Tagong: más Tibet imposible

Después de un poco más de tres horas en un minibus llegamos a la localidad de Tagong, a un poco más de 3.800 metros sobre el nivel del mar.
Unos minutos antes de llegar a este pequeño pueblo tibetano te deslumbra un templo con su techo dorado, con sus banderas multicolores y las montañas nevadas al fondo. Un buen augurio.

El pueblo se encuentra protegido por banderas de oración en varias de las montañas que lo rodean. En la foto se ve parte del templo principal y las banderas en la montaña.

 

Pasear por Tagong

Tagong cuenta sólo con una calle principal, donde se concentran los pocos negocios y locales de comida que hay, una plaza enfrente del Templo de Tagong (que estaban refaccionando), algunos hotelitos y varios puestos de venta de yogurt preparado con leche de yak.

No hay Internet ni luz en la calle de noche. No hay nada especial para hacer, simplemente caminar, subir las montañas de alrededor (si el mal de altura te lo permite) y observar las costumbres de las personas.
Todos hablan chino y tibetano, pero creemos que les gusta más que los saluden en tibetano, por eso aprendimos algunas palabras.

Nuestra habitación totalmente decorada al estilo tibetano, que compartimos con nuestros compañeros de viaje (Linda, Puru y Cyvill), por 2 dólares cada uno.Nos enamoramos de la decoración tibetana! No, no se pueden plegar y llevar…

Las construcciones que se ven son las típicas tibetanas de las aldeas, con casas de piedras, ventanas y puertas coloridas, rejas con formas de animales y banderas de oraciones de colores.

El templo principal siempre está muy concurrido. A toda hora, niños, jóvenes y ancianos dan la vuelta al templo (siempre hacia la derecha) mientras rezan y hacen girar las ruedas de oración.

Caminatas en los alrededores

Nos quedamos en este pueblito tres días, de los cuales uno decidimos alejarnos un poco y perdernos entre las montañas. La caminata fue de lo más agradable, con un cielo celeste, un sol radiante, verde a nuestro alrededor y las montañas nevadas en el horizonte. Increíble. En el camino descubrimos un monasterio de monjes tibetanos, con los que tratamos de mantener una charla.

Entrada al monasterio.

A unos pocos metros de este monasterio, descubrimos otra pequeña aldea y el lugar donde estudian y rezan las mujeres que son monjes. Como ellas se rapan el pelo no es tan fácil reconocerlas, ya que llevan la misma vestimenta que los hombres. Algo que las diferencia es el sombrero que llevan puesto, como si fuera una visera. Cuando las visitamos estaban fabricando inciensos. Fue muy interesante ver cómo los hacían.

Detrás de la pequeña aldea nos sorprendimos con otro templo y más montañas con banderas de oraciones. Realmente es un lugar hermoso, tranquilo y acogedor, totalmente recomendable para visitar.

Después de Tagong nos fuimos en un bus local hasta la ciudad de Kangding. El camino también es muy lindo, ya que atraviesa montañas que en esta época del año ya tienen los colores del otoño (verdes, amarillos y rojos), ríos caudalosos, aldeas tibetanas muy coloridas y templos con sus banderas.

Vinimos a esta ciudad para extender nuestra visa de China, ya que decidimos cambiar el rumbo. No vamos a ir, por ahora, a Nepal e India (lo vamos a dejar para más adelante), sino que vamos a “bajar” por tierra hasta el sudeste asiático. Es lo más económico, ya que desde allí hay vuelos muy baratos a varios lugares del mundo.

Todavía no sabemos por qué país vamos a entrar, pero posiblemente lo haremos por Vietnam. Tampoco sabemos qué países ni qué lugares vamos a recorrer en el sudeste asiático, pero lo iremos decidiendo en el camino.

Nota 2017: después de esta zona, recorrimos el Sudeste Asiático, Sri Lanka, India y otros países de Sudamérica. Luego, vinieron otros viajes.

 

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