Jaisalmer, la ciudad dorada
Miramos por la ventanilla del tren y no vemos nada. El paisaje es árido, llano, polvoriento, ventoso y presenta sólo algunos pastos y arbustos bajos. Estamos en el desierto de Thar. Un señor nos dice que en cinco minutos llegamos a Jaisalmer. ¿Cinco minutos? Pero si no hay nada a nuestro alrededor.
Es que precisamente el fuerte de Jaisalmer se levanta en el medio del desierto sobre la colina de Trikuta, de sólo 80 metros de altitud. Si uno observa a su alrededor desde el fuerte, sólo ve el casco antiguo de la ciudad y un gran desierto arenoso por el que hace muchos años transitaban caravanas de camellos y elefantes, comerciantes de varios lugares del mundo y marajás.
Vista del fuerte desde la terraza del hotel al que íbamos a usar Internet.
Jaisalmer y los marajás
Jaisalmer es la primera ciudad que visitamos del estado de Rajastán, uno de los más “turísticos” de India. Rajastán significa “tierra de reyes” y por eso se lo asocia con los reinos de los marajás, los fuertes y los palacios. Luego del dominio mongol, los marajás fueron recuperando su independencia hasta la llegada de los británicos.
En ese momento, muchos se aliaron con los europeos para mantener cierta independencia pero con limitaciones políticas y económicas, así que no eran muy independientes que digamos.
El consumismo de principios del siglo xx hizo que muchos marajás viajaran por el mundo con un séquito de sirvientes y gastaran grandes fortunas en hoteles, fiestas y juegos. Este derroche económico contribuía con la pobreza del estado rajastaní, el cual durante muchos años fue uno de los más pobres del país.
La desaparición de los marajás hacia la década de 1970 generó cierto progreso, aunque sigue siendo uno de los estados más pobres de India. Sobre todo en las zonas rurales donde la vida de las mujeres es especialmente dura.
Cuando llegamos a Jaisalmer nos recibió Lucky, un chico del couch, que casi sin dejarnos tiempo para “bajar” nuestras mochilas nos invitó con un almuerzo muy sabroso a base de chapatí (pan) y una salsa con papas y verduras que nunca habíamos probado.
La ciudad dorada
Jaisalmer es conocida como la “ciudad dorada”, ya que el fuerte, el palacio y la mayoría de las casas del casco antiguo están construidos con una piedra arenisca que le otorga un color dorado a todo el paisaje.
Una vez que pasan unas horas y te acostumbrás a los montículos de basura y las moscas que generan, a las vacas, los chanchos, las cabras, al olor a cloaca y a bosta, ya estás listo para disfrutar de esta ciudad. Lo más lindo, como siempre decimos, es dejarse perder en las calles laberínticas del casco antiguo y el interior del fuerte.
El fuerte fue construido en 1156 y está protegido por 99 almenas, de las cuales se derrumbaron tres debido al problema del alcantarillado que presenta el lugar. La avaricia de ganar más dinero hace que sigan en funcionamiento restaurantes y hoteles dentro del fuerte.
El mayor consumo de agua y la generación de residuos que esto significa ejercen una gran presión sobre la estructura del fuerte que no fue pensada para ello.
De hecho, en el momento de su construcción un niño podía cumplir 7 años sin ver llover. Nosotros estuvimos cinco días de los cuales uno llovió y otros dos estuvo a punto de llover… ¿será el llamado cambio climático?
En el fondo de la imagen, más allá de la ciudad, pueden observar los molinos de viento. Dicen que sólo benefician a la base militar que se instaló allí, cerca de la frontera con Pakistán.
El fuerte en una maqueta…
Algunos monumentos para visitar
Una de las cosas más impresionantes para visitar en el fuerte es el palacio del Marajá (gobernante). Es la construcción más alta y vale la pena recorrer la parte del palacio que está abierta al público. Desde su terraza se pueden apreciar unas muy lindas vistas de la ciudad y el desierto que la rodea. Dentro del fuerte también se pueden visitar templos jainíes e hindúes.
En el casco antiguo pueden visitarse algunas de las havelis originales (residencias tradicionales indias muy decoradas), ya que muchas otras fueron remodeladas y convertidas en hoteles.
Como mucho saben, las vacas son sagradas para los hindúes y, en India, más del 80% de la población es hindú, por lo tanto, podemos afirmar que las vacas son sagradas para la mayoría de los habitantes de India. Es por eso que las ves muy campantes paseando por todas las ciudades y las rutas. Van a paso lento y no se preocupan por las bocinas ni por los autos ni por los transeúntes.
Que paren o se desvíen ellos… Ellas, simplemente, caminan. Y, de vez en cuando, comen lo que encuentran: desde pasto y chapatí que algunas personas les ofrecen, hasta plástico y papeles que encuentran en su camino. Ahora entendemos por qué el olor de la bosta es tan fuerte… con lo que comen! Eso sí, cuando se acercan a los puestos de frutas, las sacan a los palos… qizá no sean hindúes…
Algunos les hacen mimos… y ellas se dejan.
Hasta miran partidos de cricket…
Las dunas de Sam
En todos los lugares por los que pasás te ofrecen excursiones en camello a las Dunas de Sam. Como nosotros ya habíamos tenido una muy buena experiencia en nuestros tres días de excursión por el desierto marroquí decidimos no gastar plata en hacerlo de nuevo y sólo fuimos hasta las dunas para ver el atardecer.
Tuvimos mala suerte porque se nubló, pero nos sirvió para poder dar un consejo (subjetivo) a los viajeros que tengan pensado contratar esa excursión. Si ya fueron a Marruecos o tienen pensado ir, no vale la pena gastar un centavo en contratar la excursión de los camellos acá.
A unos pocos kilómetros de la ciudad se encuentra el estanque Gadi Sagar, que fue el principal depósito de agua de la ciudad y está rodeado de templos y santuarios.
Un día fuimos con Lucky a visitar la ciudad de 170 casas donde vive su familia, a 6 km de Jaisalmer. También recorrimos una huerta que se alimenta del agua que extraen de los pozos.
Mientras los demás trabajan… ellos fuman y toman chai (té indio con leche y especias).
India y la basura
Cuando salimos en tren desde Delhi hacia Jaisalmer, durante kilómetros y kilómetros sólo vimos al costado de las vías basurales, más basurales y lo que nosotros conocemos como villas miserias, pero sin casas de ladrillo. Con chicos haciendo sus necesidades sobre la basura y adultos pasando el tiempo. Eso sí, las mujeres siempre con sus saris coloridos que contrastan con el resto del paisaje.
Cuando nos preguntábamos de dónde sale tanta basura encontramos la respuesta fácilmente. Tanto en Delhi, como en Jaisalmer y Jodhpur, son los mismos habitantes de las ciudades que tiran la basura en la calle o por la ventanilla del tren o el bus. Cuando en el tren quisimos buscar el lugar para tirar nuestra basura un señor nos señaló muy gentilmente la ventana. Es tan común para ellos que no les llama la atención ni son concientes del peligro y la contaminación que genera la acumulación de basura.
En el momento de la publicación de esta entrada estamos en Pushkar, una pequeña ciudad alrededor de un lago sagrado. Nos vemos en la próxima entrada!
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