Llegamos a Maracay, a dedo y bajo la lluvia
A las 6 de la mañana nos subimos a la camioneta Toyota Hilux de Raúl camino a Maracay. Raúl es un argentino que abandonó Comodoro Rivadavia hace alrededor de 20 años (o más…) cuando la empresa petrolera en la que trabajaba se instaló también en Venezuela. Luego de unos años, él como muchos otros, abandonaron a sus patrones y decidió empezar su propio emprendimiento. Como a casi todos los argentinos en esa época, en Venezuela, le fue bien.
Apenas nos subimos a la camioneta, el cielo comenzó a ponerse negro y a unos pocos kilómetros de la salida de Anaco empezó a llover… y no paró en todo el día. A pesar del mal tiempo, cientos de mujeres y hombres se paran al costado del camino con un termo y vasos de plástico para vender café.
Las mochilas estaban en la parte trasera de la camioneta y, cuando ya estaban pasadas por agua, conseguimos unas bolsas de plástico para cubrirlas. Mejor tarde que nunca….
Luego de atravesar la desastrosa carretera central, que une la parte oriental del país con el centro, llegamos a una localidad llamada Dos Caminos. Allí, la ruta se divide hacia el norte y hacia el sur. Bajamos en una estación de servicio y a los 5 minutos nos subimos al Renault de José Gregorio, un venezolano muy simpático que no sólo nos dejó en Maracay, sino que nos llevó hasta la casa de Isolda, la señora que nos estaba esperando para recibirnos en su casa.
Como siempre, cada día que pasa comprobamos que por suerte son muchos más los buenos que los malos, aunque como saben… los malos tienen más prensa.
El viaje fue de unas tres horas y media para hacer 100 km. A pesar del tiempo y el mal estado de la ruta el viaje fue placentero, porque José no paró de hablarnos de la historia venezolana y nos hizo una pequeña guía turística de los lugares por los que pasamos.
Nosotros estábamos felices, porque como siempre decimos, la mejor manera de conocer un país es a través de su gente. Además, nos recomendó varios libros de los que, por supuesto, ya tomamos nota. Entre ellos Casas Muertas, Caudillo de dos colores y Los 4 reyes de la baraja.
Apenas llegamos a la casa de Isolda, en Maracay, nos recibió con comida. ¡En cinco horas nos preparó almuerzo, merienda y cena! Por ahora nos quedamos acá… mañana empezamos con el recorrido por las escuelas y los periódicos. Después les contamos!