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América

[sg_popup id="2" event="onload"][/sg_popup] Todos los lugares que visitamos están llenos de historias mínimas, esas historias que nos va presentando el camino, que no salen en los diarios , pero que vale la pena conocer porque arrancan una sonrisa o un gesto de admiración. En nuestro último viaje a la ciudad bonaerense de Tandil nos cruzamos con dos de esas historias y nos gustaría compartirlas. Ustedes seguro que conocen otras. Pueden compartirlas con nosotros y los demás lectores.

[sg_popup id="2" event="onload"][/sg_popup] Recién pasado el mediodía, llegamos a la finca Huayrapuca, al pie del cerro Famatina (Wamatinag, que en aymara significa madre de los metales), en el departamento homónimo. Dejamos todas nuestras cosas en la combi, tomamos sólo lo necesario y salimos raudos para el valle. No podíamos ni queríamos que se nos vaya la luz. Paulo, dueño de la finca y conocedor del lugar como pocos, nos esperaba para salir en una excursión en 4x4 con varios puntos por recorrer, entre ellos, primero de todos y rodeado de montañas: la pequeña finca de José Caliba. José es un tipo afable, con muy buen humor y con una particularidad extra: se especializa en lavar oro. Sólo escuchar la frase “lavadores de oro”, no pude más que remontarme a las películas muy viejas, incluso en blanco y negro, donde cantidades de hombres con grandes platos cónicos (luego sabría que en español se llaman chaila), batían y batían agua con arena al costado del río para buscar el preciado metal amarillo. - ¿Cuánto hace que lava oro, José? - Desde los 18 (hoy debe rondar los 60). - ¿Siempre la misma técnica? - Siempre.

[sg_popup id="2" event="onload"][/sg_popup] Esta entrada forma parte de la categoría Rincones de Buenos Aires. Es un poco extensa, pero vale la pena recorrerla. La Avenida de Mayo, en la ciudad de Buenos Aires, es una de las avenidas más emblemáticas y características del centro porteño. Comienza y termina en dos plazas. Une la Plaza de Mayo, donde se localiza la Casa de Gobierno (conocida como la Casa Rosada) y la Plaza del Congreso, donde en uno de sus extremos se encuentra el Palacio del Congreso de la Nación Argentina. Las 9 o 10 cuadras (depende cómo se las cuente) que unen las dos plazas son testimonio de una época que buscaba mostrar toda la opulencia del momento. A fines del siglo XIX y principios del siglo XX, la ciudad miraba hacia Europa y la necesidad de modernización no pasó desapercibida para sus entonces gobernantes. Así fue que la Avenida de Mayo se abrió con los objetivos de: crear un espacio comercial y festivo, de facilitar el tráfico, de favorecer las condiciones de higiene y de embellecer la ciudad teniendo como modelo los boulevares parisinos. Para su construcción se demolieron muchas construcciones pertenecientes a las clases altas de la época, por lo que hubo mucha resistencia al proyecto. Además, fue necesario derrumbar una parte del Cabildo de Buenos Aires. En sus hoteles, bares, restaurantes y palacios tuvo lugar la vida pública, política y cultural de la Buenos Aires de principios del siglo XX. En la actualidad, es posible observar en su arquitectura el aporte inconfundible de los inmigrantes españoles, franceses e italianos. Los invito a un breve recorrido por la Avenida de Mayo. ¿Están listos? ¡Nos vamos a caminar! 

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