Mi experiencia en la Vía Amerina: de Asís a Roma
Cuando mis papás recibieron la invitación para realizar uno de los cinco caminos de peregrinaje que conforman Italian Wonders Ways estaban más que felices. No sé si tanto por lo que iban a tener que caminar sino más bien por volver a Italia, un lugar al que siempre es lindo volver.
Una de las primeras preocupaciones que tuvieron fue cómo iban a hacer conmigo. Ellos ya saben que me adapto a todo, pero yo nunca había hecho algo así. Claro que para todo hay una primera vez en la vida y esta sería mi primera como peregrino.
Estaban tan contentos que yo enseguida me sumé a su felicidad. Era un nuevo desafío que se nos presentaba como familia viajera y queríamos disfrutarlo lo más posible.
Unos días antes de tomar el avión nos llegó el itinerario completo y el camino que nos tocaba en suerte para recorrer: era uno de los caminos de San Francisco (Francisco´s ways), el de Asís a Roma, por la vía Amerina. Una vía que atraviesa las regiones de Umbría y Lazio. Una vía que utilizaron los antiguos romanos, pero también San Francisco de Asís en la época en la que decidió salir a llevar su mensaje a los demás. Una vía que recorre hermosos paisajes ondulados, pequeños pueblos medievales, como Calcata o Gallese y ciudades un poco más grandes, como Amelia o Civita Castellana, que mantienen el encanto de todas las ciudades italianas.
Mis papás ya les contarán algunas cuestiones más formales del camino, pero yo quiero compartirles mi experiencia. Dicen que la vida está hecha de momentos y en estos siete días de peregrinaje tuve hermosos momentos que espero queden en mis recuerdos para siempre. Mientras, comparto algunos con ustedes!
Inicio del camino
No me pregunten por qué, yo no entiendo mucho de estas cosas todavía, pero la primera reacción que tuve cuando llegamos a la puerta de la Basílica de Santa María degli Angeli fue abrir los brazos como diciendo: «¡Estoy feliz de estar acá!». En esta basílica comenzó oficialmente nuestro recorrido. No es una basílica cualquiera. ¡Adentro contiene una pequeña iglesia! Sí! Una adentro de la otra. Esta pequeña iglesia, con una hermosa decoración, se llama Porciúncula y es donde comenzó el movimiento franciscano. Estábamos en un lugar muy importante para todos los amantes de este movimiento y de las enseñanzas de San Francisco. En un lugar cercano hicimos la ceremonia de inicio del camino (en la foto yo también sostengo el palo del peregrino, ¿me vieron?) y nos entregaron la credencial del peregrino. Esa credencial que se va sellando a medida que pasas por los albergues o restaurantes que reciben a los peregrinos en el camino.
Todo vale para llegar a Roma
Algunos tramos de la vía Amerina eran asfaltados y otros eran de piedra o tierra. Algunos eran sin pendientes y otros, con pendiente pronunciada. En algunos tramos había que cruzar zonas descampadas y en otros, estrechos caminos rodeados por hermosos árboles que nos daban sombra. Yo hice un poco de todo: caminé, crucé ríos y puentes, fui en el carrito, fui en los hombros de papá, subí escaleras, trepé, me ayudé con el palo de Agnesse (¡que me lo prestaba siempre!) y con la mano de alguno de los chicos, como Olivia y Gionata. Siempre había alguien dispuesto a darme una mano o a subirme a upa o a ayudar a mi papá con el carrito. ¡Unos genios!
Una genia Agnesse que no solo me prestaba su palo, sino que siempre me esperaba!
Un genio mi papá, que siempre llevaba el carrito! (mi mamá creo que solo lo llevó unos minutos para la foto).
A veces también me quedaba dormido….
Banda en Avignano Umbro
La primera vez que escuché una banda en vivo y en directo fue el primer día de viaje. Mis papás estaban muertos de sueño por el jet lag, pero yo tenía todas las pilas puestas. Así que apenas comenzó a sonar, me puse a marchar al compás de la música. Me encantó. Y hasta me dejaron tocar un poco mientras mis papás estaban en el museo de la ciudad. Por suerte, fueron varias las veces que nos recibieron con música tradicional de cada lugar.
Amelia y las banderas
De repente escuché un ruido muy fuerte y me di vuelta. Yo estaba atado en el carrito así que no tenía mucha libertad de movimiento en ese momento. Por suerte, mi papá se sorprendió igual que yo y cuando giró para ver de qué se trataba también giró el carrito. Y ahí lo vimos. Un grupo de chicos y no tan chicos, con instrumentos musicales y ropa típica de la región nos brindaron un espectáculo de bienvenida. Muchos de ellos tenían banderas con los colores y el escudo de la ciudad de Amelia (una de las que más le gustó a mi mamá y que, seguramente les contará en otro post). Yo estaba muy sorprendido. Me encantó ver cómo chicos de mi edad (o un poco más grandes, en realidad) bailaban y hacían malabares con esas banderas. ¡Hermoso! Por suerte, no fue la única vez que nos recibieron con este espectáculo, pero la primera vez fue en Amelia. Cada uno percibe lo que ve de una determinada manera y eso que ve le genera diferentes sensaciones. Mi mamá me contó que cuando vio a esos chicos orgullosos de portar esas banderas y colores, y felices por poder mostrárnoslo, se acordó mucho sobre lo que escribió en este post sobre las raíces y las alas. Pero creo que ella se los va a explicar mejor en otra sección del blog.
Gallese y el regalo
No solo nos tenían muy presentes nuestros compañeros de ruta, sino también quienes nos recibían en cada pueblo y ciudad. Por ejemplo, en Gallese, no solo nos sorprendieron con una hermosa bienvenida musical (que después también me dejaron tocar algún instrumento) y muy rica comida (¿sabían que es la región donde se cosechan las más ricas avellanas?), sino que ademas tenían un regalo para mí! Un hermoso gesto que siempre voy a recordar.
Y como si eso fuera poco, en este lugar me hice amigo de dos nenas con las que jugamos un buen rato y con una de ellas compartí algunos tramos del camino al día siguiente (y le presté mis muñecos).
La buena comida
No es ninguna novedad y no voy a ser el primero en decirles que en Italia se come muy bien, muy rico y muy abundante. Algo me habían comentado mis papás sobre que es muy común el antipasto, el plato de pastas, el segundo plato principal, el postre y el café, pero nunca me imaginé que iba a comer tan rico y bien. Si bien estoy en ese momento de la infancia en que dejé de comer algunas cosas, casi todo lo que había en el viaje me encantaba! Probé muchos quesos, fiambres, pastas con salsas exquisitas, carnes y postres! Yo y mi papá estábamos felices con tantas cosas ricas!
Si hacen el camino por esta zona no dejen de degustar todas las cosas ricas y de comer alguna vez en una taberna tradicional!
Paisajes y pequeños pueblos
Caminar (o andar en carrito y en los hombros de un adulto) rodeado de un paisaje verde ondulado, con plantaciones de avellanas, vid y otros frutos, con algunas casitas perdidas a lo lejos y algún monte que separa este camino de la Vía Amerina de otros caminos de peregrinaje hacia Roma, es una de las sensaciones más placenteras. Si bien caminar es lindo, hacerlo rodeado de un ameno paisaje es mucho mejor aún. Es como que todo el cuerpo se relaja y uno puede disfrutar del ambiente en su conjunto. Y hasta aprovechar la situación para meditar o reflexionar sobre esas cosas que muchas veces los adultos no encuentran el tiempo para hacerlo.
Para mí los paisajes fueron hermosos y, como mi mamá, me enamoré de cada pueblo y ciudad que visitamos. Esas calles angostas y empedradas, con los balcones llenos de flores y muchas escaleras repletas de plantas eran el lugar ideal para correr y trepar.
Mi mamá tiene cara de cansada… pero yo no paro de reirme.
Catacumbas, cisternas, necrópolis y la Vía Amerina original
El camino no solo tiene hermosos paisajes y pintorescos pueblos, sino que también tiene mucha historia! La vía Amerina recibe este nombre porque, inicialmente, el trayecto era desde Ameria (actual ciudad de Amelia) hasta Roma y luego se extendió hasta Asís y, desde allí, hacia otras variantes. Nuestros guías en cada parte del camino nos explicaban la historia de los romanos, la importancia de la vía en esa época (hasta caminamos por una sección original de la antigua vía) y el por qué de las construcciones que íbamos viendo. Yo todavía soy chiquito y no me acuerdo mucho de todo lo que nos contaron, pero me parecía fascinante estar ahí, bajar a las antiguas cisternas, caminar entre las catacumbas, conocer las necrópolis y visitar iglesias con muchos secretos. ¡Definitivamente me gusta Italia!
Acá estamos en un tramo original de la antigua Vía Amerina. ¡Increíble!
El chico que filma y mi futuro como fotógrafo
El chico que filma es Massimo, pero como yo no me acordaba el nombre, para mí es y seguirá siendo «el chico que filma». Me parece que le caí bien porque además de filmar todo lo que veíamos y hacíamos, me filmó un montón a mí! Estoy ansioso por ver el hermoso video que está preparando.
Tanta cámara sofisticada y producción me dieron ganas a mí también de filmar y sacar fotos. Pero la cámara que me llevaron mis papás al viaje no filma, así que me tuve que contentar con sacar fotos. Ya les voy a mostrar en otro post mío mi producción durante este y otros viajes, pero mientras les dejo algunas fotos del backstage!
Compañeros del camino
Existen tantos motivos para realizar un peregrinaje como personas decidan hacerlo. Algunos por una cuestión religiosa o de fe, otros como un desafío deportivo u otros simplemente como paseo para disfrutar de la naturaleza y de las sorpresas que el camino nos depara. Sea cual sea el objetivo, lo hagamos solos o acompañados, el camino siempre nos dará compañeros de ruta. Y a mí (y a mis papás) nos tocaron los mejores compañeros de ruta que podíamos haber tenido. Todavía los recuerdo y, de vez cuando, los menciono. Como siempre dicen mis papás, los lugares los hacen las personas que conocemos en el camino y las experiencias que tenemos con ellos. Y, en este caso, fueron todas muy buenas. Gracias por preocuparse siempre por nosotros y tenerme paciencia. Gracias por jugar conmigo, sacarme fotos, ofrecerme los abrigos cuando me llevaban medio dormido al bus y esperarme siempre. ¡GRACIAS!
¡Como varán, pasamos unos HERMOSOS días en Italia! Hicimos actividades de varios tipos, compartimos un montón de experiencias, conocimos lugares increíbles, paisajes bellísimos y, sobre todo, conocimos a un lindo grupo de personas. Eso es lo fundamental, porque a los lugares los hacen las personas que conocemos y las experiencias que vivimos en ellos. ¡GRACIAS!
Un agradecimiento especial a todas las personas de Italian Wonders Ways y del Consorcio Francescos Ways, quienes hicieron posible esta experiencia. Y a todos los que nos recibieron en el camino, en cada pueblo, ciudad, hotel, restaurante, iglesia o monumento. Magia en el Camino mantiene todo el control editorial de lo publicado en este sitio.
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