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La mística del Camino de Santiago

–¿Cómo no querés que me emocione? Si le prometí a mi mamá que lo iba a hacer y lo hice. –le dice Ana a Carmen, su mejor amiga y se funden en un abrazo eterno.
–Gracias por esperarme y recibirme. –termina la frase mientras los ojos de las dos no aguantan el peso de las lágrimas.
Escuché estas palabras, vi la escena y, después de un tiempo prudencial, me acerqué a las dos mujeres. Me presenté y ellas me contaron su historia.
Ana vive en Logroño. Su mamá falleció hace un tiempo de una de esas enfermedades malditas que mata cada vez a más personas y que nada (o casi nada) se puede hacer al respecto. Su sueño siempre fue hacer el Camino de Santiago, pero nunca se animó. Los miedos, las prioridades, el trabajo, los hijos, las obligaciones y esa lista interminable de cosas que nos hacen postergar día a día nuestros sueños se fueron anteponiendo siempre entre sus ganas de caminar hasta Santiago y el poder hacerlo. Ana siempre la escuchaba, pero nunca había prestado demasiada atención a ese deseo. Pensaba que era algo más de las cosas que su mamá decía que algún día iba a hacer. Pero una tarde, cuando estaba muy grave y el día menos deseado se acercaba, le comentó a su hija que una de las cosas que más se arrepentía en su vida era la de no haber cumplido con el sueño de llegar a Santiago caminando. Había leído tantas historias sobre el famoso camino que quería vivirlas ella. En ese momento, al escuchar lo sentido de ese deseo frustrado, Ana miró a su mamá a los ojos, la abrazó muy fuerte y le prometió que ella lo iba a hacer en su nombre. Su mamá se emocionó de solo pensarlo y se puso a llorar. Igual que Ana cuando abrazó fuerte a Carmen.
Carmen es su mejor amiga. Oriunda también de Logroño, el amor la llevó a formar una familia en Santiago de Compostela. Al enterarse de que su amiga iba a hacer el camino, no lo dudó: la recibió como se recibe a los amigos.

Esta es una de las cientos de escenas e historias que se repiten día tras día en la ciudad de Santiago de Compostela. El camino que recorrió Ana en un mes, desde Logroño hasta Santiago es uno de los tantos caminos que se conocen como el Camino de Santiago. En este caso, el tramo que realizó Ana forma parte del llamado camino francés, que se inicia en Saint Jean de Pied de Port y es reconocido como el más importante de todos. Este camino cuenta con 31 etapas y es uno de los más populares.

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Vista de la Catedral desde La Alameda, uno de los principales parques de la ciudad.

Cuando llegamos a Santiago de Compostela nos alojamos en la casa de Tati, una chica de couchsurfing que vive en el casco histórico. No podíamos tener mejor ubicación para ver (y sentir) todo el día escenas como las de Ana y Carmen. Salíamos a la calle y siempre me sorprendía alguna: dos amigos que llegaban en bicicleta agotados y tiraban sus pertenencias frente a la Catedral; un grupo de personas que se reencontraban después de haberse cruzado en alguna de las paradas del camino y se emocionaban al verse nuevamente con el objetivo cumplido; un grupo de amigas que caminaba lentamente apoyando su cuerpo sobre los bastones y haciendo gestos que evidenciaban un fuerte dolor en los pies o aquella familia que salía de la oficina de turismo mostrando a quien quiera verla su credencial llena de sellos y su compostela. Yo los miraba a todos y me emocionaba porque en sus movimientos y en sus gestos transmitían una gran alegría por lo que estaban haciendo, por lo que habían logrado. A veces la vida se trata de disfrutar de esos pequeños logros cotidianos.

Estábamos alojados en la calle más angosta del casco histórico, atrás de la calle sin salida, llamada «Sal si puedes». Así, Salsipuedes, se llama una localidad de la provincia de Córdoba, en la Argentina.

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Cada vez que salíamos a pasear veíamos a personas con las mochilas y los bastones.

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Estos son algunos de los que llegaron en bici.

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Estos son amigos que se reencontraron después de haberse conocido en uno de los albergues.

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¿Pero qué es el Camino de Santiago? Se conoce como Camino de Santiago a la ruta de peregrinación de la época medieval que iba desde distintos puntos de Europa, pero principalmente de la península, hasta el lugar donde se encontraron los restos del Apóstol Santiago, en el siglo IX.
¿Pero quién era Santiago? Santiago era uno de los apóstoles que acompañó a Jesús. Era conocido como Santiago el Mayor y habría llevado su misión evangelizadora por la actual península ibérica. Cuando regresó a Jerusalén fue decapitado en tiempos de Herodes Agripa por incumplir con la prohibición de predicar y dar a conocer el cristianismo.
El camino representaría el trayecto que realizaron los restos de Santiago, que actualmente se encuentran en la Catedral.

En la Edad Media, el camino se hacía espontáneamente con el principal objetivo religioso de expirar las culpas o los pecados, cumplir alguna promesa o, simplemente, agradecer u ofrendar algo al santo. Luego, fue abandonado, pero con el tiempo se recuperó y fue convirtiéndose en algo más turístico. En la actualidad, es cada vez más la gente que decide sumarse solo por la mística que representa el camino, por un desafío deportivo y personal o, simplemente, como una salida de senderismo por bellos y tranquilos paisajes y pueblos.
Los motivos que llevan a las personas a decidir realizar todos o alguno de los caminos de Santiago son muy variados y, aunque algunos tópicos se repitan, me atrevería a decir que hay tantos motivos como personas que lo hacen.

Haber estado unos pocos días en Galicia nos hizo sentir la importancia, la tradición y la mística que el camino encierra y eso nos encantó.
Esos días observamos algunas costumbres o símbolos que no conocíamos y que nos propusimos preguntar para compartirlo con ustedes.

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La Concha de Vieira

La Concha de Vieira está presente en todas partes. Es como un símbolo que te persigue mientras caminás por Galicia. Ya la habíamos visto en los pueblos del norte de España por los que paseamos con el auto que la rentadora de autos Sixt nos había facilitado. De vez en cuando veíamos alguna de estas conchas y en seguida decíamos: «Por acá pasa el camino de Santiago». Yo me imaginaba a la gente caminando y buscando esta imagen. Ya sea en un árbol, en un cartel, en otro peregrino. Es como una identificación. Algo que nos dice «es por acá». Algo que nos dice «Yo también estoy haciendo lo mismo que vos». Entonces pensaba en ese momento en que dos peregrinos se cruzan y, solo con mirarse y ver ese símbolo, se sienten parte de lo mismo. No importa que a lo mejor los objetivos sean diferentes, pero están ahí, caminando, disfrutando de un paisaje hermoso, conociendo gente y sintiendo la misma alegría por hacer lo que están haciendo.
Existen varias teorías y leyendas populares sobre el significado de la concha. A quienes estén interesados en conocer las distintas teorías los invito a leer este post que encontré y me pareció interesante. Lean también los comentarios donde hay más teorías sobre por qué se convirtió en el símbolo del Camino de Santiago.

En toda la ciudad hay carteles azules y amarillos, como los que ven en la siguiente fotgrafía, que indican el camino hacia la Catedral.

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En las veredas también estaba el símbolo para identificar el camino.

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Todos los que hacían el camino tenían colgado del cuello una de las conchas de vieira blancas con la cruz roja que ven en la imagen, pero más grandes. También era muy común que estén en los bastones y mochilas.

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La credencial y la Compostela

Cuando el Camino de Santiago se realiza con un fin religioso (que incluye una búsqueda personal) se considera que la persona que lo realiza es un peregrino. En este caso, al iniciar el camino uno se registra en alguna institución habilitada para tal fin y recibe una credencial. La credencial, doblada en forma de acordeón, contiene los datos del peregrino y el espacio para que le vayan sellando las distintas etapas del camino elejido. Esta credencial es un tesoro personal para los peregrinos, es como el pasaporte lleno de sellos para los viajeros. Allí, irán estampando los sellos que acrediten el avance por el camino. Son necesarios, como mínimo, dos por día. Cada vez que llegan a un bar, a un albergue o a una iglesia habilitada, pueden pedir un sello. Este documento, además, les abre las puertas de los albergues destinados a dar alojamiento a los peregrinos. «En los albergues se vive una parte importante del camino de Santiago», leo en un twit y estoy totalmente de acuerdo aunque nunca lo hice. Pero me imagino que es el mismo espíritu que se vivía en los hostels (o se vive en algunos todavía), donde la gente que está en ellos viene o va hacia el mismo destino, donde en los lugares comunes se comparten experiencias, se dan y piden consejos, se recargan energías y se conoce gente con la que iniciar juntos la próxima etapa del camino. Un lugar de encuentro. Un lugar donde se respira mística.
Además, la credencial es necesaria para obtener la Compostela una vez que se llegue a la ciudad de Santiago. La Compostela es una especie de diploma que acredita haber cumplido con el Camino de Santiago (para lo cual se debe haber realizado los últimos 100 km a pie, o los últimos 200 km si es en bicicleta o caballo).
Para los que quieran informarse más, les dejo este link con la explicación detallada de la Compostela y de cómo obtenerla.

 

Llegar al fin del mundo

Finisterre o Fisterra es el fin del mundo en Galicia (al parecer hay muchos “fines del mundo”). Desde el punto de vista de la geografía física es el segundo punto más occidental de España y un nuevo destino para los peregrinos que llegan a Santiago. Entre Santiago de Compostela y Finisterre hay 89 kilómetros y, en los últimos años, se han sumado varios albergues públicos y privados para dar alojamiento al gran número de personas que elijen seguir el camino hasta «el fin del mundo».

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A esta pequeña localidad, donde la costa termina en acantilado y un faro guía el camino, llegaban los peregrinos para terminar su recorrido. Allí quemaban las ropas que habían usado en la trayectoria como símbolo de dejar todo lo sucio y viejo, por lo nuevo que estaba por venir.
Llegamos a Finisterre luego de atravesar varios pueblos de la costa gallega, conocida como Costa da Morte. El paseo en auto fue hermoso y nos sorprendimos con paisajes y playas imponentes. Siempre asocié la arena blanca y el mar turquesa a las playas del caribe o del sudeste asiático o del centro de África, como las de Mozambique, pero nunca las había relacionado con Galicia. Sin embargo, ahí estaban, para sorprenderme otra vez sobre lo poco que conocemos.

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En el camino, además de ver peregrinos y el símbolo de la concha de vieira por todas partes, vimos muchas construcciones como la de la siguiente foto. Cuando llegamos a Lira nos explicaron que eran hórreos, espacios en los que se guardaban y secaban los cereales y demás granos, entre 1779 y 1814. El de la segunda foto es, junto con el de Columba, uno de los hórreos más grande de Galicia.

 

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Cuando llegamos al faro de Finisterre Tahiel se bajó del auto y lo primero que hizo fue correr en dirección al mar. Me parece que tenía muchas ganas de ver qué había detrás de la casa del faro. Y nosotros también. Lo perseguimos, lo tomamos de las manos y corrimos con él. Cuando uno llega al borde ve la inmensidad del mar y aprecia esas pequeñas señales que hablan de la mística de un lugar. Una torre con mensajes, candados, pañuelos y calcomanías; una chica que con lágrimas en los ojos deja sus zapatos al lado de otro construido en metal, que representa al caminante, y nos pide que le tomemos una fotografía; una señora que quema ramas secas detrás de una cruz como hacían los antiguos peregrinos con sus ropas; un chico que se descalza y prepara su almuerzo/merienda/cena para disfrutar del logro mirando el imponente escenario que la naturaleza le regala, y una frase que, ojalá, se expanda por el mundo: “Que la paz prevalezca en la Tierra”.

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Observar desde «afuera» todos estos rituales, conocer algunas de las tradiciones que encierra el camino, conversar con quienes lo hicieron y caminar sin rumbo por la ciudad de Santiago de Compostela me hizo sentir que es verdad la mística que tiene este lugar. Si la pude percibir sin haberlo hecho me imagino cómo se sentirán quienes se animaron a seguir las huellas del camino.
Me encantaría que si alguien quiere compartir su experiencia con nosotros, lo haga en los comentarios. SI alguien lo hizo y quiere completar la información que dimos, todo aporte es más que bienvenido para los futuros lectores.
Gracias!

A continuación les compartimos algunas fotos de la ciudad.

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Alrededores de la Catedral.

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Tahiel jugando con las bicicletas de dos italianos que acababan de llegar a la Catedral.

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La Catedral en «reconstrucción».

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Una de las cuatro plazas que rodean a la Catedral.

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Los peregrinos descansando frente a la Catedral antes de la llegada de Tahiel.

 

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Descanso bajo techo.

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En el centro histórico está el Mercado del Abasto, donde es posible comprar una gran variedad de productos locales.

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Al atardecer, las terrazas de los bares (como llaman en Europa a las mesas al aire libre) se llenan de gente.

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«Europa se hizo peregrinando a Compostela», leyenda que se lee en diferentes idiomas en una de las veredas del casco histórico.

Para los que quieran saber más sobre todos los caminos, sus etapas y los kilómetros que abarcan les dejamos esta web que tiene mapas intercativos y hasta perfiles del relieve.

En este link, nuestro colega Enrique les cuenta detalles sobre la Catedral y otros monumentos.

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Queremos agradecer a Sixt, rentadora de autos, por facilitarnos el vehículo que nos permitió recorrer durante días algo del norte de España y parte de Galicia. Si están pensando en alquilar un auto, no dejen de consultar las ofertas en su web.

Comments

  • Miguel
    4 noviembre 2015

    Me ha gustado todo lo que has contado y cómo lo has descrito. Yo he hecho el camino de Santiago tres veces, francés, portugués y primitivo, unos 200 km de cada uno de ellos y te aseguro que es una experiencia muy interesante y gratificante.
    Os vi por cierto en la JGV, me alegra ver que seguís en ruta. Saludos!!

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  • laura guevara
    30 octubre 2015

    Hola! vivo en Viedma (Río Negro) y quiero hacer el camino el año que viene, en marzo-abril de 2016, no encuentro acompañantes, quisiera saber si hay alguien que tenga las mismas ganas que yo, gracias y saludos

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  • Mariana Ortiz
    21 octubre 2015

    Aldana y Dino, he tenido el placer de conocerlos en una charla que dieron en un hostel en Córdoba, yo fui con un jovencito de 15 años que solito aprende a hacer magia ( y lo hace bien!) el cual quedo deslumbrado con el show de Dino.
    Por esas cosas del destino, vivo en Salsipuedes y los sigo desde ese día en donde los descubrí.
    Hace ya dos años, visite Santiago com mi madre y mis dos hermanas, fuimos a cumplir la promesa de conocer la tierra en donde nacieron mi abuelo y mis nonos.
    Al llegar a la catedral, me quede sin palabras, hoy, las imágenes de los peregrinos inundan mis recuerdos y me emocionan hasta las lágrimas, igual que aquel día, en donde prometí hacer el camino.
    Tal cual como lo describís, así sentí y camine Santiago de Compostella, ahora sólo me falta el camino. Sí dios quiere, septiembre 2016.
    Gracias a ambos por compartir «su camino», su vida….. Buen camino.

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  • Juanjo comba
    5 julio 2015

    Dicen por ahí que «De nada sirve vivir en el recuerdo» pero es algo tan hermoso poder revivir, rendirle homenaje y nutrirse de lo que las grandes experiencias de la vida nos dejan que cada 3 de junio es para mi el día en el que me siento mas fuerte, más entero, más humano, y sobre todo MAS FELIZ por rememorar uno de esos GRANDES momentos de mi corta vida

    Leerte Aldana hizo que mientras viajo a casa de mis padres en el sur de Córdoba para votar mañana domingo mis ojos se llenaran de lagrimas, la garganta se me anudara y la emoción me invada. Como Ana, yo también lleve en mi mochila un propósito para irme al camino hace ya dos años… Empecé desde Lourdes en Francia caminando casi 1000 km entre los Pirineos, los bosques de Navarra, los viñedos de La Rioja, los campos interminables sembrados con trigo verde como océanos llenos de olas de Castilla y finalmente los verdes bosques de Galicia llenos de hórreos como los de tus fotos, y de la magia celta que emociona al respirarla al caminar.
    Como peregrino ratifico tu post y agrego que desde adentro se vive muy intensamente, se vive con una sonrisa permanente en el rostro, se vive sin relojes, sin apuros, sin sabe que día es el que se camina, se vive en emociones, lagrimas, carcajadas, sonrisas, miedos, ampollas en los pies, cansancio.
    Se vive en las bocatas de tortilla que comes cuando paras en un bar a tomarte un café a media mañana después de salir a las 6 de la mañana al camino, en la exquisita gastronomía española, en los vinos y cañas que se comparten en los albergues y bares mientras que se cierra la jornada caminada o se planifica la que vendrá mañana.

    El camino tiene tantas historias como peregrinos que lo caminan. Están los deportistas, los que lo hacen por fines de semanas o por vacíones, los que pagan para que una combi les lleve sus mochilas de pueblo en pueblo para no hacer esfuerzos, los a caballo y en bicicleta, los que corren para llegar rápido al siguiente pueblo mientras que se colocan auriculares escuchando rock y se pierden del espectacular sonido de los pájaros cantar y después estamos nosotros, LOS PEREGRINOS, los que tenemos la prioridad para dormir en un albergue al hacerlo caminando ( y con las mochilas al hombro). Recuerdo a Domimique, una abuela de 80 años que caminaba con un carrito desde Francia con su nieto, a paco un italiano de Corsega que prometió al apóstol Santiago que si se detenía su psoriasis el caminaría a Santiago con sus 70 y pico ensima, a Bartoz un polaco devenido en hermano de la vida que a dedo se fue de Polonia a España para caminar y meditar su vida junto al camino y con el que me cruce, y así miles de peregrinos que cuando te los cruzas es inevitable decir un «BUEN CAMINO» o un «ULTREIA E SUSEIA» que te gritan los habitantes de esos pueblitos perdidos en el camino en símbolo de animo y protección al peregrino.
    El camino es una escuela de humildad, sencillez e itinerancia. Día tras día durante un mes uno se levanta a las 6 de la mañana luego de compartir noche con un concierto de ronquidos en un cuarto lleno de desconocidos, armas tu mochila, guardas tu bolsa de dormir, extiendes tus bastones, desayunas, elongas para no sufrir tanto la jornada, caminas unos 30 km. hasta el próximo pueblo, llegas, buscas un albergue, preguntas si hay sitio, buscas una cama, te duchas, conoces el lugar, hablas con el resto de los peregrinos, compartes la cena y antes de las 22 hs todo el mundo a dormir porque los albergues cierran y el que no entro duerme afuera esa noche. Al despertar y empezar de nuevo te vas dando cuenta que durante un mes eres lo que llevas puesto y en tu espalda, no importa si tienes millones y un Ferrari en el garaje de casa o si eres un simple polaco que viajaste a dedo hasta el camino y lo haces con lo justo para no morir de hambre.

    El camino es un lugar lleno de mística, energía, vivencias y cosas que no me alcanzan las palabras para describirles.
    Si debería resumirlo diría que es lo que muchos anhelamos, y pocas veces hacemos. Es desconectarnos de la rutina, encontrarnos, vernos sonriendo permanentemente sin razón alguna, o llorando al encontrarnos con nosotros mismos en las mas de 6 hs de caminatas diarias. Es una escuela que enseña a compartir, a mirar al costado y ayudar al que lo necesita, al tomar una fruta de uno de los tantos puestos que dejan los lugareños para que » tomes lo que necesites y dejes lo que ya no necesites».

    El camino son las flechas amarillas y las conchas que están por todos lados y que si no ves una por más de 10 minutos significa que te has salido del camino y que debes volver a la ultima que viste para retomar.

    Pepe, un abuelo catalán, peregrino y devenido hospitalero por un amor no correspondido me dijo una vez mientras nos cocinaba una increíble paella gallega que » al llegar a la catedral de Compostela sentirás dos cosas, el orgullo y satisfacción de haberlo logrado, pero la melancolía y la emoción de dejarlo atrás y volver a la vida real» pero he ahí el verdadero desafío t la verdadera enseñanza que el camino nos deja a quienes lo hacemos. El camino no comienza y termina en un lugar especifico, sino que continúa día tras día al aplicar lo que uno » aprende» o redescubre al caminarlo…

    Hay mil cosas que seguiría contándoles pero no quiero extenderme por demás.

    GRACIAS POR HACERME EMOCIONAR CON ESTE POST. Gracias por elevarle mis plegarias a Santiago luego de pedírselo por Facebook y gracias por permitirnos seguirlos en este gran viaje.

    BUEN CAMINO!!!!

    Abrazos desde Córdoba.

    Juanjo.-

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  • laura
    29 junio 2015

    Que hermoso debe ser! no me cabe duda de que la mística se debe sentir en cada rincón.

    Gracias por el relato.

    reply
  • Maca macchiavello
    28 junio 2015

    Precioso. Muchas veces he soñado con hacer este camino y con el tiempo uno se olvida, hoy sin querer encontré esto y reviviste mi sueño.

    Muchas gracias y éxito a los 3!

    Maca

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  • monica Pavicich
    28 junio 2015

    qué lindo este relato del viaje al Camino de Santiago. Disfruté no solo el recorrido que hicieron, los relatos de las cosas que no conocía pero, en especial, disfruté de esa «forma de relatar» que tenés Aldana, que nos permite «estar en el lugar sin estar». Es una mirada especial que traspasa lo geográfico. Una verdadera escritora de viajes o una viajera que escribe lo que vive y la emociona!!! Gracias! Mónica

    reply

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