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«La aldea de los pitufos»

 

“¡Llegamos a la aldea de los pitufos!”, así describió una nena de 10 años la sección final del recorrido por el sitio arqueológico de Kuélap. No sabemos si es por la película dirigida por Raja Gosnell o por la forma circular de las casas de los antiguos habitantes chachapoyas, pero fue un comentario que nos dibujó una sonrisa en la cara.

No conocíamos de la existencia de Kuélap. Pensándolo bien, no suena tan extraño… ya que lo que más se conoce de los pueblos originarios de Perú es el legado inca, como Machu Picchu. Pero el país tiene una enorme oferta de sitios arqueológicos a lo largo de todo su extenso territorio. Uno de ellos es el Kuélap, un antiguo centro ceremonial y de administración agrícola de la cultura Chachapoyas. Esta cultura fue una de las tantas que existieron antes de los incas.
Llegamos a Chachapoyas, la ciudad capital del departamento Amazonas, casi por casualidad. “Bajando” desde Ecuador, por las sierras, “caímos” en la ruta que nos dejaba (casi directo) en la ciudad. Cuando supimos que era un lugar «turístico» por la presencia del sitio arqueológico de Kuélap temimos arrepentirnos de haber llegado hasta allí. No porque no quisiéramos conocer sitios turísticos (al contrario, para eso también viajamos), sino porque estábamos en un momento del viaje que necesitábamos más tranquilidad y habíamos tenido una mala experiencia en Machu Picchu varios años antes. Pensamos que nos íbamos a encontrar con una especie de Cuzco o Aguas Calientes, donde el negocio turístico es lo que domina la escena y te agobia un poco.
Pero nos equivocamos. Chachapoyas es una ciudad con una arquitectura similar a la de Cuzco, pero mucho más tranquila. Al ser la capital del estado se localizan en ella las reparticiones administrativas y las oficinas de abogados, contadores y médicos. También cuenta con universidades y varios centros educativos, además de su infaltable Plaza de Armas.

 

Estábamos ahí de paso, pero decidimos visitar el sitio arqueológico de Kuélap. Nosotros conocimos sólo esta representación de la cultura pre-incaica, pero en los alrededores de la ciudad hay muchísimos otros lugares para descubrir como la cascada del Gocta, los sarcófagos de Karajía, los mausoleos de Revach, entre otros sitios.
La visita al centro ceremonial y de administración agrícola de los antiguos Chachapoyas se encuentra a una hora y media de la ciudad y se llega a este sitio luego de atravesar caminos angostos y de cornisa, pero con unos paisajes espectaculares.

 

Caminito que el tiempo «no» ha borrado…

Como el sitio se ubica sobre una montaña existen varias maneras de llegar hasta su cima. La más cómoda es con vehículo hasta la entrada del sitio desde donde se debe hacer una caminata de unos 20 minutos. Otra opción es llegar en algún vehículo hasta el pueblo de Tingo y desde allí comenzar con el ascenso, pero es una caminata más larga y cansadora (que, según el entrenamiento de cada uno puede durar entre 3 y 5 horas). Según nos contaron, en esos días se acababa de firmar un acuerdo para construir un funicular, que permita el ascenso más rápido y sin esfuerzo físico. Ante este hecho, muchos habitantes de la zona se mostraron a favor y, muchos otros, en contra.
La entrada es, por ahora, muy barata, menos de 4 dólares.

Los 20 minutos son por esta escalinata.

Subiendo y desde la cima.

 

Algunas fotos y explicaciones. ¡Que las disfruten!

Las construcciones se desatacaban por su planta circular con techos cónicos y sin ventanas para conservar el calor. Según nos informaron, se cree que en la ciudadela vivían alrededor de 2.000 personas. A nosotros nos llamó la atención la forma en que, al parecer, llegaron a esa conclusión. Dijeron: “si hay 500 casas circulares, cuatro personas por familia/casa, 2000 personas” Nos pareció que era un análisis muy “actual”… sobre todo por considerar a la “familia tipo” de cuatro integrantes.
Sólo una de las casas está reconstruida para que los visitantes tengamos una idea de cómo eran “las originales”.

 

Las casas tenían una especie de cornisa que sobresalía de la pared. La función era caminar alrededor de la casa y proteger de la lluvia a la parte inferior de la construcción.

 

 

En el interior de las casas había canales donde se criaban cuy, uno de los platos andinos que todavía se consumen en países como Ecuador y Perú.

 

 

El exterior estaba decorado con imágenes relacionadas con la cosmología Chachapoyas y andina. Por ejemplo, los tres rombos representaban los tres mundos de la cosmovisión andina: el oscuro, el materialista y el de los dioses.

 

 

El siguiente símbolo representa a un ojo de gato. El gato es una deidad Chachapoyas.

 

En este caso, el doble rombo representa los ojos de serpiente y el zigzag el cuerpo de ese animal. La serpiente es la deidad que representa el agua y la fertilidad.

 

Todas las entradas tienen forma trapezoide, como la que ven en la siguiente imagen.


¡Qué fácil es viajar en el mapa!

Cuando estábamos en Vilcabamba, sur de Ecuador, y teníamos que llegar a Perú, una delgada línea en el mapa nos indicaba que había un camino directo hacia la frontera con Perú. Confiados en que esa ruta estaba en tan buenas condiciones como las otras rutas de Ecuador, la tomamos.
Una mañana salimos temprano a hacer dedo a la ruta, muy cerquita de la entrada a la ciudad de Vilcabamba. No pasaba nadie… y menos camiones. Todos se acercaban a decirnos los horarios de los buses, pero nosotros insistíamos en que alguien nos iba a parar. Mientras pasaban las horas pensábamos: “esto no será una señal de que tenemos que volver a Loja y retomar el camino por la panamericana? “. Pero no le hicimos mucho caso a nuestra primera intuición y seguimos esperando. Ya al mediodía y casi a punto de volver a Loja escuchamos que un señor nos llama. Era José, que iba derecho a Zumba. Vamos! Pero el camino estaba tan malo ( en algunos sectores estaban haciendo la ruta nueva, pero en otros sólo había una colección de piedras de todos los tamaños imaginables) que tardamos siete horas en hacer 200 km!
Llegamos a Zumba casi de noche y tuvimos que pasar la noche allí.

Ayudando a José a avanzar…

 

Así quedaron nuestras mochilas…


La plaza principal de Zumba.

 

Al otro día, recorrimos los pocos kilómetros que separan Zumba de la frontera en una de las rancheras (los medios de transporte típicos de esta zona) y cruzamos el puente internacional para poner nuestros piecitos en Perú!

La ranchera que nos llevó hasta la frontera. Al ser abierta, es común llegar a destino totalmente cubierto de polvo.

 

La llegada a Chachapoyas no fue fácil porque los caminos son malos y muy, pero muy poco transitables. Desde la frontera tuvimos que ir hasta San Ignacio, de allí a Jaén y de Jaén a Bagua Grande para recién tomar el camino a Chachapoyas. Llegamos agotados. Lo bueno del camino son los paisajes hermosos que se ven y todos los pueblos que se sostienen gracias a la producción de café y cacao.

 

 

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