Crónica de un mini viaje a Crotto y Tapalqué
“Tengo un amigo que nos puede recibir en Crotto”, nos dice Juan mientras deliberamos entre varios blogueros de viaje dónde podemos escaparnos por unos días. “¿En la esquina de Crotto?”, pregunta Dino. No, es la localidad de Crotto, a 26 km por ruta de tierra desde Tapalqué, cerca de la ciudad de Olavarría, en la provincia de Buenos Aires.
El nombre ya nos pareció simpático. En la Argentina, la palabra croto se relaciona con la suciedad, la desprolijidad y la mugre. “Estás hecho un croto”, pueden decirte cuando estás muy desprolijo y poco presentable.
¿Y cómo vamos hasta allá? Preguntamos todos.
“A dedo”, es la respuesta casi unánime.
Así que así fue como tres parejas de viajeros/blogueros decidimos hacer un Crot Trip (o Crotto Trip).
Juan nos mandó este mapa impecable de las rutas provinciales para llegar a destino. Para que no extrañemos la ruta africana, lo decoró con estampillas alusivas… gracias!!!
Después de tomar una combi a Cañuelas, de subirnos a la camioneta 4×4 de Jorge, un comerciante de maquinaria agrícola (tan típica del paisaje de la provincia de Buenos Aires, donde se concentra la mayor parte de las mejores tierras cultivables del país); y de trepar al camión de Iván, un camionero que vive en la villa 31 de Retiro (uno de los asentamientos precarios más grandes de la Ciudad de Buenos Aires); llegamos a Tapalqué.
Eran las 3 de la tarde, el sol pegaba muy fuerte y nuestros cuerpos expresaban cansancio y calor. Apenas se alejó Iván en su camión nos encontramos en el medio de la nada: silencio, calle vacía con bulevar y nosotros mirando al horizonte y pensando en todo lo que teníamos que caminar hasta llegar a la calle de tierra desde donde sale el camino para Crotto. Además, eran las tres de la tarde de un día muy caluroso.
Mientras juntábamos fuerzas para arrancar, un chico nos grita desde la vereda de enfrente: “¿Quieren agua fresca, chicos?” Escuchar esa pregunta me encantó, pero no por el hecho de que me ofreciera agua fresca, sino por el gesto. Ya me estaba sintiendo lejos de la gran ciudad.
Mientras esperábamos en el camino de tierra que de deja en Crotto…
Llegamos a la calle de tierra desde donde teníamos que hacer 26 km más hasta nuestro destino: Crotto. Toda la buena suerte que tuvimos con el dedo para llegar a Tapalqué se esfumó en los últimos 26 km que nos quedaban por recorrer. La espera se hizo eterna.
Un camionero nos entusiasmó cuando paró y nos dijo que iba 20 km por el camino de tierra. Perfecto, pensamos, si nos adelanta 20, solo quedan 6! Pero la ilusión duró poco, ya que a los 4 km vio el cartel y nos dijo: “tengo que doblar acá” (se iba a otro pueblo llamado San Bernardo). Bajamos, buscamos la sombra de un arbolito y ahí esperamos: 2 horas más.
Mientras esperábamos, Dino tuvo una lucha personal con las moscas y mosquitos que volaban alborotados alrededor nuestro. Tomó su gorra y empezó a intentar pegarles con bruscos movimientos de brazos para ahuyentarlas. La escena fue vista por el conductor de un moderno tractor que iba en la dirección contraria a la que nosotros necesitábamos y, con una sonrisa en la cara, frenó, abrió la puerta del tractor y le dijo: «Tomá, pibe». Le tiró (y regaló) un repelente para moscas y mosquitos. Cosas que te pasan si viajas a dedo.
Por suerte, cuando ya no sabíamos qué conjeturas hacer y nos reíamos hasta de las moscas que pasaban, pararon dos chicos en una camioneta muy vieja y nos dejaron a 2000 metros de la entrada al pueblo. Empezamos a caminar, pero otra camioneta nos lo impidió. Nos subimos y Eduardo nos dejó en la puerta de la casa de Esteban. Ahí estaban los otros viajeros tomando mate, bajo la sombra de unos árboles, conversando y sintiendo la brisa fresca del campo.
En seguida nos sumamos al grupo y el ritmo acelerado de la ciudad desapareció en minutos. Es como que uno se mimetiza con el lugar. Así como el centro de la ciudad de Buenos Aires te come, te acelera, te enferma y, a veces, te irrita… llegar a estos lugares del interior de la provincia, con el silencio, el saludo constante de todos los vecinos, el mate en ronda, el perro que pasea cansino, la sombra bajo los árboles, la bicicleta que nadie ata y el respetuoso horario de la siesta te transporta a una sensación de tranquilidad y paz difícil de explicar. Aunque suene cliché, así es.
Nuestra estadía en el Crot Trip fue corta, ya que solo compartimos tres noches y dos días (y medio). El Primer día completo en Crotto recorrimos el pueblo, visitamos la escuela de verano donde hicimos algo de magia y burbujas (no tengo fotos…), disfrutamos de la pileta de la casa de Esteban (esos piletones típicos del campo), admiramos las imágenes que deja la vida rural y terminamos cenando un rico asado con la familia que nos alojó.
Paso fugaz por Tapalqué
¿Sabían que tapalqué significa «aguas con totoras» o «totoral»? Habíamos visto el logo de la ciudad pero no habíamos reparado en las totoras. Nos enteramos gracias al buen recibimiento que nos dieron los trabajadores de la municipalidad de Tapalqué, quienes nos contaron esas historias que siempre encierran los lugares y que se van transmitiendo de boca en boca.
Tapalqué es la capital administrativa del partido homónimo en la provincia de Buenos Aires. Si no es porque el último censo nacional de población dice que la ciudad cuenta con un poco más de 9000 habitantes, nosotros hubiéramos pensado que estábamos en un pueblo. Ya que sin ser Crotto, al compararlo con Buenos Aires, el aire de tranquilidad, los paseos en bicicleta, la feria en la plaza, las construcciones bajas y el saludo de los vecinos te transportan, casi inevitablemente, a un «pueblo».
La ciudad cuenta con un balneario y un camping municipal en muy buenas condiciones donde se puede pasar un lindo fin de semana. Si todo va bien, este año comienzan las obras para explotar las aguas termales de la zona. Este nuevo atractivo turístico será, seguramente, una importante actividad para la ciudad.
Desde Tapalqué visitamos Campodónico, un paraje rural donde se conserva una de las pocas pulperías de la provincia de Buenos Aires y donde jugamos a las bochas (y ganamos) por primera vez. Pero eso se los contamos en este post.
Mientras los otros viajeros siguieron camino hacia Azul y Rauch, nosotros emprendimos la vuelta para Buenos Aires. A medida que nos acercábamos a la ciudad percibíamos el aumento del caos de gente y de tránsito y no pudíamos más que recordar la tranquilidad que habíamos vivido durante los últimos tres días.
Pueden leer «Crotto: la manía de saludar» en este link.
Les dejamos de regalo una postal campestre y una frase que nos encantó! ¡Gracias amigos viajeros por estos lindos días!
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