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Madryn, con “M” de Mar

Mientras caminaba por uno de los muelles de la ciudad de Puerto Madryn pensaba en este post. ¿Qué cosas caracterizan a la ciudad? ¿Qué me llamó la atención? ¿Qué puedo contar que no esté en wikipedia? Y de repente me di cuenta de que todas las palabras que me venían a la mente empezaban con “M”. Así que pensé en contarles sobre Madryn desde esas palabras, en varios pequeños post. En el primero: la “M” de Mar.

Podría decirles que casi toda la vida económica de la ciudad está relacionada con el mar y no me equivocaría. Por un lado, la presencia de ballenas, orcas, delfines, pingüinos y lobos marinos en sus cercanías hizo que se convirtiera en uno de los lugares turísticos más visitados de la Argentina. Les aconsejamos darle una mirada a las fechas en las que estos animalitos se dejan ver, porque nosotros no tuvimos mucha suerte ninguna de las veces que anduvimos por estos pagos (al final del post, les dejamos una breve guía). El domingo pasado nos subimos a un barco para hacer avistaje de delfines y no vimos ninguno; y Dino fue tres veces (en tres años diferentes) a Punta Norte (en la península Valdés, donde suelen aparecer las orcas) y no vio ninguna. Pero es cuestión de suerte.
También podría contarles que la industria pesquera es muy importante, con un parque industrial pesquero de más de 170 hectáreas y varios buques factorías que llegan al muelle Almirante Storni con toneladas de pescados.

Salida hacia el avistaje de delfines, que no pudimos ver. Ese día los delfines decidieron descansar. 

 

Pero lo que más me llamó la atención es que la vida de las personas también se relaciona con el mar. Podrían decirme que es lógico, ya que muchos de los que viven en Puerto Madryn trabajan en actividades relacionadas con el turismo, con las pesqueras o con Aluar (la empresa de aluminio). Pero me refiero a otra cosa. El mar está ahí, para mirarlo, deslumbrarse, sentirlo y vivirlo. Y los que viven en Madryn lo viven (aunque hay algunas excepciones que ya les contaremos). Siempre decimos que la mejor manera de viajar es hacerlo a través de su gente. Por eso, cuando uno llega a un lugar y allí te espera alguien conocido (como en este caso mi prima y su novio) o alguien desconocido (como cuando viajamos por couchsurfing), todo se ve, se siente y se vive diferente. Así fue nuestro lema desde que salimos por primera vez con Magia en el Camino: “…queremos conocer el mundo a través de su gente” y así es como queremos que siga siendo. Por eso esta vez vivimos, sentimos y vimos un Madryn diferente. Al principio, pensé que estos sentimientos eran por llegar en baja temporada, ya que la ciudad tiene menos movimiento, pero después me di cuenta que no, que era porque en estos días vivimos la ciudad a su ritmo, como la viven quienes se pasan la mayoría del año en esta ciudad costera: a un ritmo tranquilo. Un ritmo que te permite dormir la siesta, tener las ventanas sin rejas y usar mucho la bicicleta.

Y el mar tiene algo que ver en todo esto. Es el que marca el ritmo de la mañana y la tarde. La marea alta mientras amanece deja paso a una extensa playa cuando comienzan las primeras luces del atardecer.

 

 

El mar es parte del paisaje de la ciudad y, sobre todo, de su costanera. Una de las actividades más lindas es recorrer la costanera. La mejor manera de hacerlo es subirse a una bicicleta, sobre todo si el día está soleado y nos acompaña la brisa patagónica (porque si llega a adquirir la categoría de viento, mejor no subirse a la bici). Mientras las ruedas giran y la brisa nos pega en la cara, los ojos miran hacia los costados. De un lado, lindas casas, negocios, el centro comercial, hoteles, restaurantes, bares y agencias. Del otro, la playa y el mar. La bicicleta es uno de los medios de transporte más usados, ya que no hay muchas líneas de colectivo en la ciudad y no todos tienen auto. Si bien no es como Holanda, ya que no es una ciudad con toda la infraestructura necesaria, desplazarse en este medio es lo más común y práctico. Por un lado, porque las distancias son cortas y, por otro, porque las calles anchas y la tranquilidad lo permiten.

 

En verano, las playas de Puerto Madryn no tienen nada que envidiarle a las de otras provincias.

Los más valientes salen temprano para correr o hacer ejercicios por la costanera, mientras el sol se va a asomando. Los que somos un poco más reacios a madrugar, la visitamos durante la tarde, sacamos a Cata a pasear, y solo nos levantamos temprano un día para ver el amanecer sobre el mar, que también se nos niega, como los animales.

 

 Nuestra amiga Cata.

 

Por mar llegaron los primeros habitantes de la ciudad, de origen galés, quienes antes de adentrarse en el valle del río Chubut construyeron sus primeras viviendas en cuevas que cavaron en los acantilados. Allí permanecieron unos días, ya que la falta de agua dulce hizo que emprendieran una caminata hacia al sur hasta “chocarse” con el río Chubut y asentarse en sus orillas: primero en las actuales ciudades de Rawson y Trelew, luego en los pueblos galeses como Gaiman y Dolavon.

 

Ya les contaremos mejor la historia de estas cuevas…

 

Hacia el mar es donde mira “el Indio”, el monumento más emblemático de la ciudad que representa al indio patagónico (tehuelche) y donde los fines de semana se llena de amigos y familias que simplemente se acercan para disfrutar de los paisajes y tomar mate.

 

 

Al mar corren los cientos de chicos y chicas de entre 8 y 15 años que practican optimist, una categoría de navegación a vela ideal para esas edades. Con viento, sol o nubes, estos chicos se inician en el mundo de la navegación haciendo del mar su segundo hogar.

 

 

 

Con el mar como compañero, todas las tardes se juntan muchos chicos a practicar skate, patinaje y otras habilidades a las que uno suele animarse cuando la edad no supera los 20.

 

El mar domina el paisaje desde las ventanas de los principales museos de la ciudad: el Ecocentro y el Museo del Hombre y el Mar.

 

La sombra que ven en la foto es la cúpula de la casa donde funciona el Museo del Hombre y el Mar, sobre el cual les contaremos más adelante.

 

Vista del Ecocentro, donde pueden encontrar mucha información sobre la ballena franca austral, que visita las costas de Madryn y sus alrededores todos los años desde mayo/junio.

Y hasta en su costanera, el mar nos deja algunos mensajes…

 

Como si fuera poco, el mar es lo que vemos cada vez que salimos de la casa. Hoy terminamos las presentaciones de Magia en el Camino y, para disfrutar un poco más del mar, de la compañía de Samanta y Juan y del ritmo tranquilo, decidimos quedarnos unos días más en esta hermosa ciudad que tan bien nos recibió.

En unos días… la próxima «M»… ¿de qué palabra será?

Pueden ver los post con las otras «M» en estos links:

Mar

Mimosa

Mate

Algunos datos útiles para el avistaje de animales:

– La temporada de ballenas es de Junio a diciembre. En realidad, llegan desde el sur un tiempo antes, pero está prohibido el avistaje para darles un poco de tranquilidad mientras se acomodan en las costas del Chubut, tienen a sus crías y se acostumbran al nuevo ambiente.

– La temporada de orcas es desde septiembre hasta abril. A pesar de que estuvimos hace unos años en enero, no las vimos. Pero como nos dijo un amigo, la naturaleza en su estado puro es así: «decide qué hace».

– La temporada de pingüinos es desde septiembre a marzo. El fin de semana anterior a nuestra llegada fue el cierre de la temporada hasta el próximo septiembre.

– Los elefantes y lobos marinos suelen estar todo el año en Península Valdés y sus alrededores.

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