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En un camión de lujo…hasta Arequipa

Salimos de Nasca con rumbo a Arequipa. Sabíamos que nos esperaba un largo y lento viaje. Llegamos a la ruta Panamericana y la estación de servicio (o grifo, como le dicen en Perú) a la que queríamos ir se encontraba a unas seis cuadras, según los lugareños. Si dicen la verdad, pensamos, no es tanto… podemos ir caminando. Y así fue. Mientras caminábamos por el costado de la ruta se me ocurrió darme vuelta, miré atrás y vi que venía un camión. Cuando pasó cerca de mí le hice dedo.

No tenía muchas esperanzas de que parara, ya que no era el mejor lugar para hacerlo y el conductor venía “embalado”. Pero levantar el brazo y poner los dedos en posición no costaba nada. El camión pasó de largo. Nosotros seguíamos caminando.
A los pocos segundos, cuando miro hacia delante veo que el camión para. ¿Había parado por nosotros?, me preguntaba. Por las dudas, le digo a Dino que apuremos los pasos. Había parado por nosotros.

Nuestro vehículo.

Marcos nos recibió con una sonrisa, acomodó todas nuestras pertenencias en el interior, nos hizo sacar los zapatos y nos invitó a pasar a “su casa”. Era el camión con el interior más grande y limpio en el que viajamos. Y nos íbamos en él hacia Arequipa.

Como pueden ver en las imágenes, el interior del camión tenía dos butacas cómodas, dos camas amplias, espacio para una heladera pequeña y un televisor, lugar para pararte y estirar las piernas y repisas para guardar lo que se te ocurra, en las que Marcos coleccionaba cd de música y películas.
Pero lo que más me sorprendió fue cuando descubrí que en el camión había… ¡mate, yerba, bombilla y termo con agua caliente! ¡Qué más podía pedir de un viaje a dedo!

No es que sólo tenía el equipo de mate, sino que además, sabía los «secretos» de cómo preparlo y solía tomarlo.

Como no se acordaba mi nombre, lo escribió en un papel y lo puso frente al volante para llamarme por mi nombre cada vez que quería decirme algo.

Marcos hizo que el viaje de 12 horas fuera mucho menos cansador de lo que hubiera sido. Escuchamos música, charlamos y disfrutamos de unos paisajes increíbles: dunas altísimas, un mar turquesa golpeando fuerte contra la costa y valles de cultivos a orillas de los ríos.

Las fotos no son las mejores, pero para que se den una idea del paisaje…

En un momento, en el medio de la nada, empezamos a ver motos y personas en la ruta. Marcos, con sus 30 años de experiencia en las rutas peruanas, nos dijo que posiblemente había ocurrido un accidente con un camión y las personas estaban yendo a saquear la mercadería. Luego de unos kilómetros, efectivamente, había un camión volcado, pero su carga no era comida ni nada útil para las personas, sino un poco de chatarra.

Llegamos a Arequipa de noche, disfrutamos unos minutos de las luces de la Plaza de Armas, buscamos un lugar barato donde dormir (ya que no conseguimos couch ni teníamos a nadie conocido), cenamos algo y a la cama… al otro día… las presentaciones de Magia en el Camino-Proyecto Sur, que les contaremos en la próxima entrada.


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