El rincón chino porteño
Después de dos semanas en Buenos Aires comencé a extrañar la comida asiática. Me estaba faltando esa mezcla de olores y sabores exquisitos que le abren el apetito a cualquiera que los sienta. Empecé a recordar todos los puestitos callejeros donde habíamos disfrutado de esos sabores y no lo resistí: me tomé el colectivo (bus) 114 desde mi barrio, Villa Devoto, y me fui al barrio chino. Otro Rincón de Buenos Aires para compartir con ustedes. Pero desde el punto de vista «gastronómico»…
El colectivo finaliza su recorrido en Barrancas de Belgrano, un espacio verde entre altos edificios, cerca de la estación del ferrocarril Mitre. Allí, apenas cruzás las vías del tren, nace la calle Arribeños: entrada “oficial” al barrio chino porteño. Digo «oficial» porque allí se encuentra el arco que identifica a todos, o casi todos, los barrios chinos del mundo. Este arco se inauguró recientemente, ya que fue un regalo de la comunidad china para el Bicentenario de la Revolución de Mayo (celebrado el 25 de Mayo de 2010).
Siempre que estamos en un barrio chino en algún lugar del mundo pienso lo mismo: la comunidad china es la única que encuentra «su» barrio en casi todos los lugares que visita. Y esto hace que siempre tengan «a mano» los ingredientes necesarios para no perder, entre otras cosas, sus tradiciones culinarias. En cambio, por ejemplo, si un argentino quiere conseguir dulce de leche, tapa para empanadas, yerba mate o alfajores en Asia o en algunos lugares de Europa no es tan sencillo, salvo que recurra a algún sitio web y pague el envío por correo.
El día que visitamos este Rincón de Buenos Aires en busca del «sabor perdido» fue un día de semana y, por eso, el barrio estaba más tranquilo que los fines de semana. Muchos de sus negocios estaban cerrados y sólo había movimiento en los supermercados y en los pocos restaurantes que estaban abiertos a las 5 de la tarde. Claro, es que la mayoría de los argentinos que visitan el barrio van en busca de comida…
Y yo también fui en busca de eso. Cuando entré a uno de los supermercados me encantó ver las góndolas repletas de productos con etiquetas de indescifrables ideogramas que generan en todos los no chinos la pregunta: ¿y esto que será? “Lo que pasa es que acá hay muchas cosas que no sabés qué son”, me explica una señora rubia que tiene el «changuito» lleno de productos que yo no sé para que sirven…
Me recordó los eternos minutos que pasábamos en los supermercados chinos tratando de entender cuáles eran los «fideos automáticos» no picantes. Habíamos llegado a la conclusión de que los de envase rojo eran picantes y los de envase verde no lo eran tanto… pero a veces la conclusión fallaba.
Quise comprar algunas verduras «raras» para cocinar un buen salteado chino, pero no supe bien qué elegir. Necesito volver a China y aprender los secretos de su cocina… urgente! Entre las verduras había muchas que no identifiqué, pero Luis, el encargado de mantener las góndolas ordenadas, me contó que no provienen de tan lejos, sino de quintas del Gran Buenos Aires y de algunas cercanas a La Plata. Eso sí, en casi todos los casos son productos obtenidos de semillas o bulbos traídos de Oriente.
Pero si visitan el barrio durante el fin de semana verán que el movimiento es totalmente diferente. No les digo que no van a poder caminar como en algunas ciudades de China, pero van a ver mucha más gente que va y viene con bolsas de comida china o disfruta de alguna empanadita o pinche «al paso». Pero esta parte y toda la movida cultural del barrio, se los cuento en otro post.
Volví a mi barrio con algunos condimentos especiales, arroz «suelto», jengibre, bambú (o algo similar), empanaditas y dumplings… pero nunca las recetas me van a salir tan bien como en China…
¡¡Qué placer comer en China!!
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