¿Cómo es la vida en los campamentos de Savuti y Linyanti, en el Parque Nacional Chobe?
Mientras de día prevalece el silencio, la noche le da paso al sonido: ramas que se rompen, pisadas, “voces” de animales, movimiento del agua. Nosotros, dentro de la carpa, tratamos de conciliar el sueño pero es difícil. Nuestras cabezas no pueden dejar de imaginar qué es lo que está pasando allá afuera. Lo sabremos al otro día cuando al salir de la carpa nos sorprendan estas huellas en la arena.
“Son de leopardo y de hipopótamo”, nos dice Josiah, nuestra guía en el campamento de Savuti, cuando a las 6 de la mañana se acerca a nuestra carpa para acompañarnos hasta la principal y disfrutar de un excelente desayuno. “Estuvieron dando vueltas toda la noche por el campamento”, concluyó mientras caminábamos mirando para todos lados, un poco asustados, y sintiendo cada vez más cerca el aroma a pan recién horneado.
Gracias a la gentileza de la empresa SKL groups of camps tuvimos la oportunidad de disfrutar de cuatro días espectaculares en el norte del Parque Nacional Chobe, más específicamente en las zonas de Savuti y de Linyanti.
Las dos primeras noches estuvimos en el campamento de Savuti, que cuenta con cinco carpas para huéspedes. Cada una de las cuales tiene uno de los nombres de los cinco grandes de África: leopardo, león, búfalo, hipopótamo y elefante. A nosotros nos tocó leopardo, ¿habrá sido una premonición de lo que vimos el primer día de safari? Además, hay una carpa principal donde se encuentra el comedor, el bar (las bebidas son libres durante todo el día) y la sala de estar.
La actividad comienza temprano. A las 5.30 de la mañana el guía recorre las carpas para despertar a los huéspedes. A las 6 vuelve a recorrerlas para acompañarlos hasta la carpa principal. Una de las principales reglas es que no se puede salir de la carpa ni caminar por el campamento durante la noche (y a las 6 de la mañana suele ser casi de noche, siempre). Esto nos daba bastante “miedito” ya que si le sumamos la gran actividad ruidosa que se siente durante las noches no parece imposible que se presente un animal durante el camino. Como nos dijo uno de los guías: “Todos los animales son potencialmente peligrosos, por eso hay que tener cuidado”.
En todas las carpas hay dos bengalas para usar en caso de “enfrentarse” a un animal (el tema es si te da la cabeza para usar la bengala en ese momento!).
Luego del desayuno (abundante y sabroso) sale el safari de la mañana. El mismo dura aproximadamente hasta las 10.30. Al llegar del safari siempre te reciben con la mejor sonrisa y una pequeña toalla mojada para limpiarte un poco la cara y las manos del polvo de la travesía. A las 11 es el almuerzo. Siempre es alguna comida fría, como tarta, acompañada por tres o cuatro tipos de ensaladas, una más rica que la otra. Desde que se termina el almuerzo hasta las 15 es la hora de la siesta. El calor es tan fuerte que lo único que se puede hacer es quedarse quieto. La mejor época para visitar esta zona del parque es en la estación seca, hasta mediados o fines de octubre, porque después no solo los caminos se vuelven casi intransitables por las lluvias, sino que además las temperaturas pueden llegar a superar los 50 grados.
A las 15, y antes de salir para el safari de la tarde, es la hora del té. Se puede elegir por alguna bebida caliente o fría, acompañada de alguna de las exquisiteces que preparan en los campamentos, como torta de manzana, muffings o galletas de avena y miel. Con la panza llena y el corazón contento se parte para el segundo safari del día, en el que si tenemos suerte podemos ver un lindo atardecer africano.
De regreso al campamento a eso de las 18.30, tenemos unos 40 minutos para bañarnos y regresar a la carpa principal para disfrutar de una riquísima cena a la luz de las velas, con un buen vino y una temperatura ideal. La temperatura desciende mucho más entrada la noche, así que a la hora de la cena es ideal.
Luego de la cena, el guía nos acompaña a nuestra carpa y caemos rendidos en la cama, recordando lo hermoso del día.
Los parques nacionales tienen, en general, algunas zonas estatales y otras privadas. En todos ellos hay campamentos establecidos donde uno puede alojarse. Muchos son lugares exclusivos, que apuntan a un turismo de lujo (ya les contaremos algo más sobre esto). Casi todos tienen un sector disponible para aquellos que están realizando la travesía con vehículo propio, una experiencia que debe ser muy gratificante y emotiva también (y que algún día en el futuro esperamos poder experimentar). Estos sectores se encuentran cerca del campamento organizado, algunos tienen espacios cerrados para comer y áreas para prender fogatas. El fuego mantiene alejados a los animales, por eso se recomienda prenderlo antes de irse a dormir. Una buena idea es tener una bengala para avisar a la gente del campamento cercano si se siente peligro.
Si uno viaja en su vehículo (alquilado o propio) tiene que tener todas las provisiones necesarias en el vehículo, ya que es casi imposible conseguir algo en el camino (salvo en algunos campamentos). Además, tiene que ser sí o sí un vehículo 4×4, ya que es imposible pasar por algunos sectores de este parque.
Las dos únicas maneras de conocer los Parques Nacionales en Botswana (y creemos que en todo el sur de África) es contratando la excursión o con vehículo propio. El problema en el Parque Chobe es que no puede ser cualquier vehículo, tiene que ser preferentemente, 4 x 4.
Un párrafo aparte merece el personal de los dos campamentos. Realmente nos sentimos muy pero muy bien tratados. Y no sólo lo hicieron con nosotros, sino con todos los que estuvieron allí. Se respiraba un lindo ambiente entre ellos y eso es muy importante. Muchas empresas de este estilo son de «blancos» (por ponerle un nombre general) y, lamentablemente, no todos tratan bien a sus empleados. En cambio acá sentimos totalmente lo contrario. Y no estamos exagerando. En este caso, es una empresa nacional. Todo el personal está atento a cada detalle y son sumamente amables. Desde los encargados de cada campamento, como Jinxy, Dk y Tumo; los guías, como Moises y Josiah; las camareras y las chicas que siempre se encargaban de que todo esté en orden, como Gracious, Atty y Lettie, hasta las cocineras, como Bunnie, que realmente nos deleitaron con los sabores que nos hicieron probar durante estos cinco días.
El último día en el campamento Linyanti, prepararon unas canciones para despedirnos. Super lindas y divertidas. A nosotros a veces nos incomodan esas cosas, no sabemos por qué, pero esta vez fue diferente. Además, el broche de oro fue que después de las canciones se sentaron todos con nosotros a la mesa para disfrutar (y mucho) de un breve show de magia. De igual a igual. Hermoso.
Muchas gracias a todos! Kiela Boja!!! (Thank you!!!).
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