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Los bosquimanos de hoy en día (¿o de siempre?) – Botswana

 

Mis ”héroes” de la infancia, los Masai, viven muy lejos de donde estoy ahora. Ellos habitan el norte de Tanzania y sur de Kenya y yo estoy en Bostwana. Yo insistía que si no podía visitarlos, al menos debería poder visitar alguna tribu de por acá, al fin y al cabo, África es África y está llena de tribus. ¿Quiénes viven por acá? Los Bosquimanos, cerca de Ghanzi. Vamos a verlos entonces.

Los Bushmen, como se los conoce en inglés, son una antigua tribu de cazadores-recolectores que, como tantas otras, está siendo absorbida por «las cosas» de la vida moderna. Los más jóvenes son los que se van adaptando y los más viejos, como es lógico, los que más lo sufren. En Ghanzi, existe un complejo turístico llamado Ghanzi Trail Blazer. El dueño es un extranjero que compró kilómetros y kilómetros de tierras con los bosquimanos en su interior (como suele pasar en muchos países del mundo). Desde un principio, Aldana no estaba de acuerdo en hacer este paseo porque dice que es como «un circo humano», pero en esta oportunidad yo quise ir igual. No es que no esté de acuerdo con ella, siempre decidimos no hacer este estilo de excursiones (salvo bajo determinadas condiciones como ocurrió en el norte de Tailandia), pero en este caso lo sentí distinto y fui yo solito. Circo o no circo, ellos son bosquimanos y merecen el mayor de mis respetos. Y yo quería conocerlos.

 

 

Cada día, Robert, el único que habla la lengua de este pueblo y que oficia de guía, sale a pasear con los viajeros y con un grupo de bosquimanos por los alrededores del campamento. Es muy curioso escuchar cuando hablan porque al mismo tiempo producen un chasquido con la lengua en el paladar, que es imposible de imitar.

El paseo consta de una caminata en la que los bosquimanos les enseñan a los viajeros los secretos de la vida en la naturaleza. Es sorprendente lo que el suelo tiene para regalarnos. La caminata es muy amena, ellos son los que deciden por donde ir y por donde no, cualquiera de ellos se detiene cuando ve algo y hace lo necesario para que nosotros lo veamos también.

¿Qué vimos?

Lo primero que sucedió es que uno de ellos se acercó a nosotros con unas semillitas en la mano muy parecidas a las de girasol. Robert nos dijo que nos las coloquemos debajo de la lengua y que esperemos. Lo hice y a los 30 segundos, más o menos, en cuanto quise decir que no sentía nada se produjo un chasquido exactamente igual al que ellos hacen cuando hablan. Es una simple broma bosquimana. Lo loco es que ese chasquido al hablar va en estéreo, no suena entre palabras, sino que suena JUNTO con las palabras. Realmente es muy curioso.

La caminata continuó y nos detuvimos cuando una de las chicas tomó unas ramitas y nos las mostró en la palma de su mano. Robert nos explicó de qué se trata. Lo primero que nos dijo es que el uso de esta ramita es «peligroso». De ahí se extrae un componente que favorece la fertilidad y el peligro radica en que si una mujer lo toma,  pasará a ser “extremadamente” fértil. Mientras nos cuenta esto, señala a cada una de las mujeres presentes y nos dice su edad y cuantos hijos tiene. Las edades van desde los 21 a los 40 y la que menos hijos tiene, llega a los 3. A mi me parece un análisis un tanto «corto» pero en fin, la ramita ahí está.

 

 

Tintura: belleza y resistencia

De los animales que cazan aprovechan todo. El cuero lo utilizan para hacer “ropa”, bolsas y hasta los «portabebés» que van en la espalda. El cuero original no es muy confortable por lo que lo tratan con otro componente que lo suaviza, lo hace más resistente y de paso, le da color. Nos dieron a tocar un cuero tratado y uno no tratado y la diferencia es notable.

 

 

Combo: Veneno para la punta de las flechas y aditamento para la resistencia

Si bien hoy la caza está prohibida, los más viejos la siguen practicando. El arma utilizada desde siempre es el arco y la flecha pero con un cierto veneno en sus puntas que, por supuesto, lo sacan de alguna planta. El veneno parece no tener un efecto muy rápido en los animales de mayor peso y tamaño, pero eso, deben perseguirlos, obviamente corriendo, durante muchos kilómetros. Ahí es donde entra en juego el dopping. Consumen un elemento natural que les provee de resistencia física extra y así logran correr durante kilómetros y kilómetros en medio del bosques hasta atrapar al animal moribundo. Cuentan las malas lenguas que más de uno vino a entrenar por estos lares antes de ciertas competiciones. No sé, no hay pruebas fehacientes al respecto.

Un termo natural

Yo no podía creer que con el calor que hacía, ellos conservaban agua muy fría en un huevo de avestruz durante horas. Parece que en cuanto alguna avestruz, que hay muchas, pone un huevo y ellos lo ven, tratan de robarlo antes de que la madre lo comience a empollar. De esta manera no deja de ser un huevo como el que compramos en cualquier lado pero, claramente, mucho más grande. Al super huevo le hacen un agujero en una de las puntas, meten un palito, baten bien el contenido y sacan todo el líquido. Luego lo lavan y ya está. Es tremendamente duro, a tal punto que les pregunté si podía resistir una caída y la respuesta fue: no. Igualmente no importa porque es para mantener agua fría y no para tirarlo al piso.

 

 

Encendedor

Hacer fuego al aire libre con maderitas, palitos y hierba no es algo que jamás haya visto, pero lo curioso acá es el encendedor. Es una maderita blanda, en la que ellos tallan unas cuantas “T” para que sirva de huella al palito frotador. Cada sector “T” se usa tres veces y es muy combustible. El método es el muy famoso “FPMcH” (fricción palito maderita con hierbas). No por viejo deja de estar vigente.

 

 

 

Farmacia de la naturaleza

Durante nuestro paseo nos enseñaron muchas otras maravillas de la convivencia entre el hombre y la naturaleza, entre ellas, los «medicamentos genéricos» que se pueden adquirir sin receta, sólo conociendo un poco. Claro que de equivocarnos podemos terminar como Christopher McCandless (Into the wild). Remedios naturales para el dolor de cabeza o de estómago y cicatrizantes, entre otros, han mantenido sanas a estas tribus y a tantas otras en tantos lugres del mundo. De hecho, el más adulto de los bosquimanos, tenía una tremenda cicatriz en la cabeza de un ataque de leopardo de cuando él era chico. Parece que el cicatrizante es bueno.
Como muestra la siguiente foto, incluso en zapatillas, una púa como esta nos puede dejar en un grito. En un pie con suela propia, sólo generó un “ay”.

 

 

Algunas otras fotos

 

 

 

 

 

Los bushmen me mostraron mucho de su vida y yo quería mostrarles algo de la mía. Sí, adivinaron, les hice magia. Fue muy raro realmente, pero así fue. Les dejo algunas fotos. La magia de repartir magia no tiene límites.

 

 

 

 

 

 

 

Esta ruta y este paisaje nos acompañaron desde Ghanzi hasta Gaborone. Nosotros mirábamos desde la caja de una camioneta. Con viento y sol, pero con la ruta ante nuestros ojos.

Gracias a todos por acompañarnos en este nuevo sueño.

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