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Halong Bay: una gran experiencia con CouchSurfing

Sabíamos que una de las visitas obligadas desde Hanoi, capital de Vietnam, era ir a la Halong Bay, o lo que en castellano se conoce como la Bahía de Halong, donde se destacan más de tres mil islas de diferentes formas y tamaños. Ha Long significa “dragón descendente” y hay varias leyendas sobre el origen de este nombre.

En Hanoi nos recibió Suong, una chica de Couchsurfing que nació en Francia, pero sus papás son vietnamitas. Ella forma parte de la comunidad de escaladores de Hanoi (Hanoi Climbing Community), formada en su mayor parte por extranjeros. En la terraza de su casa hay una palestra donde se juntan los martes y jueves a entrenar.

Justo el fin de semana que estuvimos en su casa habían organizado una salida de dos días para recorrer la bahía y buscar los mejores lugares para escalar. Nos invitaron y no pudimos rechazar tan tentadora propuesta, ya que íbamos a conocer un lugar muy concurrido, pero desde otra mirada y, por supuesto, mucho más económico que si lo hiciéramos con alguna de las miles de agencias de viajes que te venden las excursiones.

Después de tomarnos dos buses, una lancha rápida y otro bus más llegamos a nuestro barco, en él viviríamos los 2 días de nuestra travesía. Todo salió perfecto: los días estuvieron soleados y agradables, la comida fue abundante y riquísima y la buena onda de Suong y sus amig@s ayudó a que nos sintiéramos muy cómodos.

Nosotros y Suong.

Hablando de comida, tanto los dos almuerzos como la cena fueron a base de arroz, verduras y pescados siempre preparados por el piloto del barco o por su ayudante. Las verduras y el pescado fueron muy variados y hechos de diferentes maneras. Para comprar los pescados, el barco paraba en alguna de las muchas plataformas criadero que había en la bahía y el encargado de la cocina seleccionaba los pescados que quería cocinar. Así que más fresco, imposible!

Plataforma criadero.

El recorrido fue por el suroeste de la bahía, esquivando la parte de los cientos de barcos turísticos que viajan llenos de gente y que “contaminan” la tranquilidad del lugar. También pasamos por los pequeños “barrios flotantes” de pescadores que se esconden detrás de las inmensas rocas en la bahía.

El paisaje es hermoso en toda la bahía, te transmite una paz increíble y es ideal para disfrutar tranquil@, tomando algo y charlando.

Uno de los lugares elegidos para escalar fue Tien Ong. Mientras ellos subían cada vez más alto, nosotros nos limitábamos a usar los kayaks (que traíamos enganchados al barco y que también te rentaban en los criaderos de pescado) y, por supuesto, a nadar en el agua cálida en medio de un paisaje de ensueño. De noche, donde atracamos con el barco y antes de dormir, hubo Karaoke en vietnamita y con un cielo estrellado.

Karaoke…


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La vuelta
Para volver a Hanoi, que son unos 200 km, tardamos alrededor de 7 horas. Ya sabíamos que siempre se tarda más de lo que uno piensa, pero esta vez tuvimos un altercado con la gente del bus que fue divertido (no para ellos) y terminó bastante bien.
El último bus que nos tomamos debía dejarnos en Hanoi. La ciudad tiene varias terminales de buses, algunas cerca del centro y otras muy lejos, en lo que ya ni se considera la ciudad. El chofer del bus nos había dicho, previo a subirnos, que podíamos bajar en una avenida muy céntrica. Durante el trayecto, nunca pasamos por donde él dijo y todo el mundo se iba bajando menos nosotros, porque jamás veíamos que pasara por donde él dijo que pasaríamos. Al final, cuando en el bus sólo quedábamos nosotros once, se detuvo en una estación muy alejada de la ciudad y ahí arrancó el “tole tole” ya que la única forma de volver era en taxi.
En ese momento se levanta nuestro nuevo amigo Ricardo, italiano de pura cepa, y en su mejor tono inglés-italiano le grita al chofer: “Drive to Hanoi (sin pronunciar la H), now!!” (es imposible reproducir el tono, pero fue muy divertido).
Ahí comenzaron los gritos de todos lados: ellos en vietnamita, Ricardo en Inglés, otro chico en francés y Suong y Huong en vietnamita. Nosotros sólo mirábamos y no entendíamos bien qué pasaba. El chofer y otro empleado se bajaron y dejaron el bus en marcha, Ricardo nos dijo que nos quedemos en nuestros asientos, que no bajemos y la discusión fue tomando otros ribetes. Gael, uno de los chicos franceses se sentó en el asiento del conductor con intensiones de conducir el bus, pero no hizo a tiempo de cerrar la puerta porque el chofer volvió corriendo, apagó el bus y sacó la llave.
Mientras continuaba la discusión, Ricardo comenzó a tomar cosas “como rehenes”, intentó con dvd’s y demás, pero también le cerraron el compartimento donde se encontraban, entonces agarró una corbata y la identificación del chofer que estaban sobre el tablero del bus, una auténtica escena cómica para nosotros que sólo mirábamos y, porqué no, disfrutábamos.
El chofer apagó las luces del micro y ahí es cuando realmente vimos que estábamos bien lejos de la ciudad, pues afuera tampoco había luces, no era justo. Uno de los tantos argumentos que ellos dieron de por qué no nos bajamos en el centro es porque los extranjeros no pueden descender del bus en cualquier lugar como lo hacen los vietnamitas, una verdadera ridiculez ya que eso es falso.
Al ratito llegan 2 taxis a escena y la discusión gira hacia quien pagaría los taxis. Otra vez gritos en mil idiomas y ya participaban también los choferes de los taxis. Luego de un buen rato, los taxis se fueron y el chofer, muuuy ofuscado, puso el bus en marcha y nos llevó hasta el centro de la ciudad manejando realmente brusco. Ganamos, pero los turistas normalmente pierden ante estas situaciones porque no se puede saber de todo de cada lugar. Nosotros tuvimos suerte porque nuestros nuevos amigos ya están cansados y saben de estas cosas. Todos vivían en Hanoi hacía bastante tiempo. La distancia realmente era mucha y el taxi hubiese salido muy caro. La frase “drive to Hanoi now” con tono italo-inglés quedará en nuestra memoria por mucho tiempo.

Gracias por todo a los chicos de Hanoi Climbing Community! Fue un placer conocerlos.

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