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Llegamos a Mongolia!!

Esta primera entrada sobre Mongolia está dedicada a Rodrigo (nuestro vecino) y a Taco (hay uno sólo).

Si todo salió bien, en el momento en que se publique esta entrada nosotros vamos a estar en el noreste de Mongolia, en la zona donde supuestamente nació Genghis Khan (Temüdjin), compartiendo cinco días con algunas familias seminómadas.
Dejamos de lado a Lenin y nos encontramos en todas partes con Genghis Khan.
Pero antes, la llegada a Mongolia…

 

Desde Ulan-Ude (Rusia) teníamos pensado tomarnos el transmongoliano, pero al conocer el precio y el tiempo que demora decidimos cambiar de idea. El transmongoliano es un tren “internacional”, por lo tanto no tiene tercera clase, sólo segunda y primera. Esto hace que sea mucho más caro de lo que veníamos pagando por los pasajes en tercera en el transiberiano.

Al enterarnos que en bus costaba menos de la mitad y que demoraba 12 horas, preferimos esta opción. De las 12 horas, casi tres las pasamos en la frontera (media hora por nuestra culpa…), mientras que el tren puede demorarse hasta 10 horas en la frontera!

Cruzar la frontera de Rusia a Mongolia

Paso 1: El bus llega a un complejo fortificado y con varias edificaciones. Se detiene en la puerta. Sube un policía ruso (que no inspiraba tanto respeto como el que nos recibió al entrar al país) y revisa todos los pasaportes, uno por uno.

Paso 2: El bus avanza hasta un segundo puesto. Nos indican que nos bajemos con nuestros bolsos de mano y con las mochilas. Lo que nos molesta bastante…
Entramos a una sala, donde pasamos nuestras mochilas para que le saquen la radiografía y fuimos a hacer la cola para que nos controlen el pasaporte.

Paso 3: Control de pasaporte. Cuando nos tocó a nosotros, la oficial de turno nos inspeccionó el pasaporte por todos los costados. Parece que algo no le gustó porque nos separó y nos hizo esperar. Llamó por teléfono para que alguien que hable inglés la venga a ayudar, pero tardaron en venir a socorrerla.

Nos imaginamos que quería la registración y se la mostramos. Pero no era eso. Entonces me acordé que posiblemente estaba buscando la visa, por lo que le mostramos un papel (que nos escribió un amigo del couch) que dice en ruso: “Los argentinos no necesitan visa desde 2009”.

Obviamente no nos creyó, entonces se llevó los pasaportes, se metió en un cuarto y apareció después de varios minutos. Revisó no sé qué cosa en una computadora y nos sonrió. Era verdad, no necesitábamos visa. Es increíble que un oficial de migraciones no sepa qué países necesitan visa y cuáles no.

Paso 4: Volvimos a guardar nuestras mochilas en el bus y subimos. El bus avanzó unos metros y se detuvo de nuevo. Esta vez subió un oficial mongol, revisó que todos tuviéramos la visa en el pasaporte y se bajó. Luego, nos indicaron que otra vez teníamos que bajar con todos los bolsos y entrar a otra sala.

Pasó 5: Ya en la nueva sala, otra vez nos hicieron pasar las mochilas por la cámara que “todo lo ve” y revisaron los pasaportes. Esta vez, todo fue más fácil.

¡Ya estábamos en Mongolia!

Mongolia es un país que tiene sólo una ciudad grande e importante: Ulan Bator, su capital. Un tercio de la población se concentra en esta ciudad, mientras que el resto del país está habitado, en su mayoría, por familias nómadas y seminómadas. El país cuenta con muy pocas carreteras en buen estado que son, principalmente, las que unen Ulan Bator con las fronteras china y rusa. El resto del país sólo tiene malos caminos de tierra y pocas ciudades.

El camino desde la frontera hasta la capital fue a través del típico paisaje mongol: grandes extensiones de territorio vacío, con pastos duros y gran cantidad de ganado vacuno, ovino y equino. Además, hay un extraño animalito que se llama yak, pero que todavía no tuvimos el gusto de conocer, aunque a lo mejor sí lo comimos.

Además, desde que pasamos la frontera comenzamos a ver la típica casa de los nómadas en Mongolia: los gers. Este tipo de tienda tiene forma circular y resiste, según dicen, tanto las bajas como las altas temperaturas (a la vuelta de nuestra primera travesía les contamos si es verdad). Son fáciles de armar y de desarmar y no tiene separaciones internas. Este tipo de casas se ven diseminadas por toda la estepa, pero también en medio de pequeños pueblos o en las laderas de las montañas que rodean a Ulan Bator.

Ullan Bator

Ulan Bator, merece un capítulo aparte. Es una ciudad sucia y con mucha polución. El desorden es notable y los conductores son peores que en Argentina. En Rusia o en los países de Europa del Este que pudimos visitar, nos habíamos acostumbrado rápidamente a que si uno se para en la senda peatonal, donde no hay semáforos, los coches se detienen para que uno cruce.

Acá es todo lo contrario, cruzar una calle o una avenida es de locos, los conductores quieren pasar sí o sí. Hay que bajar, poner la mano, mirarlos y rezar, todo al mismo tiempo y corriendo. No es la primera ciudad en el mundo que vemos que es así, pero en esta nos parece mucho peor.

Ya puteamos a varios y nos dimos cuenta que los locales ni advierten lo mal que está. Evidentemente es muy fácil acostumbrarse a lo bueno o a lo malo, somos animales de costumbre. Ahora bien, si uno puede comparar, ya no es tan fácil volver a acostumbrarse a lo anterior.

La ciudad está rodeada por montañas, tiene algunos templos budistas y muchos restaurantes de comida china y coreana. Además, aparecen varios carteles en inglés, cosa que en Rusia los habíamos olvidado.

Todos los viajeros paran en esta ciudad para organizar las visitas al interior del país y hacer varios trámites, como la visa de China (nuestros pasaportes están en la embajada china por siete días).

El símbolo nacional de Mongolia se conoce como Soyombo y aparece en todas partes, desde la bandera hasta las patentes de los autos. Si quieren conocer su explicación pueden leer algo acá.

Nos vemos en la próxima entrada con lo más interesante de Mongolia: nuestra primera visita al interior del país y la vida de las familias nómadas y seminómadas.

Saludos!!

 


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