Navidad en Buenos Aires
Hace un año estábamos pasando Navidad en Luang Prabang, un lugar tranquilo y agradable del norte de Laos. Allí la navidad es un día más, no llegó la vorágine del consumismo y de las fiestas “importadas”, aunque muchos no se pierden la oportunidad de los negocios…
Pero hablemos de las fiestas en Buenos Aires.
Unos amigos viajeros españoles nos escribieron un mail saludándonos por las fiestas y preguntándonos cómo se vivía la navidad “allá”, o sea, en Buenos Aires, “aunque la navidad en un país donde por Navidad no hace frío no debe de ser Navidad, no? al menos no como nos la pintan en las pelis con la típica casa iluminada llena de nieve…” nos decían en el mail.
Y, sí… pensaba yo… en Buenos Aires, en diciembre, hace calor. Mucho calor. Así que la imagen navideña de la nieve, los gorros y las bufandas no la vamos a encontrar ni experimentar nunca en la capital argentina. Eso sí, podemos encontrar a unos cuantos chicos con el traje de papá noel muertos de calor en la entrada de los shoppings…
Siempre me pregunté por qué se disfrazan de papá noel en Buenos Aires con 35 grados de temperatura… la respuesta parece muy fácil: “negocios”. El problema es que el que hace los negocios no se disfraza…. Hace que se disfrace un pibe que por unos pesos al día puede aguantar transpirar lo aceptable hasta no desmayarse…
Más allá de esta mini reflexión sin mucho vuelo, hace unos días que tenía ganas de escribir sobre las fiestas en Buenos Aires, más precisamente sobre la navidad.
En las imágenes porteñas de la navidad no aparecen árboles nevados, ni papá noel con frío, ni gorros y bufandas, pero durante diciembre, poco a poco, la ciudad va tomando color rojo y verde. O esa era la imagen que tenía yo de la ciudad…
Así es que en mis recuerdos…
– Los comercios decoran las vidrieras con motivos navideños.
– Los shoppings compiten para ver quién es el que tiene el árbol de navidad más grande.
– Los comercios anuncian promociones y rebajas que no siempre cumplen.
– Las principales avenidas se iluminan con formas de campanas, moños, estrellas y renos (aunque nunca veremos un reno en Buenos Aires!).
– Las casas decoran sus puertas y ventanas.
– La gente sale a comprar regalos.
– Las marcas sacan avisos publicitarios “de navidad”.
– Se venden turrones, almendras, nueces, pan dulce, etcétera. Alimentos característicos o ideales para el invierno pero que nos empecinamos en comer en pleno verano.
– Los canales de televisión filman spot publicitarios con todas sus “figuras” deseándole a los espectadores muy felices fiestas.
– La Plaza de Mayo también tiene un árbol de navidad (o por lo menos lo tenía hasta ayer porque me acaban de decir que lo quemaron).
Así que tomé mi cámara y salí a buscar todo eso que tenía guardado en mis recuerdos. Pero no encontré todo. Esta vez no vi la ciudad como la había visto otros años. Me encontré con una ciudad consumista, eso sí, mucha gente comprando regalos, pero también vi una ciudad sucia y sin muchos colores navideños. Le falta ese “espíritu navideño”, como dicen algunos, aunque yo nunca supe muy bien a qué se referían.
¿O será que ese «espíritu navideño» es muy personal y subjetivo?
Árbol de navidad en un shopping de la ciudad.
Árbol de navidad en la Plaza de Mayo (antes de que lo quemen).
¿Cómo se pasan las fiestas en Buenos Aires?
En Buenos Aires las fiestas tienen una impronta familiar. En la mayoría de los casos, tanto la navidad como el año nuevo se pasan “en familia” y, después del brindis, se juntan los amigos en alguna casa o arreglan para concurrir a algún establecimiento, ya sea un bar o un lugar bailable (boliche, disco, etcétera), y la fiesta se extiende hasta la mañana siguiente.
Esto es muy distinto a lo que pasa en otros lugares del mundo, como algunos países europeos, donde es muy común, en cambio, pasar la navidad con la familia y el fin de año con los amigos. Por eso, en muchas ciudades del mundo, el 31 de diciembre a la noche, después de cenar con los amigos, las personas se reúnen en los monumentos más emblemáticos de la ciudad para disfrutar de los esperados fuegos artificiales. Nosotros tuvimos la suerte de verlos en las torres Petronas de Kuala Lumpur.
Recuerdos de navidad.
Acabo de leer un artículo periodístico en el que brindan consejos para que las fiestas no se conviertan en “un dolor de cabeza”. ¿A qué se refiere? Según el artículo, al dilema de con quiénes las pasamos, al tema de los regalos, al balance del año que no siempre es positivo, etcétera, etcétera. Pero a pesar de esto, creo que todos tenemos guardado algún lindo recuerdo de navidad. ¿Se animan a compartirlo?
Mis recuerdos de navidad siempre fueron en familia. Una familia numerosa. Siempre fueron lindos recuerdos. Abuelos, tíos, primos, papás y hermanos. Una rica cena y la espera interminable del gran momento de repartir los regalos. Como soy la más grande de mis hermanos y primos siempre me dejaban repartirlos a mí. Era una especie de orgullo. Yo, la más grande, podía hacer algo que los demás no. Además, muchas veces, yo era la que anunciaba la llegada de Papá Noel. Mi abuelo salía a la calle con todos sus nietos y nos daba una “estrellita” a cada uno. Siempre, en el preciso momento en que terminábamos de prender las estrellitas, se escuchaba una voz por el portero eléctrico que decía: “Llegó Papá Noel!!!” Esa voz la escuchaba yo y lo gritaba a mil voces. Todos subíamos lo más rápido posible, entrábamos al departamento y ahí estaba: el árbol lleno de regalos para todos. Claro, eran otras épocas en las que se podía comprar una “pavadita” para cada uno. Y sumando pavadita y pavadita llenábamos una bolsa enorme de juguetes!
Con los años, las cosas fueron cambiando, los chicos fueron creciendo, los grandes se fueron yendo y los regalos dejaron de ser la prioridad. Se implementó el sistema “amigo invisible”, aparecieron los novios y novias, surgió el “problema” de tener que decidir con quién cenar cada una de las fechas y algunos otros cambios más. Pero aunque no sean como antes, esos recuerdos son tan fuertes que es como si estuvieran presentes cada 24.
Como les conté al principio, el año pasado tuvimos el privilegio de pasar el 24 en Luang Prabang, un hermoso y tranquilo pueblo laosiano. Cenamos con nuevos amigos, argentinos, chilenos y holandeses y pasamos un muy agradable momento. Eso me dio la pauta de que las fiestas las hacemos cada uno, en el lugar donde estemos. Por eso, queremos desearles a todos, estén donde estén, unas lindas fiestas, tanto para el 24 como para el 31.
– Para los que festejan el 24 y el 25 como una fiesta religiosa les deseamos que disfruten ese día como lo que sienten que es.
– Para los que simplemente es un día de reunión familiar, aprovechen para juntarse con los que quieren y decirles que los quieren.
– Para los que es el momento ideal de ver a ciertos amigos, llámenlos por teléfono (o mándeles un mail) y encuéntrense.
– Para los que no significa nada, no hagan nada o préndanse a cualquiera de las opciones anteriores.
– Para los que es momento de balances, no sólo piensen en lo que no pudieron hacer, sino tengan presente todo lo que hicieron y vean la posibilidad de seguir intentándolo el año que viene.
– Para los que sientan la necesidad de hacer algo «diferente», háganlo! (como sumarse a los contrafestejos de festivus o participar en alguna campaña solidaria)
Pero todos traten de pasarlo lo mejor posible. SEAN FELICES. Estén donde estén y con quien sea que estén.
¡Mucha magia en cada uno de sus caminos para el 2012!
¿Cuáles son tus recuerdos de navidad? ¿Los comparten con nosotros?
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