y recibiendo visitas después, ni con una cuna funcional ni babycall en la mesita de luz. Así que embarazarme, seguir mis instintos y parir de la forma más animal y simple era la opción que visualizaba, y así fue.
De las dos nos embarazamos rápido, eligiendo el momento y planificando más o menos dónde iba a nacer cada una. Negra nació en San Cristóbal de las Casas, México, y Coral en Porto de Galinhas, Brasil. Son dos países que nos gustan mucho, que nos queríamos quedar un rato recorriéndolos y porque fueron en ellos que encontramos ayuda para que nacieran.
Los dos embarazos los viví con mucho movimiento hasta el final. Viajando nunca un día es igual a otro, con sus pros y sus contras, claro. Siempre hay cosas que organizar, hay que moverse, la comodidad no es la de una casa tradicional, con amigos, familia y vecinos alrededor. Y me gustó. Soy activa, me cuesta pedir ayuda, entonces la forma de andar embaraza y teniendo hijos se corresponde fielmente con lo que soy, con el defecto que es también esto, y me sentí en paz entonces.
Con el primer embarazo fui más atenta, tuve mayores cambios de humor, me puse más pesada y molesta en momentos. Sabía que ya no íbamos a ser sólo dos, tenía mis miedos sobre la posesión que hacemos a veces las madres sobre los hijos como si fueran propiedad privada. Soy un poco egoísta también y estaba preocupada por cómo iba a hacer para atender a otra persona 24 horas. Pero después que nació Negra viví todo con mucha naturalidad y con un padre muy presente. Todos esos monstruos no estuvieron (¡sólo el papá!). Al revés, aprendí a amar incondicionalmente. Negra me trajo más amor y me enseñó a ceder, a ser más tolerante y amorosa. ¡Y me vinieron ganas entonces de tener 5 hijos más!

(Guau!! Sigo admirando a las mujeres que quieren tener tantos hijos! Yo con uno estoy al borde del colapso… ja)

 

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Los partos no fueron en un hospital o clínica. ¿Por qué decidieron esta manera de parir? ¿Cómo te asesoraste? ¿No tenías miedo de la posibilidad de sufrir alguna complicación y no tener los recursos médicos disponibles? ¿Tuviste alguna dificultad? ¿Qué sentiste físicamente? ¿Qué sentiste espiritualmente? (digo espiritual, pero me refiero a la parte no física del parto, a la parte de haberlo parido así).

Bueno, creo que todo se fue dando así. Sabíamos lo que no queríamos, lo que conté antes. Entonces a medida que el embarazo crecía, yo me sentía muy bien, y apareció el Hogar Comunitario Yakchi’l Antzetic en San Cristóbal, Chiapas. Yayo había estado en la ciudad un tiempo entre el 98 y el 2000 y teníamos algunos contactos. Por otro lado teníamos la experiencia de mi prima que tuvo a sus hijos con partera y nos gustó la idea. Nosotros lo que queríamos era la menor intervención externa posible. Así que cuando llegamos al hogar y conocimos a las chicas, al trabajo social y comprometido que hacen y nos sentimos en casa, queríamos ser parte de ese proyecto y ellas nos abrieron las puertas. Por otro lado nos parece que la llegada al mundo de una persona y la salud en general no puede estar ligado al mercantilismo de la vida moderna. Así que nos entendimos muy bien. Ellas nos enseñaron mucho. Durante el embarazo siempre me sentí bien, no hice muchos controles ni exámenes porque me sentía bien, no los necesité. Tampoco estábamos con Yayo taaaaan compenetrados con el tema. Para nosotros era algo que no había que darle tantas vueltas. Ellas nos ayudaron a sensibilizarnos sobre el final y prepararnos para la llegada. Yo me sentí libre y fui manejando todo mi embarazo y parto sola. Esa fue la mayor sensación de autonomía y fuerza que tuve en mi vida. Por suerte la pude repetir y con más decisión todavía.

Durante el segundo embarazo también viajamos y trabajamos mucho, más que en el primero. A los 5 meses tuve unos dolores, espasmos fuertísimos. Al mes se intensificaron y entonces fuimos al médico, por suerte estábamos en Venezuela. Después de varios exámenes aparecieron muchos parásitos diferentes que venían conviviendo con Coral. Tuvimos que desparasitarnos todos. Embarazada me tocó tomar algunos remedios, y eso no me gustó nada.
Cuando Coral nació nos sorprendió a los dos solos en una habitación (habíamos alquilado una casita al lado del mar). Negra dormía al lado. Yayo, como con Negra, se ocupó de recibirla, sólo que esta vez solos, en casa. Después nos quedamos extasiados, esperando a Carla, la partera, que llegó una hora y media después porque la llamamos tarde y porque el trabajo de parto fue muy rápido. Nos ayudó a cortar el cordón, a revisar a Coral, me revisó a mí y a hacer todas las tareas post parto.
Negra nació en el agua, en un trabajo de parto de seis horas, con una partera, Nantzin, y una enfermera, Joana, al lado.
En los dos casos me sentí muy bien enseguida. Sobre todo con Coral, me sentía fuerte, valiente.
En el hogar comunitario aprendí que el hacerse madre puede ser una experiencia de inicio para transformar tu vida. Ellas trabajan con chicas jovencitas, de comunidades, que están solas. Ya sea teniendo el bebé o dándolo en adopción, pero lo importante es que cada decisión de lo que va aconteciendo sea de la mamá. Y transitar todo conscientemente.

 

¿Te enamoraste de tu hija apenas la viste? ¿Qué pasó con la segunda? ¿Fue lo mismo? ¿Qué diferencia tuviste o sentiste entre ambos nacimientos?

Yo creo que como toda relación el amor se va construyendo. La diferencia es que te enamorás diferente, incondicionalmente, fuera de prejuicios, con un amor sano que te hace más paciente, atenta, amorosa. La verdad entonces es que a las dos las recibí con mucha alegría, agradecimiento, pero el enamoramiento vino después.
El parto de Negra, el embarazo y los primeros meses fueron de mucha tranquilidad, y lo disfrutamos mucho. Completamente diferente a Coral, que vivió un embarazo a full, un parto animal y nos acompañó a trabajar desde los 10 días, volviendo de noche tarde. Con ella chiquita vivimos el Reveillon (año nuevo) y el Carnaval. A la vez que nació teniendo una hermana de dos años. Y sumale que desde el primer día que nació y hasta los tres meses, y todavía, recibimos visitas de familiares y amigos. Muchos con los que convivimos. Negra nació en un clima frío, de montañas. Coral en el mar, con un clima de mucho, mucho, calor. A Negra la disfrutamos muchísimo bebé, ahora con Coral estamos embobados, como si fuera la primer bebe que tenemos. Lo más lindo es que lo compartimos con Negra, ella estrenó su título de hermana con total naturalidad.

(me emocioné… me imagino los dos nacimientos, tan iguales y diferentes al mismo tiempo… me imagino ese amor que se va construyendo… siento el amor que construyo día a día con Tahiel y me emociono… no les digo… estoy sensible…)

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¿Cómo manejaste el tema de la familia? ¿Tenías ganas de estar con ellos en ese momento? ¿Qué te decían ellos? ¿Cuándo conocieron a su nieta-sobrina?

No siento a la familia lejos, la verdad. Yo no creo que viajar sea dejar todo e ir por ahí, en busca de aventuras. Menos ahora, con internet, whatssap y esas cosas. Los dos tenemos familia cercana y grandes amigos afuera de nuestra ciudad y país, hemos visto a familiares y amigos ir y venir. Estar lejos hizo que nuestras relaciones pierdan superficialidad y sean más sinceras. No nos desesperamos por no verlos, sabemos que esto que hacemos es por sólo un ratito en nuestras vidas, que si lo ves con distancia es un pedacito nomás en una línea larga. Así que hubo y habrá tiempo de compartir con todos también.

(Me encantó lo del «ratito en una larga línea»… siento que es algo que cuando tenés hijos algunas cosas pasan a ser eso, un ratito, dentro de un plan a más largo tiempo que soñás junto a ellos).

La familia nos dice lo que piensa pero no insisten mucho. Nosotros vivimos juntos desde hace muchos años, y antes vivíamos solos, somos muy autónomos en nuestros pensamientos y decisiones. Algunos hubiesen preferido que pariéramos en un sanatorio y tenernos cerca para ayudarnos pero se emocionaron al saber cómo fue todo y nos acompañaron en la felicidad. Tratamos de compartir con ellos nuestras alegrías. Esperamos que se entienda, creemos que sí. Además los abuelos y tíos pudieron viajar a verlas, las conocen bien, Negra los nombra mucho. Mi hermano estaba con nosotros cuando nació Negra, mis suegros llegaron a las horas que nació Coral, hasta mi abuela de 90 años viene ahora a Rio para estar con las nenas!!

 (Qué genia la abuela!! Y sí, uno siempre espera que la familia y los amigos entiendan. Yo creo que si nos ven felices, ellos comparten esa felicidad aunque les hubiera gustado que se produjera de otra manera).

¿Cuánto tiempo transcurrió desde que nació tu primera hija hasta que salieron a la ruta nuevamente?

Cando Negra cumplió un mes nos fuimos desde el sur de México a Guatemala en colectivo para ir al mercado de Chichicastenango a comprar cosas que vendimos en una feria después en Rosario. Pero a la ruta, con el motorhome salimos a sus 45 días.

¿Cómo la sumaron a los talleres que hacían en las escuelas?

Que Negra esté presente en las experiencias fue el motor para hacernos padres. Proyecto Miradas nos marcó el tiempo. Por otro lado, cuando sos una familia y llegas a una comunidad tenés mucho más para hablar con todos, sobre todo yo con las mujeres. En una de las primeras escuelas, en Otzen, en la Huasteca Potocina, en México, Negra tenía 6 meses o menos. Era muuuuy tranquila, así que cuando trabajábamos la dejábamos en el cochecito y participaba mirando, o la agarraban los chicos para hacerle upa. Una de esas tardes se quedó en la casa de una mujer, Rosa, que también tenía un bebé, ella la cuidaba mucho, y como lloraba de hambre le dio teta. Fue muy lindo el amor que recibió allí, y en todos lados! Otra vez en una escuela privada de Guanajuato nos invitó una maestra a dormir a su casa, Negra tenía dos meses  y por primera vez durmió en otra cama, junto a la hija de la maestra. Ya más grande empezó a ir a las salitas de los más pequeños mientras trabajábamos, ella feliz. Por ser la más chica y extranjera se la pasó a upa de las maestras y de otras mamás. Lo voy contando y me emociono. En valle de Bravo, una familia de docentes que la adoptó como sobrina, y así un montón de experiencias lindas vivimos, mucho amor. Para mí es muy importante compartir lo que más me gusta con ella, y que ella nos vea con otros chicos y lo disfrute.

Ahora hay que ver con Coral cómo nos manejamos y con Negra ya más grande. Estamos arrancando otra vez, después del nacimiento de Coral y de las visitas.

 (Ya nos contarán cómo se organizan con Negra más inquieta, ahora que camina, y con Coral. Seguro que será más trabajoso, pero que lo van a disfrutar igual.
Tahiel estuvo con nosotros en las escuelas de Córdoba y se nos complicó bastante. Pero creo que sus energías inacabables fueron las culpables. Eso sí, cuando te leo recuerdo lo bien que fue recibido por las maestras y los alumnos. Hermoso. Creo, como vos decís, que es muy lindo poder compartir lo que uno hace y ama con ellos. Es la clave).

Ustedes viajan en un vehículo. ¿Creen que es más fácil con chicos?

Hace un año y medio que tenemos un auto nuevo con muchas comodidades, Negra hasta tiene todo un sector para jugar, lleno de juguetes. Creo que no es tan difícil viajar con ellas así, no hay tantas diferencias con antes en este sentido. A la hora de los problemas, seguimos teniendo los mismos de siempre. Repuestos que no se consiguen, mecánicos que lo puedan reparar, problemas para cargar gas, cosas de electricidad, un tanque de nafta que se termina rápido, caminos deteriorados, y un sin fín de cosas que nos cambian el humor a veces y nos llenan de culpa porque las chicas lo tienen que sufrir. Negra con el auto anterior tuvo que dormir en talleres mecánicos un montón de veces! En síntesis, si es más fácil? No, para nada!!

(jajaja me imagino lo de los problemas del auto! Y me imagino a Negra durmiendo en los talleres. Pero me refería a «más fácil con los chicos» en el sentido que tienen su lugar. Que aunque anden paseando de acá para allá, con gente diferente todo el tiempo, casi siempre vuelven a dormir al mismo lugar y tienen su espacio, como el de los juguetes. En ese sentido a veces pensamos en que el vehículo facilita las cosas. ¿Será así? Tengo que seguir preguntando…)

 ¿Qué cambió en el viaje a partir del nacimiento de tus hijas?

Cambió que antes estábamos más centrados en el proyecto. Dedicábamos muchas horas a la logística, hacer el contacto con las escuelas, organizaciones en las que íbamos a hacer las experiencias. Nos la pasábamos charlando con todo el mundo, hacíamos más “excursiones”, nos la pasábamos buscando trabajo también. Ahora muchas horas las dedicamos a las cosas de la familia: teta, comida sana, tiempo de juegos, que Negra haga cosas que le gustan, viajamos menos tiempo por día cuando estamos en ruta, y hasta hace unos días nos escondíamos del sol fuerte brasilero. Ahora recién estamos tratando de organizarnos otra vez para ponernos las pilas con la sistematización de todo lo aprendido. Tenemos mucho documentado para materializar en libros, videos, en interiorizarlo para las próximas escuelas.

 ¿Qué es lo que más extrañás de viajar sin chicos y qué es lo que te gusta de viajar en familia?

De estar sin chicos tener más tiempo y energía para trabajar, hacer videos, fotos, escribir mail, hacer caminatas e ir a lugares que con ellos no podés. Pero sé también que este es el tiempo para disfrutar de ellas, que tenemos la suerte de pasar las 24 horas juntos, y que después todo va a cambiar. Entonces pienso en que hay que disfrutar lo que toca.
Lo que más me gusta es que mis hijas se críen conviviendo con mucha gente. Que aprendan a compartir sus vidas, a desarrollar la capacidad de adaptación, que acepten agradecidas las comidas que se les ofrecen, que al criarse en un motorhome no acumulamos cosas que no necesitamos. Me gusta que el patio de nuestra casa cambie todo el tiempo, que estén en contacto con la naturaleza. Me gusta verla a Negra en patas por todos lados, jugando con el primer chico que se le cruce. O como ahora, que mientras respondo estamos en la chapada Diamantina, al lado de un río. Ellas en el piso durmiendo la siesta, Yayo preparándose para salir a una reunión en una escuela y yo trabajando en la compu.

(Me gusta todo lo que decís que te gusta, Sofi. Me gusta pensar que este el tiempo de disfrutar de otras cosas y que ya vendrán otros tiempos donde podamos hacer lo que hacíamos antes.)

 

En el marco de los viajes con el proyecto, ¿conocen los lugares más turísticos o solo se centran en realizar el proyecto?

Hemos hecho de todo. A lo que le escapamos es a las ciudades muy grandes, vamos sólo de pasada si hay que arreglar algo o a conocer alguna movida especial. Los lugares super turísticos no nos gustan por estar llenos de gente y ser muy caros. Pero muchas veces fueron el punto de encuentro con familiares, o el lugar propicio para trabajar con el telescopio. Además hay espectáculos que no te podés perder por más turístico que sea, como Machu Pichu por ejemplo.
Ahora, para estar como más nos gusta, en el campo, haciendo fuego para cocinar, y charlando con la gente, elegimos los lugares donde hacemos los talleres. Las sensaciones más felices que tuvimos vienen de ahí.

¿Qué es para vos educar? ¿Cómo estás llevando adelante la educación “formal” de tu hija o cómo pensás hacerlo?

Yo veo que en el crecimiento y construcción de una persona las vivencias son las formadoras, desde que nacen. Para nosotros es más importante que desarrollen habilidades que les permiten ser las personas que quieran ser, aceptarse, ser luchadoras, que estén atentas a las injusticias propias y ajenas, que se sepan parte de un todo, que tengan un sentido interiorizado de lo comunitario y no tanto que aprendan contenidos conceptuales. Además, si tienen una educación integral, eso viene tarde o temprano. Por eso priorizamos que vayan a alguna escuela pública, que tengan un grupo de pertenencia de amigos, que tengan que convivir, que tengan que socializar. A nosotros nos preocupa el individualismo que existe en todos lados, en los viajeros también, entonces queremos que en la educación de nuestras hijas prevalezca el desarrollo de la sensibilidad social. Por eso las llevamos a experiencias de apuestas colectivas como la escuelita zapatista, los campamentos del MST.
Cuando volvamos nos vamos a instalar en un pueblo pequeño, Villa Paranacito, con un proyecto colectivo. Así que les tocará ir a la escuela de allí, como los demás chicos del pueblo. A eso le sumaremos que sigan teniendo experiencias enriquecedoras viajando de vez en cuando y con otros grupos de amigos en Rosario.

 

¿Qué consejos darías a otras mamás que están por viajar con hijos chicos? Pensá en consejos de todo tipo, desde los prácticos de las cosas cotidianas hasta los relacionados con la actitud.

Bueno, la verdad es que las cosas que voy a decir no son cosas que nosotros las reflexionemos tanto. En realidad nosotros vamos haciendo como nos sale, por eso nuestra línea es tratar de ser lo más respetuosos posibles con nuestras hijas.
Entonces, a la hora de dar consejos digo: Primero que a la hora de pensarse de viaje no idealicen, que no todo es una playa con palmeras. Tienen que saber que vivir viajando tiene sus cosas como vivir en una ciudad también. Como resolver la comida, lavado de ropa, trámites, trabajar. Por lo menos como viajamos la mayoría. Entonces que hay que ser pacientes para algunas situaciones duras.
Después, es importante que los chicos sientan disfrute por esta vida, para eso los padres tienen que estar contentos. Para los chicos ya más grandes es difícil, están acostumbrados a otra cosa, a lo mejor, yo creo, que hay que saber ceder, complacerlos también, para que no sientan esto como castigo. Por ejemplo, si hacen amigos ellos en un lugar, aunque a nosotros no nos guste estar ahí, bancarse unos días para que ellos estén contentos.
Con las tareas cotidianas nosotros la acostumbramos a Negra a comer lo que hay, y que todos comemos lo mismo. Estuvimos trabajando a full en Centroamérica 5 meses. Casi siempre comíamos en las escuelas, arroz, frijoles, carne. Ella comía lo que nos daban. Por lo general le gusta más que a nosotros. Por otro lado yo disfruto mucho de cocinar y de comer lo menos procesado industrialmente posible, así que para mí ofrecerle eso a mi familia es un placer. Pero no somos radicales, si Negra quiere un helado se lo compramos con mucho gusto.
Sobre la salud creemos que lo mejor es no enfermarse, entonces tratamos de vivir una vida saludable, dejar que el sistema inmunológico se fortalezca. No vamos al médico salvo que tengamos alguna cosa importante. Para ponerle vacunas a Negra esperamos que tenga dos años y sólo le pusimos las de prevención de epidemias (polio, rubeola y fiebre amarilla) y contra el tétanos. Por suerte ninguno tuvo grandes enfermedades, Negra sólo otitis una vez y fiebre tres veces. No le solemos dar medicamentos salvo que tenga una infección grande. Tratamos de vivir todo con naturalidad. Es algo que lo vamos resolviendo con lo que va pasando, no tenemos posturas fuertes pre establecidas, vemos que es lo que creemos mejor en cada momento, aunque a la próxima cambiemos, al igual que cualquier familia en cualquier lugar. Supongo que en Rosario haríamos lo mismo. Lo que intentamos es ser fieles con nuestras intuiciones, escucharnos, pero sobre todo que sean decisiones nuestras.

¿Qué es para vos ser mamá? ¿Qué es para vos ser viajera?

Al estar viajando tenemos una oportunidad única de formarnos aprendiendo de otras personas, de la historia de los pueblos y de lo que pasa en cada lugar. Para mí viajar es estar abierta a eso. A veces sucede en el mismo lugar donde vivimos, y a veces los viajeros no aprendemos nada. Seguimos queriendo enseñar, hablando más que escuchando, traspolando nuestras cosmovisiones, e incluso, imponiéndolas. Para mi viajar es la forma de vivir que tengo ahora. Es hacer todas las cosas que hacía en Rosario, pero cambiando los paisajes, costumbres y personas. Espero que al volver sea una mejor persona y que esa persona siga creciendo con los años.

Ser mamá es parte de eso también. Es construir una relación de compañeras que irá mutando con los años, pero con la seguridad de que nos queremos. Es ser incondicional desde el lugar que ocupo para apoyarlas, es quererlas como son, aceptarlas y dejarlas ser y hacer. Y, aunque voy a llorar el día que me digan que se van a “dar una vueltita”, darles el espacio para que construyan autonomía.

 (Todas vamos a llorar el día que nos digan eso, pero qué lindo es saber que uno los acompaña!! Con Dino siempre decimos que nos encantaría construir con Tahiel una relación tan linda y sincera que, por ejemplo, él mismo quiera que lo visitemos seguido en el lugar del mundo que decida estar).

¿Mamá viajera o viajera mamá?

Viajera mamá.

Contame todo lo que quieras agregar que pienses que pueda estar relacionado con el tema y pueda ayudar a mostrarte más como mamá o pueda ayudar a las demás mujeres que lean la entrevista.

Cuando las cosas que no conocía se acercaban (ser padres, vivir viajando) sentí la ansiedad que genera lo nuevo, y me gustó. Lo que veía como asombroso se fue haciendo mi cotidianidad y me dí cuenta que a veces sobredimensionamos las cosas. Que todo es más simple. Creo que hay un valor agregado a lo de viajar, que existe en el imaginario de las personas un perfil de viajero que dejó de existir hace un tiempo. Con Yayo hablamos mucho, coincidimos que los aventureros, audaces, creativos, pacientes, son los que viven luchando día a día contra una condición que no eligieron, o tratando de ser felices en un modo de vida que nos impusieron. Diferente a nosotros que elegimos viajar. Y que son estas personas las que desde los lugares que les tocan contribuyen a mejorar las cosas para todos. Lo mismo que ser padres. Siempre pienso en las mujeres a las que les toca trabajar y hacer las cosas de la casa, que están solas o con maridos ausentes. Y que sin embargo tienen paciencia y ganas de jugar con sus hijos, de salir con amigos y reírse, de estudiar, de crecer, de estar felices. Eso sí que es difícil, nosotros tuvimos la suerte de pertenecer a una cultura donde viajar es posible, y tenemos que ser conscientes de eso, agradecidos de eso, disfrutarlo y compartirlo.
Nosotros vivimos esta experiencia como un regalo que nos hacemos. Y esperamos que todo lo que aprendemos se materialice después en algún proyecto colectivo en algún lugar. Porque en definitiva creemos que para transformar hay que poder permanecer en un lugar, construir. Esa es la gran apuesta.

Gracias, Sofi!
Como verás, remarqué en negrita muchas frases que me gustaron.
Me quedé con muchas ganas de saber más sobre esos dos partos, tan naturales, tan animales, tan fuertes. Yo no me animaría. Y más allá de los peligros o no que pueda tener, creo que es una fortaleza admirable que una mujer traiga así a su hijo al mundo. Como se hacía antes y como se sigue haciendo en algunos lugares como una práctica común.
Ya hablaremos personalmente en algún camino del mundo. A lo mejor en Villa Paranacito.
Algunas imágenes de Proyecto Miradas.

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