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Volvimos a la universidad!!

 

Después de nuestro paso por las universidades de Mérida, en Venezuela, no se nos había presentado otra oportunidad para hacer las charlas para universitarios, pero hace unos días surgió la posibilidad de presentarnos otra vez ante ese público y aceptamos gustosos. Nos encanta.

En esta oportunidad fue en la Espol, una de las universidades más importantes de Guayaquil y de Ecuador. Los alumnos eran de los últimos años de las carreras de economía e ingeniería comercial. El tiempo estipulado era de dos horas, de 18 a 20, pero los profesores nos habían advertido que a eso de las 19.30 todos comienzan a pararse e irse para no perder el bus que los saca del campus universitario o porque simplemente impusieron un horario nuevo de finalización de las clases. Pero esta vez fue distinto: estábamos nosotros delante de ellos, con nuestras fotos, nuestras anécdotas, nuestras reflexiones y nuestras bromas. Y se engancharon. Y nadie se movió hasta las 8, hora que por seguridad cierran todo en la universidad. Es más, al salir del auditorio nos seguían haciendo preguntas y se querían interiorizar sobre cada cosa que habíamos dicho. Para nosotros fue un placer.

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Los chicos nos escribieron muchos mensajes, pero queremos reproducirles sólo un fragmento de tres de ellos.

“Felicitaciones por su fortaleza, por sus ganas de soñar y hacerlo. De verdad que me llegaron y queden complacidos que ustedes me abrieron los ojos! Estoy tan agradecida por haber tenido la oportunidad de cruzarlos en mi camino”

“Hacen una excelente labor y se los agradecemos. Estoy segura que al 90% de las personas que escucharon la charla les pudieron sembrar la semilla del cambio”

Estos dos no están por “autobombo” (aunque un poco no viene mal… jaja) sino para comentarles que precisamente estos son nuestros pequeños objetivos: abrirles los ojos, desterrar los casetes que tenemos incluidos y sembrar la semillita del cambio. Ojalá haya sido al 90%, pero si fue a un porcentaje menor, no importa, el objetivo está logrado. Como siempre decimos, una de las cosas que más impacta es que somos “gente común” hablándole a “gente común”, no somos eruditos en nada, simplemente contamos nuestras experiencias.

“La verdad adoré la charla y el maravilloso mensaje. Me sentí muy identificado, soy gay y de a poco desde pequeño logré hacerme respetar, mostrarle a mis amigos y compañeros que es posible ser tolerante”

Este cometario, que es mucho más largo, nos llenó de orgullo, porque lamentablemente todavía está muy presente en la cotidianeidad de las personas la discriminación hacia el que no es como uno cree que debería ser. Este chico debe haber pasado muy malos momentos simplemente porque muchos no pueden aceptar que otros pueden pensar, sentir o tener gustos diferentes. Justo dos días después de esta charla, mientras estábamos almorzando con unos amigos que nos habían invitado, un señor se suma al almuerzo y entre charla y charla dice, refiriéndose al programa de Marcelo Tinelli (un programa argentino que se ve en muchos países de Latinoamérica), algo así: “a mi me gustan como bailan las parejas en ese programa porque ningún bailarín es gay”. Ante nuestra cara de asombro y nuestra pregunta: ¿Qué tiene de malo si lo es? El señor respondió “Me reservo la opinión” y ante nuestra repregunta se levantó de la mesa, saludó cordialmente y dijo que tenía que ir a trabajar. Cosas que siguen pasando…

La llegada a Guayaquil

Después de Quito, teníamos como destino Guayaquil. Siempre se complica salir de las grandes ciudades para hacer dedo, pero por suerte Alexandra nos llevó hasta una estación de servicio en el primer pueblito fuera de la gran ciudad. Gracias Ale!!! Fue de mucha ayuda. Allí, apenas esperamos unos minutos hasta que paró un auto blanco, un poco viejo, pero con un personaje al volante: Juan Manolo. Este as del volante es colombiano y está casado con una ecuatoriana, desde el principio nos pareció un “loco lindo”, pero después de ver y vivir cómo agarraba las curvas en las rutas por las montañas le sacamos la palabra lindo y quedó solo la de loco… un loco del volante y sin necesidad. Íbamos tan preocupados por lo mal que manejaba este señor que casi no pudimos disfrutar del hermoso paisaje de las sierras ecuatorianas. Por suerte, casi toda la carretera tiene dos carriles por lado, al parecer, el gobierno hizo muchísimas inversiones en la mejora de la red vial nacional. Menos mal que sólo íbamos con él hasta Santo Domingo, que si bien son dos horas nos parecieron diez.

Una vez que nos bajamos en Santo Domingo, esperamos un rato para recuperarnos y aprovechamos para almorzar algo en el camino. Apenas terminamos y como si estuviéramos sincronizados nos levantó Julio, en un camión que iba directo a Guayaquil, con asientos cómodos, aire acondicionado y un conductor prudente. No podíamos creer la diferencia con el anterior. Con Julio conversamos mucho, nos invitó a tomar algo en el camino, le hicimos algunos juegos de magia y quedamos “buenos amigos”. Gracias Julio por todo!

Hasta le dejó dar una vuelta en el camión a Dino! Miren esa cara de felicidad!

En Guayaquil nos esperaba Galo, un amigo de Dino del colegio secundario, junto con su mujer, Paola, y el bebé que está en camino. Nos recibieron muy bien, charlamos mucho y hasta nos invitaron a disfrutar de un asado en la casa del papá de Galo, que también se llama Galo. Gracias chicos por todo!

Guayaquil se encuentra a orillas del puerto del mismo nombre y presenta, como casi todas las ciudades, zonas más lindas que otras. Uno de los procesos urbanos  de los últimos años es la construcción de urbanizaciones (barrios cerrados) en un sector de la ciudad. La gente local dice que se parece a la zona de Miami…
Nosotros estuvimos alojados en el barrio Lomas de Urdesa, uno de los más lindos y cuidados. La zona del centro de la ciudad es un poco más vieja y deteriorada, pero la costanera la modernizaron hace poco y en la actualidad es un paseo que casi ningún ciudadano se pierde.
Van sólo algunas fotos, porque no paseamos mucho y no sacamos muchas fotos.

El último día, Mariela, una nueva amiga, nos invitó a desayunar “a la ecuatoriana” y fuimos al lugar más famoso de Guayaquil: “la casa de Tere”.
Tere, es Teresa, una señora que vendía bolos de verde en un puestito callejero y que ahora es dueña de uno de los locales más concurridos de la ciudad.
Como pueden ver en la foto, casi todo es a base de verde (plátano)… hasta lo que no parece es plátano. Una especie de almuerzo para nosotros. Gracias Mariela!

Después de Guayaquil nos fuimos 4 días a la zona de la costa para una maratón de presentaciones de Magia en el Camino – Proyecto Sur… que les contamos en la próxima. No se la pierdan!

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