Pueblos tibetanos I: Danba y Zhonglu
Después de madrugar y de permanecer en el bus más de 10 horas llegamos a la localidad de Danba, al oeste de Chengdú. El camino es angosto, serpenteante y sigue el curso del río Daduhe. Atraviesa altas montañas y varias localidades que se vislumbran tibetanas.
El paisaje sería mucho más lindo si no hubiera una gran empresa modificando gran parte de la naturaleza: están construyendo dos represas hidroeléctricas, canales para desviar el agua, puentes, túneles en las montañas, etcétera. En uno de los túneles que atravesamos (que era larguísimo) nos llamó la atención la presencia de dos bifurcaciones en el interior de la montaña! Toda una autopista interna, Increíble.
El pueblo de Danba
Danba es una pequeña ciudad, con una calle principal donde se concentran los lugares para dormir y los negocios. Después de buscar el hotelito más barato, nos instalamos y nos fuimos a caminar con una pareja de chicos finlandeses (Linda y Puru) que conocimos en el bus.
La localidad se extiende a ambas orillas del río y las dos partes están unidas por varios puentes. El más lindo es el puente colgante lleno de las banderas con oraciones tibetanas. La idea de colgarlas así es que el viento se las lleva y las expande hacia otros lugares. Son muy coloridas y se las puede ver en las casas, en los negocios, en los puentes y en donde se les ocurra.
Un puente colorido en Danba
Es muy común ver en la calle a las mujeres y los hombres rezando mientras caminan o realizan otras actividades. Suelen tener un hilo con piedras, que van pasando a medida que rezan, y una rueda de oración en miniatura que giran permanentemente.
Casas tibetanas
Las casas tibetanas se caracterizan por tener colores llamativos en las puertas y en las ventanas. También suelen tener en los techos la forma que se ve en la fotografía (como unas pequeñas torres blancas y curvas). La explicación que nos dieron es que esta forma hace que los demonios se vayan y no ingresen a las casas. Las ventanas suelen tener los marcos pintados de colores muy vivos y las rejas con figuras de animales. Los muebles típicos son parecidos a los de Mongolia, pero con colores más vivos y sin el fondo naranja. Además, casi nunca faltan las banderas de colores con oraciones.
Los muebles tibetanos de nuestra habitación barata en Danba.
La villa de Zhonglu
Alrededor de Danba existen varias villas tibetanas mucho más pequeñas y auténticas. Fuimos a visitar una llamada Zhonglu, que parecía incrustada en la montaña. Caminamos mucho, recorrimos casas, plantaciones, templos y atalayas.
La mayoría de las mujeres se pasan el día trabajando la tierra para obtener la materia prima necesaria para elaborar sus comidas. Tienen las manos duras, resecas y ásperas al tacto, pero una sonrisa en la cara que no se les borra nunca y un “halo!!” en la boca para darnos la bienvenida.
Templo con las típicas ruedas de oración.
Detalle de la ventana del templo.
Los pañuelos que usan los mujeres de esta etnia son muy coloridos y están bordados a mano. También los vimos en Danba.
Maíz secándose al «sol».
Chengdú y mucha magia
Antes de partir para el oeste de la provincia de Sichuan y visitar Danba y las aldeas tibetanas de alrededor nos quedamos 5 noches en Chengdú por cuestiones de logística y toma de decisiones. Todas las noches fueron gratis a cambio de una nueva presentación de Magia en el Camino que también fue un éxito.
La gente del hostel se portó super bien con nosotros y les encantó el show. Pusieron las fotos del show en su página web.
Además, nos hicieron una entrevista para una web sobre viajes. Les dejamos el link: www.101viajes.com
La anteúltima noche, el dueño del hostel nos invitó a cenar junto con otras personas que se alojaban en el mismo lugar. Fuimos a un buen restaurante de comida china y probamos de todo, aunque no tenemos ni idea qué es lo que comimos.
La comida de Sichuan se caracteriza por ser la más picante de todo el país (y se nota…) pero creo que de a poco nuestro paladar se va acostumbrando y, realmente, estamos disfrutando de unos sabores increíbles. En la foto sólo una parte de la variedad de platos que pidieron.
Y la última noche, para despedirnos de la ciudad, aunque tenemos que volver, nos fuimos a comer a una “parrilla al paso” china. ¿En qué consiste? Te dan una bandeja, elegís los pinches (que son tipo brochetes, con todo tipo de verduras y carnes) que quieras, se los das “al parrillero” quien, mientras los cocina le agrega varios condimentos que le dan ese toque especial.
Cuando están todos los pinches listos, te los sirven de nuevo en la bandeja y te sentás muy plácidamente en las mini mesas y mini sillas que suelen tener alrededor y comés.
La que ven en la foto no es la «parrilla» donde comíamos siempre, pero es para que vean los pinches.
En unos días nos vamos hacia Tarong, otro pueblo tibetano de esta zona. Saludos!
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