Navegación por el río Douro y la sensación de pasar una esclusa
Hay veces que el cerebro pareciera tener trabas. Aprende algo, queda guardadito ahí, en un rincón y es como que no acepta otra cosa. Eso que aprendió es así y listo. Parece una exageración pero algo así me pasó con el tema de las esclusas y los barcos. Cuando pensaba en esclusas y barcos siempre me venía a la mente el Canal de Panamá. Con Dino vimos algunos documentales de su construcción y varias veces me tocó editar ilustraciones sobre el funcionamiento de sus reclusas en los libros de ciencias sociales. No sé por qué, pero siempre asocié el paso de las embarcaciones a través ese sistema con ese canal, como si fuera un sistema inventado solo para eso y que no se usaba en ningún otro lugar del mundo. Una pavada total, sí, lo sé, pero así lo tenía incorporado en mi cerebro. Por eso, cuando decidimos navegar por el río Douro, gracias a la invitación de Tomaz do Douro, atravesamos dos represas con el sistema de esclusas no lo podía creer.
Yo estaba en la cubierta con Tahiel. Había subido a tomar algunas fotografías y a comprobar que el sol calentaba demasiado como para estar afuera. De repente, veo que nos acercamos a la represa muy lentamente y que el barco queda atrapado entre dos paredes. En ese instante, mi cabeza hizo un clic y me dije «vamos a pasar como en el canal de Panamá! Tengo que avisarle a Dino urgente! ¡No se lo puede perder!» (al fin y al cabo el fanático de todas esas cosas es él).
Bajé rápido y Dino ya se había dado cuenta. Me lo crucé en la escalera. Estaba feliz, como un chico con juguete nuevo. Fue una experiencia muy linda, sobre todo porque no sabíamos que íbamos a tenerla. Son esas cosas que nos suelen gustar más porque no sabemos que van a ocurrir, es la magia de la sorpresa, de lo que llega sin avisar. A veces son cosas más «importantes» y otras veces «pavadas», pero es tan subjetivo como cada persona que las vive.
Ver cómo el barco entra justo-justo entre las dos paredes, sentir que se cierra la compuerta, que el barco «sube» porque llenan de agua el reciento y ver el río otra vez cuando del otro lado abren la compuerta para que el barco siga avanzando, es una hermosa experencia.
El Douro es el río más importante del norte de Portugal. Nace en las tierras de Soria en España y, luego de recorrer alrededor de 900 kilómtros desemboca en el Océano Atlántico. En su desembocadura se encuentra la ciudad de Oporto desde donde salen las embarcaciones que lo recorren. El valle del Duoro se caracteriza por la presencia de numerosos viñedos que le dan un encanto especial al paisaje, por eso, dicen que es uno de los lugares más bonitos de Portugal. Además, hay pequeños y medianos pueblos que cada vez reciben más visitantes y de a poco se van preparando para eso. Uno es Régua do Duoro y otro, Pinhao (dicen que la zona entre ambas poblaciones es la más linda por la cantidad de viñedos en el paisaje).
Como les contamos en el post sobre la leyenda del gigante, los dados y las iglesias azules en Oporto, existen distintas excursiones para navegar por el río Duoro y conocer parte de su hermoso valle.
La navegación que nosotros hicimos fue desde Oporto hasta Régua en barco y desde Régua a Oporto en tren (desde el que se tienen hermosas vistas del río y su valle).
La excursión sale a las 9 de la mañana desde la Ribera de Oporto. Mientras hacíamos la fila para ingresar, vimos llegar el enorme barco en el que sería la navegación. La chica que nos recibió hablaba español (como casi todas las personas que trabajan en turismo en Portugal) y nos indicó el lugar dónde debíamos sentarnos. Un cartel con el nombre de Dino nos tenía reservado una mesa junto a la ventana. Teníamos el desayuno y el almuerzo incluido. Las dos comidas muy abundantes. Tahiel disfrutó mucho de mirar por la ventana, de correr entre las mesas (cuando estaban vacías) y de jugar con otros nenes.
En el camino, pasamos por dos represas. La primera fue la de Crestuma-Lever, donde más nos sorprendimos al atravesarla porque fue la primera vez que vimos algo así. Creo que no fuimos los únicos porque muchas personas que estaban plácidamente recostadas o sentadas tomando sol, se pararon rápidamente y sacaron sus celulares, tablet y cámaras para filmar o fotografiar lo que estaban viendo.
La segunda represa fue la de Carrapatelo y, si bien la experiencia fue igual (y hasta más larga porque el barco permaneció «encerrado» unos 20 minutos), ya no llamó tanto la atención como la primera vez.
Para los que no quieren estar tanto tiempo bajo el sol, pueden permanecer en el interior del barco, con aire acondicionado. Muchos pasajeros escuchaban música, leían algún libro o, simplemente, miraban y disfrutaban del paisaje. Nosotros nos dedicamos a correr a Tahiel por todas partes hasta que se durmió. Estas son las pequeñas cosas que hacen que viajar con bebés sea un poco agotador.
En el trayecto, cada vez que pasábamos por algún pueblo o puente, una grabación nos iba contando (en portugués y en inglés) qué es lo que estábamos viendo, cuándo había sido construído o por qué se llamaba de tal manera. Además, muchos sectores de la costa están cubietos por terrazas de cultivo con viñedos y eso hace al paisaje más lindo.
Les dejamos algunas fotos para que conozcan un poco más el lugar y disfruten del viaje como nosotros.
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Algunos consejos:
– Llevar protector solar
– Llevar gorro para el sol.
– Si no les gusta estar muchas horas bajo el sol ni mirar el paisaje, les recomendamos llevar un libro para disfruar en el inetrior o en cubierta.
-Tanto el desayuno como el almuerzo son abundantes, pero como no está incluida la merienda, les recomendamos llevar algún refrigerio para la vuelta que se hace en tren a eso de las 6 de la tarde. También se puede comprar en Régua.
– Nosotros no lo hicimos, pero pueden quedarse a dormir en Régua y al otro día visitar la región hasta Pinhao. También hay excursiones directas a esa población y otras. Pueden ver las demás opciones de esta empresa en Tomaz do Douro.