Anaco, más allá de nuestro proyecto
Una ciudad sobre una enorme reserva de gas: eso es Anaco. El corazón gasífero de Venezuela. No sólo las oficinas de PDVSA gas están aquí, también tienen sede en Anaco gran cantidad de empresas privadas suplidoras de materiales y proveedoras de servicios para que PDVSA extraiga el gas de las entrañas de la Tierra.
Al recorrer las rutas de los alrededores de Anaco, se observan enormes taladros a ambos lados del camino perforando agujeros de aproximadamente 5000 metros de profundidad. También se pueden ver gigantescas chimeneas venteando y quemando gas, eso sí, en las casas el gas llega en garrafas. Una típica contradicción latinoamericana…
Algunas fotos de la ciudad.
Una cosa que nos llamó la atención es que casi todos los buses (colectivos) tienen los vidrios delanteros cubiertos de colores, lo que no sabemos es cómo pueden manejar así…
Las fuentes de sodas son los locales donde se venden «comida rápida». Todavía existen varios locales en la ciudad.
Barcelona, en Anzoátegui
Cómo Adrián tuvo que viajar a Argentina unos días después de nuestra llegada, gran parte de nuestro tiempo libre lo pasamos con sus padres, Alberto y Marta. El sábado, nos invitaron a la playa y por supuesto aceptamos. Nos pasaron a buscar tempranito y tomamos la ruta hacia el norte, en dirección a la ciudad de Barcelona, capital del estado de Anzoátegui.
Barcelona tiene, como casi todas las ciudades latinoamericanas, un centro histórico colonial, con casitas pintadas de colores y faroles en las veredas. Dividida por una avenida, se encuentra la Barcelona más moderna, con edificios más altos y centros comerciales. Hasta hay un negocio que sólo vende carne argentina.
Después de atravesar esta ciudad llegamos a Puerto La Cruz y a la zona conocida como Lechería. Subimos un morro para apreciar las vistas de la zona y observar cómo las edificaciones le van sacando cada vez más terreno al agua.
Parque Nacional Mochima
Muy cerquita de allí se ingresa al Parque Nacional Mochima, donde hay varias playas y cerros cubiertos con vegetación.
A pesar de que el día no estaba tan soleado (¿seremos nosotros que siempre que vamos a la playa está nublado?) la pasamos muy, pero muy bien. Charlamos mucho; probamos las famosas cachapas, tortillas de harina de maíz rellenas, en este caso, con queso; nos bañamos en las increíbles aguas del Caribe, transparentes y cálidas, e hicimos un nuevo “deporte” al que bautizamos “sofá water” o el verdadero Couchsurfing: un sofá inflable tirado por una lancha a motor. Nos subimos con Alberto, nos agarramos bien fuerte, tragamos un poco de agua salada y lo disfrutamos como niños.
Alberto y Marta siempre vienen a estas playas los fines de semana y le alquilan un toldo a Alcides, un lugareño de 50 años, que no los aparenta. Alcides vive y trabaja en la playa: alquila los toldos y también pasea turistas con su bote a motor entregado a crédito por el gobierno de Chávez.
Durante el paseo en bote que hicimos con él y con Alberto recorrimos algunas playas privadas, otras sólo accesibles desde el mar y un paraíso llamado “la piscina”. Este lugar es un banco de arena de unos 3 metros de profundidad en medio de islotes verdes plenos de vegetación. El agua es tan clara que se ve el fondo con total nitidez.
Además, al estar rodeado por aguas más turquesas y profundas, el círculo que forma “la piscina” llama más la atención. Ni bien Alcides detuvo el bote saltamos al agua a disfrutar de un lugar natural inmensamente bello y, por ahora, gratis. Muchos venezolanos con yates o lanchas vienen a este paraíso cada fin de semana. Nosotros tuvimos la suerte de que no había mucha gente y pudimos disfrutarlo más aún.
Muy cerquita del Parque Nacional Mochima se encuentra una de las plantas de cemento más grandes de Venezuela. Desde la ruta se puede observar como, poco a poco, la producción de cemento va haciendo desaparecer (literalmente) uno de los cerros. Esta es otra de las contradicciones de nuestra querida Latinoamérica.
De vuelta en Anaco
Los demás días en Anaco los pasamos descansando, recorriendo la ciudad, escribiendo y disfrutando de la compañía de todos los que nos recibieron con gran hospitalidad en esta ciudad. Gracias a todos y especialmente, gracias a Alberto y Marta por todo!!
No sólo nos invitaron a la playa, nos hicieron dos asados, nos regalaron un teléfono celular para el resto de nuestro “Proyecto Sur”, nos consiguieron quien nos de un “aventón” hasta más de la mitad del camino hasta Maracay, sino que también estuvieron siempre pendientes de lo que necesitábamos. ¡¡¡Muchas gracias por todo!!!!!!!
Mily y Ángela nos invitaron a cenar a un restaurante del centro comercial. Estuvo muy rico todo! Gracias chicas!
Juan, el papá de una chica de uno de los colegios que presenció nuestra charla se acercó a nosotros y nos explicó todas las posibilidad que teníamos para viajar “a dedo” hacia el este del país. Gracias Juan por tus consejos!
Jean Piero, un amigo de Adrián que conocimos en uno de los asados, nos ofreció llamar a su mamá que vive en Maracay para ver si nos podía alojar y contactar con escuelas y ong en esa ciudad. Al enterarse de nuestro proyecto aceptó encantada y nos está esperando en Maracay, nuestro próximo destino. Así vamos armando nuestra ruta… con la ayuda de los amigos del camino…
Mañana, a las 6 de la mañana, salimos a la ruta hacia Maracay… veremos qué nos depara el camino…
Hasta la próxima!!
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