Cosas que voy a extrañar de Nueva York
Ya estamos en Buenos Aires, pero con mi mamá y mi papá siempre hablamos de viajes, por eso, cuando regresamos de cada uno, además de preparar nuestros diarios de vida/viajes, solemos escribir Cosas que voy a extrañar de… como una manera de hacer un resumen de mis actividades en cada lugar, pero no siempre de esas actividades turísticas o «de lo que hay que hacer» (de eso se encargan ellos), sino de experiencias que quiero recordar. Y así, confirmar una vez más, que se puede viajar con niños a cualquier destino, en este caso, también a Nueva York.
Los invito a conocer algo de lo que voy a extrañar del viaje a Nueva York.
A ROGELIO
Rogelio es un hermoso perro al que le hicieron mala fama, pero que conmigo se llevó muy bien. En realidad, se lleva mal con algunos otros perros, pero no con los niños. A mí me encantaba verlo cada vez que volvíamos de pasear y me encantaba acompañarlo cuando Ariel lo sacaba a la calle para que pudiera hacer pis. Jugamos mucho, sobre todo con una soga resistente y hasta dejé que me baboseara un rato!
Me encantan los perros y siempre que paso por al lado de alguno le pregunto al dueño o a la dueña si lo puedo acariciar. Casi todos me dicen que sí, pero algunos prefieren que no. Menos mal que le hago caso a mi mamá y les pregunto.
Se imaginarán que ya insistí un montón en mi casa para tener uno, pero no hay apoyo. Me insisten en que le pregunte a los abuelos, pero creo, intuyo, que me van a decir también que no…
ANDAR EN MONOPATÍN y EN BICICLETA
No es que no uso el monopatín en Buenos Aires, al contrario, desde que dejé el carrito mis papás se ocuparon de que el monopatín sea mi medio de transporte preferido, pero les voy a confesar que usar el monopatín en Nueva York me encantó. Tener que esquivar a tanta gente me parecía muy divertido y hacerlo entre edificios súper altos, también. Además, cuando me cansaba de andar, ponía los dos pies sobre la base del monopatín y mi papá me empujaba. De esta manera, yo descansaba y, al mismo tiempo, avanzábamos. Ideal para viajar con niños en las grandes ciudades.
En este video de IGTV pueden ver un breve resumen de algunos de mis paseos.
También, en este video de IGTV pueden ver un resumen de nuestros paseos en bicicleta o leer Recorrer Nueva York en bicicleta, una experiencia que les recomiendo a todos!
ESCUCHAR Y HABLAR INGLÉS
Los niños tenemos el don de absorber casi todo lo que pasa a nuestro alrededor. Eso puede ser bueno o malo, según cómo sea lo que estamos viviendo. Cuando viajamos, una de las cosas que más absorbemos casi sin darnos cuenta es el idioma. Y si hablamos el mismo idioma del lugar que visitamos, en seguida se «nos pega» el acento, el cantito o alguna palabra que los locales usan mucho. Cuando viajamos, de repente, un montón de palabras que no conocíamos pasan a formar parte de nuestro vocabulario cotidiano. Esto me pasó mucho en Panamá y Costa Rica, pero eso se los cuento en otro post. En Nueva York, me pasó que al primer día de estar en la ciudad yo ya saludaba con «Hello» y «How are you?». Después, aprendí a decir «excuse me» cuando quería pasar con el monopatín por donde había mucha gente, y «next stop, please», cuando le avisaba al conductor de la guagua (bus, que también voy a extrañar por esos viajes para cruzar el túnel Lincoln) que nos teníamos que bajar. También, en las plazas, le decía a otros chicos «Can I play with you?» y muchos me entendían.
COMUNICARME CON MÍMICA
Relacionado con lo anterior, hubo veces en las que quería decirle algo a alguien y no sabía cómo hacerlo. No siempre estaban mis papás al lado mío para preguntarles, así que hice algo que es natural en los viajeros y en las personas que no saben el mismo idioma: me comuniqué con mímica. En esta foto de Instagram mi mamá les cuenta un ejemplo.
También pueden leer estos post sobre Viajar sin diccionario que mis papás escribieron hace varios años. Creo que estoy siguiendo sus pasos.
LAS PLAZAS Y PARQUES
Me encantaron las plazas y parques de Nueva York. No solo porque íbamos a una casi todos los días, sino porque todas tenían alguna de las dos cosas que me gustan mucho: juegos muy lindos o chorros de agua para mojarme.
Además, pude jugar con nenes y nenas de Estados Unidos, pero también con nenes de otros países, como China, Japón, Colombia y Sudáfrica. ¡Eso me encantó! Recuerdo que con el que más jugué fue con un nene chino en la plaza del barrio chino de Nueva York.
No puedo decir cuál fue el espacio verde que me gustó más porque disfruté todos y mis papás se preocuparon por llevarme a muchos. Recuerdo que el Central Park me pareció enorme y que del Brooklyn Bridge Park no me quería ir. En Parques y plazas de Nueva York para ir con niños, mi mamá les cuenta más.
El CHOQUE LOS CINCO
A mí siempre me gustó saludar con un «choque los cinco» o «give me five», pero en Nueva York era casi un saludo obligatorio. Mi mamá dice que yo soy muy sociable porque me gusta saludar a todos los que me pasan cerca y en Nueva York no hice la excepción. Muchos de esos a los que saludaba (o a los que les pedía una foto, como en el caso que ven abajo) terminaban diciéndome a mí «give me five», así que yo, feliz de poder seguir con mi saludo.
EL SKYLINE
Tuvimos la suerte de que nos alojaron unos amigos de unos amigos, que viven en New Jersey. Y tuvimos más suerte porque viven en una casa con vistas al skyline más lindo de la ciudad de Nueva York. Estábamos frente al Hamilton Park, desde donde se ve un hermoso perfil de la isla de Manhattan. Voy a extrañar a mi mamá y a mí papá escucharlos decir «¡qué lindas vistas!» cada cinco minutos. Y sí, tenían razón, y por eso, también yo voy a extrañar esas vistas. Por eso, una de las actividades que más me gustó hacer de las 30 fichas que me preparó mi mamá en el Desafío Tahiel en Nueva York, fue dibujar el skyline desde la casa de nuestros nuevos amigos.
El EDIFICIO DE KING KONG
Así lo bauticé yo al Empire State, porque si bien no vi la película, leí con mis papás la Lonely Planet de Nueva York para niños y me quedó grabado. Además, cuando subís al mirador hay una persona disfrazada de King Kong con quienes todos quieren sacarse fotos.
Pero el motivo por el que voy a extrañar este edificio es porque lo veía desde todas partes y con mi mamá jugábamos a encontrarlo. Y eso me divertía mucho. Mientras estábamos en una plaza, mientras andaba en monopatín, mientras caminaba, siempre que estábamos en la zona del centro de Manhattan lo veíamos o intentábamos verlo.
Por ejemplo, desde la casa de nuestros amigos se veía siempre y, todas las noches, estaba iluminado de diferentes colores. Eso me encantaba.
ACTIVIDADES DE MI MAMÁ
Yo sé que a ella le hubiera gustado que haga tooooodas las actividades que pensó para mí, pero la verdad es que tampoco teníamos mucho tiempo de «ocio» para dedicarme a ellas. Igual, la mayoría me encantaron y disfruté mucho hacerlas y ver cómo ella se ponía contenta cuando las hacía. Mi preferida fue la de la «búsqueda del tesoro», que tenía que marcar con una cruz cada vez que veía alguno de los dibujos.
También me gustó dibujar el skyline y hacer «palitos» en las características del tiempo en cada día.
En la primera foto estoy marcando un carrito de hoy dog en mi «búsqueda del tesoro». En la segunda, estamos leyendo la guía de Nueva York para niños para conocer lo que esconde el techo de la estación central. En la tercera estoy marcando el tiempo meteorológico de ese día.
LOS MUSEOS EXCLUSIVOS PARA NOSOTROS
Nueva York no tiene un museo exclusivo para niños, sino que tiene varios. Si bien nosotros conocimos el Museo de los Niños de Manhattan, nos quedamos con muchas ganas de conocer también El Museo de las Artes para Niños, así que es otra buena excusa para volver.
Al primero fui dos veces y no me quería ir, porque todo está pensado para eso, para que no nos queramos ir. Como dije en otro post, debería ser ley: todas las ciudades del mundo tendrían que tener un museo así.
Además de estos museos, hay otros que si bien no están pensados solo para niños, podrían serlo perfectamente, como el Museo del Transporte, en Brooklyn, y otros que ofrecen muchas propuestas interesantes para hacer en familia, como el MET.
SORPRENDERME
Nueva York es una ciudad que te sorprende. Al principio me sorprendía con todo, con los rascacielos, con los negocios enormes de un solo producto (como la tienda de M&M o de Lego), con las mesas de ping pong en las plazas y calles, con los señores disfrazados de super héroes, con las luces de Time Square y sus propagandas, con la cantidad de taxis amarillos en una sola cuadra, con los chicos usando el skate en la calle, con los perros en carritos para bebés, con los autos último modelo, con los personajes que conducían «autos locos» (como el de la última foto), con la gente durmiendo en la calle, con la cantidad de puestos de comida callejera en los que yo me paraba para comprar algo y mi mamá me llamaba con un tono de voz un poco más alto de lo normal, con la altura de la estatua de la libertad, con la cantidad de ardillas en el Central Park, con el humo que sale de las veredas, con los camiones de los bomberos (¡hasta logré subirme a uno!), con todos los puentes sobre el río, que se pueden cruzar a pie, en bicicleta, en monopatín, en transporte público y hasta en teleférico (bueno, este va pegado al puente), me sorprendía con todo y eso, lo voy a extrañar.
Si aún no tenés alojamiento en Nueva York, probá buscando en el siguiente banner. Si reservas algo por acá a vos te sale lo mismo y a nosotros nos das una mano para seguir con el blog.
Pueden leer más sobre nuestras experiencias en Nueva York.
Pueden leer más sobre Viajar en Familia.
¿Te gustó el post? Te invitamos a compartirlo y a sumarte con un Me Gusta en la página de facebook de Magia en el Camino. También te esperamos en twitter acá y en Instagram acá. Gracias!
¿Ya conocés nuestro libro de viajes? Se llama «Magia es Viajar» y cuenta nuestras vivencias por Asia, África, América y Europa.
Es una producción independiente y con tu compra nos ayudás a seguir con todo lo que implica Magia en el Camino. Para sumarte hacé click aquí.