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Cuál es la mejor edad para viajar con niños

¿Cuál es la mejor edad para viajar con niños? ¿Cuándo es el mejor momento para viajar con un bebé? Últimamente nos están haciendo estas preguntas muchas veces y la respuesta parece obvia: Todas las edades son buenas porque, como contamos en otro post, creemos que hay muchos buenos motivos para viajar con niños.
Aunque si hilamos un poco más fino y si nos basamos en nuestra experiencia, podemos agregar a la respuesta que todas las etapas tienen cosas «positivas» y otras más «negativas» al momento de planificar un viaje con los más pequeños de la familia. Ponemos las palabras entre comillas porque todo es relativo y porque son positivas o negativas de acuerdo con las circunstancias (y, sobre todo, de acuerdo con las expectativas de los adultos).

Tahiel va a cumplir 4 años, así que solo tenemos la experiencia de estos 4 años, por eso dividimos el post en cuatro etapas. Lo cómico (o no) es que muchas de las cosas que nombramos son positivas y negativas al mismo tiempo y muchas de las que a una edad son positivas o negativas, después cambian de signo. La conclusión es que, como casi todo en la vida, depende de cómo uno se tome las cosas y de la energía positiva que le ponga al asunto.

ACTUALIZACIÓN: ya cumplió 6… ¡9!. Sumamos un dos año  varios años más de experiencia, que lo comentamos al final.

PRIMERA ETAPA

Esta etapa abarca desde que nacen hasta que cumplen un año. Siempre recomendamos no empezar a viajar hasta el tercer mes. No porque no se pueda, siempre se puede, sino porque durante los primeros tres meses de vida los bebés tienen los primeros controles médicos, practicamente semanales, y las primeras vacunas y, sobre todo si somos primerizos, nos vamos a quedar más tranquilos si lo revisan y controlan en nuestra ciudad.

A «favor»:

  • duermen muchas horas.
  • se quedan mucho tiempo en el carrito.
  • suelen quedarse también mucho tiempo en el fular o mochila portadora.
    Estas dos/tres cosas nos permiten pasear bastante tiempo por una ciudad sin problemas, podemos detenernos a ver alguna vidriera o entrar a algún negocio a mirar, por ejemplo, libros o recuerdos. También podemos acomodarnos para visitar un museo sin interrupciones o, como en nuestro caso que trabajamos en el camino, podemos organizar los tiempos de trabajo.
  • toman teta o leche maternizada. Salvo a partir de los 6/7 meses que empiezan con la papilla y otras comidas, pero que no representan grandes problemas «de lucha» por la alimentación (la neofobia les agarra después).
    El hecho de que no haya que preocuparse tanto por la comida del niño y que sepamos que con una mamadera o una teta está bien y se tranquiliza es una gran ventaja. Si bien después del sexto mes empiezan a comer, hasta el año, en general, comen alimentos básicos, que se consiguen en todas partes y no suelen tener problemas con querer o no querer comer. Suelen comer lo que les damos. Todo esto favorece los mismos puntos anteriores.
  • No caminan.
    Si bien a eso de los ocho meses ya comienzan a gatear, es recién al año que suelen caminar, por eso, mientras no caminan son más «controlables». Esto es algo «positivo» en comparación con los años siguientes en los que no paras de perseguirlos.
  • Y no pagan boletos y tenes prioridades.
    Hasta los dos años no pagan pasaje de avión y, en la mayoría de los buses y atracciones turísticas no pagan entrada. Además, solemos tener prioridad en varios lugares. Digo, «solemos» porque a veces la tenemos pero no siempre se respeta.

En «contra»

  • Usan pañales.
    El mayor problema de esto es el peso/lugar que ocupan y el presupuesto, pero el gasto es casi el mismo viajemos o no viajemos. La única diferencia es que al estar en movimiento no podemos aprovechar, por ejemplo, las súper ofertas de pañales que a veces vendrían tan bien. También nos dimos cuenta que encontramos espacios que nunca pensamos que podían servir para guardar pañales. Igual, si viajamos en auto esto no es un problema.
  • También usan carrito.
    Al igual que los pañales, el tema del carrito y de todos los elementos que quieran llevarle al bebé para facilitarle la vida a él (y a ustedes), es que hay que transportarlos. Por eso, como les contamos en la guía sobre equipaje, piensen que todo lo que lleven lo van a tener que transportar. Hay muchos elementos que facilitan el viaje con los chicos, pero algunos solo pueden llevarse si el viaje es en auto o por poco tiempo.
    Por otro lado, como vimos, el carrito también puede ser un aliado, porque los duerme y tranquiliza y, cuando son un poco más grandes, es una alternativa al «upa». Claro que, si se viaja en auto, esto ya no es una complicación. 
  • Comen papilla.
    Cuando empiezan a comer papilla, al viaje se le agrega el condimento de la logística que hay que hacer para la comida. Una opción es estar siempre en el lugar donde nos alojamos al horario de la comida para poder prepararle o calentarle la papilla, pero si no es posible, tendremos que llevar algún recipiente con todo listo. Es una «contra» con respeto a cuando solo toman teta o mamadera o a cuando comen cualquier otra cosa.
  • No se pueden compartir muchas actividades o no participan de muchas cosas.
    Esto es algo obvio y no lo vemos como algo negativo, pero a algunos padres la ansiedad los mata. No se preocupen que todo llega y pronto van a poder compartir muchas otras actividades de las que ustedes sueñan hacer con ellos, como escalar, practicar algún deporte, observar y comentar un cuadro juntos, etcétera. Lo importantes es disfrutar de cómo ellos, poco a poco, van descubriendo el mundo que les mostramos, cómo se sorprenden, cómo miran, cómo escuchan. Siempre hay algo que se puede compartir: una siesta, un paseo pegados cuerpo a cuerpo, unos mimos, un paisaje, etcétera. Creemos que en cada etapa hay algo (o mucho) que se puede compartir con los hijos y lo importante es aprovecharlo.
    Lo mismo con su participación en los viajes. Está en cada padre y madre hacer partícipe a sus hijos en la mayor cantidad de actividades posibles. Claro que siempre adaptándose a las circunstancias. Nosotros hacíamos que Tahiel participara en todo lo que podíamos. El tiempo pasa volando…

A esto hay que sumarle que muchos dicen que los niños no van a recordar nada. Según los que saben, las personas suelen recordar cosas a partir de los 3 años y, ya desde los 4 o 5, pueden recordar mucho más. Esto puede ser cierto desde la teoría de los que saben, pero no quiere decir que siempre sea así, o que los chicos no recuerden otras cosas.
Posiblemente, antes de los tres no recuerden un monumento, un museo o una playa, pero pueden «recordar» situaciones, olores, sentimientos de felicidad o tiempo compartido con sus seres queridos. Y eso vale mucho para la formación de su personalidad. Además, creemos, que el hecho de ir hablando con ellos y de ir mostrándoles fotos o contándoles cosas vividas a medida que van creciendo, es una buena manera de ayudarlos a recordar esos lindos momentos.

Durante los primeros meses de Tahiel nosotros estuvimos en Buenos Aires porque escribimos y autopublicamos nuestro primer libro de viajes: «Magia es Viajar» del que Tahiel participó. Por eso, los viajes fueron cortos, por el país, y una escapada a Uruguay. En ese viaje a Uruguay tuvimos nuestros primeros aprendizajes sobre viajar con bebés. Uno de ellos fue que los niños imponen sus tiempos.

Una noche de picada, en Uruguay. El carrito es un gran aliado. 

El día de la pileta que aprendimos que él iba a imponer sus tiempos. 

 

SEGUNDA ETAPA

Esta etapa abarca desde el año hasta los dos años.

Los expertos en psicología dicen que entre el año y los dos años es cuando más necesario se hace enseñarles a los chicos las rutinas y comenzar con los límites. Con respecto a esto, entonces, NOSOTROS HICIMOS TODO MAL porque ese año nos fuimos siete meses de viaje, con las mochilas, en transporte público y durmiendo casi siempre en casa de otras personas, por lo que el tema de la rutina y los límites no funcionó (casi) nunca.

Por eso, también fue uno de los viajes más agotadores que hicimos y del que escribí las 10 cosas que nadie me dijo de viajar con bebés y niños pequeños.

Pero claro que de todos los viajes siempre se sacan cosas positivas y creemos que fue más que positivo para Tahiel, sobre todo por su capacidad de adaptación y socialización.
Además es una edad en la que no son ni bebés ni nenes. Están en esa zona intermedia en la que a veces son más bebés y otras son más nenes, con las cosas «buenas» o «malas» que cada etapa pueda implicar.

(Ya no escribo si es favor o en contra. Ustedes pueden sacar sus propias conclusiones)

  • Comen de todo.
    Esto puede ser a favor o en contra. Por un lado, ya podes arreglarlos con algo al paso si no llegamos al lugar indicado para comer. Pueden comer lo que les den en una casa o un sándwich en un bus. Por otra parte, también pueden empezar a no querer comer todo (aunque esto suele ocurrir después de los dos años) y, entonces, puede ser difícil conseguir siempre lo que les guste.
    Cuando empiezan a comer, además, los padres debemos sacar una cuota extra de paciencia porque el tiempo que demoran en hacerlo es cada vez más (tanto si comen solos como si lo hacen con nuestra ayuda). Por lo tanto, no es lo mismo estar en nuestra casa que en una casa ajena o en un restaurante. 
  • Siguen durmiendo siesta.
    Es decir que, todavía, nos dejan esas horas de «libertad» para poder trabajar en el camino, tomar un café y conversar tranquilos o, simplemente, pasear a otro ritmo.
  • Caminan.
    Esto quiere decir que todos los trayectos se hacen más lentos, que empiezan a no siempre querer usar el carrito, que llevarlos a upa ya no es tan fácil, etcétera. Pero lo que más quiere decir es que comienzan a darse cuenta de la autonomía que pueden lograr. En esa autonomía está la exploración innata que tienen los niños. Lo quieren tocar todo y experimentar todo. ¡Y claro que está bien! Y es una manera ideal de conocer el mundo, pero  sí o sí requerirá más paciencia de nuestra parte.  
  • Tocan todo.
    A esta edad el todo, es todo. Están en la ebullición de la exploración. Nosotros, cada vez que llegábamos a una casa (y cambiábamos de casa u hotel cada cuatro o cinco días) tratábamos de convertir el espacio en kidfriendly, es decir, nos agachábamos a la altura de Tahiel, mirábamos todo lo que él podía ver y tocar desde su lugar y lo sacábamos para evitar problemas. Siempre es bueno recordar que no todos los que nos alojan tienen chicos y no saben lo que eso significa. 
  • Más participación. 
    Aunque esto depende de cada padre y madre, a partir de esta edad los chicos empiezan a poder hacer más cosas y a formar parte de otras. Como les decíamos, nosotros siempre hicimos casi todo con Tahiel, adaptándonos.

Trabajando en Bilbao. Aprovechábamos siempre sus siestas.

Amor.

Un alto en el camino por el Bosque de Oma.

 

Observando a su manera en un museo.

 

TERCERA ETAPA

Este período abarca desde los dos a los tres años.
Después de la experiencia del año anterior, los viajes con Tahiel en esta etapa fueron mucho más relajados y aprendimos varios puntos fundamentales que nos ayudaron un montón y se los resumimos en estos Consejos generales para viajar con niños pequeños (que les recomendamos leer).

(Acá tampoco escribo si es favor o en contra. Ustedes pueden sacar sus propias conclusiones)

  • Aparece la neofobia. ¡No se asusten que algunos zafan!
    ¿Qué es la neofobia? Es fobia a lo nuevo y, en la alimentación, se asocia a los primeros años de los niños.  Más precisamente después de los dos años. Siempre recuerdo cuando le dije al pediatra de Tahiel que mi hijo comía de todo, que comía mucho, que no me hacía ningún problema como escuchaba quejarse a todas las mamás y, mientras yo hablaba me miró fijo, me interrumpió y me dijo «aprovechalo».
    Claro, él sabía que esa felicidad no iba a durar mucho. Y así fue. Si bien Tahiel come muy bien y casi todo, después de los dos años y medio empezó a no querer comer las verduras. No sé por qué a la mayoría le pasa con las verduras. El tema es que en los viajes esto suele ser una preocupación y un problema, sobre todo si el presupuesto es ajustado (si no, uno puede sentarse en restaurantes todos los días y pedir lo que el niño está acostumbrado a comer) o nos alojamos en casas de familias (donde te invitan a comer lo que hay).
  • No duermen casi nunca siesta.
    Claro que esto es una generalización, ya que hay niños que con 4 o 5 años siguen durmiendo siesta. Pero Tahiel (y muchos que conocemos) desde los dos años y pico que abandonó las horas de sueño de la tarde. Y, esto no implica que se vaya a dormir temprano, por lo que permanece despierto y muy activo, muchas horas al día. En los viajes, esto significa que aquellos momentos de entrar a una librería o a cualquier negocio tranquilos para ver qué hay, de tomar un café sin estar pendientes de su comida, de su bebida o de perseguirlo entre las mesas, de mirar un atardecer sin tener que llamarlo a cada rato para que no salga corriendo, o de trabajar sin tener que turnarse, no existen más. 
  • Etapa de los berrinches.
    Los que saben, también dicen que a partir de los dos años suelen aparecer los ataques que se conocen como «berrinches» (o la adolescencia de los bebés). Es algo normal, propio del crecimiento de los chicos, pero como todo hay factores que los propician y otros que los aplacan.
    Por suerte, Tahiel no es un nene de hacer muchos berrinches, pero claro que de vez en cuando tiene algún capricho. Fuimos aprendiendo varias maneras de solucionarlos (por ejemplo, hablarle a su altura y preguntarle cómo podemos hacer para solucionar lo que le está afectando en ese momento), pero en los viajes, al no siempre estar en un ambiente adecuado, pueden hacerse más frecuentes.
    Nuestra recomendación es que les prestemos atención y que no por estar de viaje los dejemos de tener en cuenta. Esto puede implicar dedicarle mucho más tiempo a sus necesidades. En el post sobre sus anécdotas en Salta y Jujuy, Tahiel les cuenta un berrinche con las mandarinas. 
  • Siguen usando pañales.
    En general, hasta los 2 años y medio o tres (o más) usan pañales. Tahiel los dejó una semana antes de cumplir tres años porque no lo forzamos antes y, creo, fue buena táctica porque los dejó de un día para el otro. Pero entre los dos y los tres seguimos con la carga de los pañales.
  • Pagan boletos y ya no tenes tanta prioridades. 

 

El día del «berrinche de la mandarina», en Salta. 

 

Participando de nuestro proyecto social. Cada vez lo disfruta más y, esperamos, que lo siga haciendo. 

 

CUARTA ETAPA

Este período abarca desde los tres a los cuatro años.

Por ahora, es la etapa que más disfrutamos de viajar con Tahiel. No sé si es por ser la actual, porque muchas cosas que antes veíamos como «contra» ya se solucionaron o porque nosotros realmente cambiamos el chip viajero y aprendimos a organizarnos de otra manera. O, a lo mejor, es un poco de cada una de las razones anteriores. Lo cierto es que es la etapa que más nos gusta.

  • No usan pañales.
    Una buena noticia para el presupuesto y el espacio en la valija/mochila. Además, su ropa es pequeña y sigue ocupando poco lugar. Nosotros en estos viajes ponemos todo lo de Tahiel (ropa, zapatos y juguetes) en su valija celeste de la foto.
  • Se va el carrito. Llega, en nuestro caso, el monopatín.
    No llevar más el carrito a los viajes es un alivio, pero como todavía hay momentos en los que no quiere caminar tanto (¡porque es un niño!), encontramos la solución en el monopatín. No ocupa mucho lugar y lo llevamos desarmado a todos los viajes cortos que hicimos este año. Nos salvó la mayoría de las veces, claro que en algunos casos tuvimos que cargarlo a Tahiel y al monopatín.
  • Definitivamente no duermen siesta y están más activos.
    En esta etapa, si bien a veces me gustaría que se duerma una o dos horas, creo que está bueno que esté todo el día disfrutando y despierto porque tiene muchas más cosas para hacer. Además si durmiera siesta, lo más probable es que se vaya a dormir muy tarde por la noche.
  • Participan mucho más de la previa y de lo que sucede en el viaje.
    Ya desde el año anterior, antes de cada viaje hablamos con Tahiel del lugar a donde vamos. Le mostramos el destino en el hermoso Atlas Ilustrado que le regalaron, lo pintamos en una lona de planisferio que tiene para colorear, escuchamos algunas canciones que lo nombran (como la canción de Paralamas «Inundados», que la escuchamos antes de viajar a Río de Janeiro). También leemos, desde su primer año, cuentos sobre aviones para que sepa cómo es y funciona el aparato al que va a subir.
    ¡Y le encanta hacer todo esto! Creemos que es fundamental que, desde pequeño, participe en el viaje. Y cada nuevo viaje lo hacemos participar más.
  • Se suman a más actividades.
    Tahiel es un nene que se engancha, por ahora, con todas las propuestas. Desde hacer kayak hasta tirolesa, desde leer y pintar hasta armar pistas y carreras, desde cocinar hasta cantar, etcétera. Pero lo lindo de esta edad es que en los viajes puede hacer cada vez más cosas. Y sabemos que con los años podrá sumarse en muchas más para compartir con nosotros.
  • Preguntan y relacionan cosas.
    Esta es una de las cosas que más disfrutamos en los viajes desde que Tahiel habla. Su inocencia en preguntar, en relacionar lugares, personas, animales y objetos. Cuando lee, por ejemplo, la historia de Malku, antes de irse a dormir y ve las ilustraciones de las montañas de colores y las llamas y me dice «como en Jujuy», yo me emociono.
  • Manifiestan sus deseos y preferencias.
    En las etapas anteriores, somos los adultos los que decidimos casi todo lo que se hace en el viaje (menos los tiempos). Claro que tratamos de ser empáticos y tenemos en cuenta sus necesidades, pero en definitiva, no sabemos cuáles son los deseos de los niños. A medida que crecen (nosotros lo notamos mucho en los viajes de este año), ellos empiezan a manifestar qué prefieren, qué les gusta más, qué les gusta menos, etcétera. Y esto, como casi todo, puede tomarse positiva o negativamente.
    Para nosotros es algo muy muy positivo, aunque claro que nos genera mayores controversias y nos lleva a replantearnos varias cosas. Nunca voy a olvidar el día que estábamos paseando por Cafayate y Tahiel nos dijo que quería estar jugando con Juanita y Milo (sus amigos). Pero este es otro tema.
  • Pueden seguir los berrinches.
    Pero también uno está más canchero en cómo pararlos.
  • Y puede irse la neofobia (si la tuvieron).
    Tahiel, de a poco y a base de insistencia, está volviendo a comer de todo, como cuando tenía un año. Así que estamos muy esperanzados porque, posiblemente, en los próximos viajes nos sea más fácil (o no…) el tema de la comida.

Uno de los almuerzos más tranquilos de los últimos años, donde comió solo, no tuvimos que perseguirlo por ningún lado, conversamos y nos matamos de risa. Todo llega.

 

Prestando atención a un video, en otro museo.

 

QUINTA ETAPA

Este período abarca desde los cuatro a los cinco años.

Con sus cinco años recién cumplidos acabamos de llegar de un viaje de tres meses. Este viaje, junto a los que hicimos durante el año por la Argentina nos enseñaron que, a partir de ahora los viajes serán diferentes. Otra vez cambian.

El principal cambio se produce porque los peques a esta edad ya saben más lo que quieren y lo que les gusta, lo expresan mejor y lo hacen valer. Los viajes evolucionan con el desarrollo de los niños y niñas. Entonces, comienzan las negociaciones, como las que les contamos en esta imagen de Instagram.

 

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“¡No quiero entrar otra vez al parque!”, nos dijo Tahiel mientras gruñía y su cara expresaba un visible enojo. “Dale, Tahiel, que vamos a ver a un montón de animalitos en libertad”, intentábamos convencerlo. “¡No quiero!”, repetía cada vez más enojado. Nosotros sabíamos lo que le pasaba. Quería quedarse en la playa Espadilla, donde habíamos estado los días anteriores y donde tan bien lo había pasado barrenando olas con la tabla de telgopor. ¿Quién iba a querer entrar otra vez al parque si lo otro aseguraba diversión y el parque ya lo conocía? A veces los niños son más prácticos que los adultos. Diría que casi siempre. Pero necesitábamos ingresar por unas fotos para un artículo. Cuando viajamos también trabajamos. Empezamos a caminar hacia la entrada y Tahiel nos siguió. Entramos y durante los primeros minutos estuvo enojado. Se le pasó pronto con la “isla” que ven en la foto y con el primer mapache que se le cruzó en el camino. Con la isla, porque le pidió al papá subirla y hacía allí emprendieron la marcha. Con el mapache, porque se apoderó de la cámara de la tía Agostina y fotografió iguanas, monos que robaban mandarinas, mapaches y hasta un cocodrilo pequeño. Después de eso, claro, pidió ir a la playa de nuevo. Y fuimos. Estuvo cuatro horas de reloj en el mar. Feliz. No pudimos hacer todos los circuitos del parque, porque #viajarconniños también es eso: negociar. Un poco ellos y un poco nosotros. Y cuando hacemos algo para “nosotros” siempre debemos encontrar algo que los motive, como subir una “isla” o fotografiar animales. ¡No dejen de ver las stories! . . Si conocen a alguien que esté por irse de vacaciones en familia, no dejen de invitarlo a sumarse a @magiaenelcamino y a conocer nuestro blog con ideas, consejos y experiencias de #viajarconniños ¿Nos ayudan a difundir? . . #viajarconniños #viajarenfamilia #tahielviajero #travelfamily #magiaesviajar #magiaenelcamino #manuelantonio #magiaslmundo #costarica #visitcostarica #puravida @sixtcostarica @almundo_ar @aseguratuviaje

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Sabemos por amigos con hijos más grandes que el principal «problema» de viajar con ellos cuando van creciendo es que son cada vez más independientes y quieren imponer (en el buen sentido) sus gustos y cosas. También suelen empezar con esas frases al estilo «me aburro» que, por suerte, Tahiel no suele decir mucho porque, por ahora, siempre encuentra algo con qué entretenerse o yo suelo tener un pequeño arsenal de opciones. Igual, no voy a negarlo: antes, todo lo que le proponía era un rotundo sí. Ahora, con algunas cosas tengo que insistir o buscar el momento justo para proponérselas. Eso mismo se trasladó a los viajes.
Por lo tanto, en los viajes de este año nos preocupamos mucho más por intercalar todo el tiempo actividades pensadas más para él con actividades pensadas más para nosotros. Bueno, siempre un poco más para él, sobre todo en el viaje a Nueva York (jajaj). Además, siempre que hicimos algo más bien «de adultos» intentamos adaptarlo de alguna manera.

Otro tema que notamos en los viajes de este año fue la necesidad de estar más tiempo con niños de su edad, de jugar con sus pares y no solo con nosotros. Si bien ya venía pasando, en este año se notó mucho más. Tahiel está muy acostumbrado a jugar con nosotros porque siempre está con alguno de los dos en casa (los dos trabajamos desde casa). Cuando estamos en Buenos Aires va al jardín solo 3 horas, que son las horas en las que nosotros podemos dedicarnos a full a ciertas cuestiones laborales, pero el resto del día está jugando con alguno de nosotros (o con los dos).

 

Entonces, a medida que fue creciendo, nos dimos cuenta de que en los viajes necesitaba también jugar con pares. Por eso, cuando llegábamos a una casa o a un hostel o a una playa donde había un nene o una nena de su edad (o similar) con el o la que «pegaba buena onda» (cosa que era en el 99,99 % de los casos) no se quería ir o era de las cosas que más recordaba después.

Nos pasó, por ejemplo, en uno de los Hoteles de Ciudad de Panamá, donde vivían dos nenas con las que jugaba un montón. Cuando nos levantábamos nos decía: «¿por qué tenemos que salir otra vez a pasear?». Claro, porque él quería jugar con las nenas y con sus juguetes que, para él, eran novedades. Más allá de que después salíamos y disfrutaba la actividad, era lógico que quisiera quedarse jugando. Por suerte, a la mañana las nenas iban al jardín, entonces le decíamos que a la tarde iba a poder jugar con ellas. Tratábamos de volver temprano para que pudiera jugar con ellas. La pasaba muy bien y estaba feliz. Y si tu hijo está feliz, vos te sentís bien.

Entre lo bueno de que sean más grandes está que, al mismo tiempo, es más fácil negociar con ellos que cuando eran más pequeños y pueden entender alguna situación que se presente en el viaje.
Además, suelen participar mucho más en la previa del viaje y en la toma de decisiones durante el viaje.

SEXTA ETAPA

Este período abarca desde los cinco a los seis años.

Durante este año experimentamos los viajes en auto. Hicimos un viaje de dos meses por parte de la patagonia argentina y chilena. También hicimos un viaje más corto en auto a los Esteros del Iberá. En ambos casos intentamos que los trayectos en el auto no sean tan largos, parábamos cada dos horas, jugábamos un poco al aire libre y comíamos. A esta edad ya quieren ver o usar la tablet/celular  o cualquier pantalla que les pase cerca. Pero nosotros somos bastante cuidadosos con ese tema.

Vemos a las pantallas/internet como una herramienta y tratamos de usarla de la manera que creemos correcta. No lo dejamos estar con la pantalla mucho tiempo (ahora Tahiel tiene más de 9 años y no usa celular ni nada similar) y, cuando la usa, controlamos lo que mira. En los viajes en auto es una gran tentación darles la tablet para que jueguen un rato o miren una película que bajamos previamente, pero intentamos dejarla para el final del viaje y casi nunca es necesaria usarla. Por eso, este año, le preparé varias actividades para hacer en el auto, que les comparto en ideas de juegos para viajar en auto con niños.

 

……

Sabemos que cada niño es un mundo y cada edad es especial. En cada una, los niños tienen determinadas características que, como suele decirse, son «normales», y que uno tiene que saber adaptarse y tratar de disfrutar lo más que pueda de ellas. Eso es lo que intentamos. No sabemos muy bien lo que está por venir, aunque podemos imaginarnos algunas cosas. Ojalá podamos seguir descubriendo el mundo con Tahiel y aprendiendo de su mirada sobre las cosas. Sabemos que todo llega y todo pasa.

 

¿Y ustedes qué piensan?

¿Cuál es la edad que más disfrutaron de viajar con sus niños?

 

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Viajar con bebés/niños pequeños implica:

  • Tener paciencia. Mucha paciencia. (Digamos que un poco más que en casa).
  • Entender que tenemos que cambiar el chip. Ya no somos uno o dos, somos tres o más. Ya no vamos a contar con el tiempo (y la libertad) que teníamos antes.
  • Que todo lleva más tiempo del que pensaste. No hay prisa. Lo que antes se hacía en un día, ahora es en dos. Y lo que se hacía en dos horas, ahora en cuatro. No quieras hacer más de lo que se puede.
  • Inevitablemente los planes cambiarán. (Si ya suelen cambiar cuando viajas sin chicos, con ellos, cambian más).
  • Adaptarse y respetar los tiempos y gustos de los chicos, tanto en el sueño y la comida, como en los JUEGOS. (Cuando sean más grandes habrá tiempo para negociar, se engancharán más con el destino, propondrán actividades, etcétera).
  • Saber que son vacaciones. Relajate. No te enojes si las cosas no salen como las pensaste.
  • Aprender todos los días a disfrutar de otras cosas. El tiempo de las vacaciones es ideal para disfrutar en familia de actividades que durante el año no podemos hacer. No lo desperdiciemos en cosas sin sentido.
  • Siempre recordar el primer punto. ¡Buen viaje!

 

 

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